Marvel Studios lleva varios meses probando suerte con un enfoque muy diferente en sus series de Disney Plus. En lugar de centrar todo su trabajo en presentarnos a superhéroes perfectos, capaces de todo y con una vida idílica (en mayor o menor medida, ya me entendéis), nos quiere situar en un mundo en el que todos podemos ser especiales, aunque no tengamos las herramientas para lidiar con ello. Y She-Hulk: Abogada Hulka es un buen ejemplo.
Llevo leyendo días comentarios y críticas sobre la supuesta propaganda feminista que esta nueva serie del Universo Cinematográfico de Marvel realiza, y en absoluto. Ya os lo conté en un artículo al respecto, pero lo repito: She-Hulk: Abogada Hulka puede fallar en su primer capítulo en muchos asuntos como el CGI, el humor o el tratamiento de sus poderes, pero es, ante todo, una serie con alma. Y su segundo episodio da un salto de calidad aún mayor acercándonos a una comedia en la que Jennifer Walters ha de enfrentarse a las consecuencias de ser Hulka.
Atención: Como el capítulo 1x02 ya está disponible en Disney Plus, hablaré CON spoilers sobre todo lo que ocurre en él.
Jennifer Walters es, ante todo, una abogada. Ella no quiere ser superheroína, y aunque tuvo que sacar a relucir sus habilidades en un juicio para salvar al jurado, esto le ha costado el trabajo. ¿De verdad creéis que a vuestro jefe le gustaría tener a un Hulk en la oficina, con el miedo que puede infundar a los clientes? Esto es lo que le ocurre a la protagonista: el último juicio ha sido declarado nulo por, presuntamente, haber comprado al jurado con su vida, y ahora no encuentra trabajo de nada.
Es lo que más me ha gustado de She-Hulk: Abogada Hulka hasta la fecha, y es que es una serie que no se centra tanto mostrarnos a Jennifer Walters como superheroína, como sí a su lucha contra estos poderes que le ayudan más bien poco al principio. Tiene que ser un cambio enorme tener habilidades, no saber utilizarlas, y además, echarte del trabajo por intentar hacer el bien.
De este capítulo, destaco sin duda la escena de la comida familiar: mientras ella se enfrenta al paro y a las nulas posibilidades de obtener un trabajo siendo Hulka, su familia intenta ver el lado bueno de la historia. Fama, ayuda en casa, amor y dinero. Pero Jennifer Walters utiliza su hogar para abrirse y demostrar que es un ser humano: solo quiso hacer el bien, y le echaron por hacer lo correcto.
En el fondo, She-Hulk: Abogada Hulka me recuerda más bien a The Boys que al resto de proyectos de Marvel. No porque sea una serie violenta, que utilice un humor negro muy bestia y sádica en ocasiones. En realidad, es el tono lo que me gusta de ambas producciones: apuestan por el realismo, y no tanto por la espectacularidad, de ahí que Jennifer Walters en este segundo capítulo no sea tanto una superheroína, como sí un ser humano siendo superheroína. Y nosotros somos sus confidentes, por lo que yo al menos sigo subido en este divertidísimo barco del que nadie me moverá.
PD: Quien tuviera dudas con la conexión de She-Hulk: Abogada Hulka y el Universo Cinematográfico de Marvel, a mí me ha flipado la forma con la que se vincula a la franquicia. ¡Ese Abominación!
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