Análisis SpellForce 3
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ANÁLISIS

Análisis SpellForce 3

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A lo largo de las dos últimas generaciones de videojuegos, la combinación de géneros se ha tornado en una práctica común. Juegos como Deus Ex: Human Revolution y Dishonored, Darksiders II, Borderlands, Mass Effect, y muchísimos sobresalientes ejemplares más, maravillaron a ajenos y desconocidos por, entre otros motivos, una premisa sumamente atractiva: gozar de las posibilidades de más de una vertiente interactiva; un preludio que se repite con SpellForce 3, la última iteración de una de las franquicias pioneras en el concepto de los títulos híbridos, el cual se erige como uno de los RTS y RPG más destacados y recomendables de todo el año actual.

SpellForce 3 3

Una espiral de emociones

En esta aventura, la cual tiene lugar antes del aclamado SpellForce: The Order of Dawn, comenzamos en la piel del General Sentenza Noira, comandante de la Guardia del Lobo, un grupo de guerreros de élite que protegen a la Corona, quien tiene el objetivo de enfrentarse a Isamo Tahar, un mago de excelsas capacidades que, junto a un grupo de rebeldes, planea derrocar a la monarquía. Junto a Anselm, su hermana Gwen y Bertrand, tres importantes personajes secundarios dentro de la trama, nos dirigimos hacia las tierras salvajes de Iskander en pos de frustrar las intenciones del arcanista, sin embargo, ya entrados en combate, Tahar escapa dejando a un rehén atrás: su hijo, es decir, el personaje que vamos a crear de cara al resto del argumento y quien lo traiciona al no seguir sus malévolos deseos.

En tal sentido, dicha escisión del argumento funciona como preludio a la verdadera travesía: somos la prole del enemigo más acérrimo de todo el reino, causante de las Guerras Mágicas -una disputa de muchos años entre ambos bandos plasmados-, y nuevo miembro de la Guardia del Lobo. Tras finalizar el magno enfrentamiento bélico, la civilización se encuentra sumergida en el caos y la anarquía, especialmente por el surgimiento de una pandemia conocida como Hervor de Sangre, razón por la que la Pureza de la Luz, una asociación religiosa encabezada por el carismático Rondar Lacaine, no sólo se ha adjudicado el mandato de las tierras sino que, asimismo, ha decidido dar caza a todos los magos, aspecto muy relevante para entender ciertas cuestiones contextuales del argumento. En última instancia, donde realmente comienza nuestro periplo es cuando somos enviados a detener una expansión de la mencionada enfermedad, en donde un debate moral nos hará terminar encarcelados y, por consiguiente, nos llevará a una historia en donde la búsqueda de la redención, la erradicación de los males y el descubrimiento de quién es el verdadero antagonista serán los principales fines.

Así, pues, es imperativo enfatizar que el apartado argumental de la obra de Grimlore Games se sitúa como uno de los pilares primordiales para construir la excelencia de su estructura. Pese a que puede ponerse en tela de juicio la calidad de los personajes secundarios, quienes presentan ciertos altibajos notorios, lo cierto es que, como conjunto, muestra una gran solidez incluso sin incluir ningún aspecto precisamente rompedor dentro del ámbito. Se adecua muy bien a su posición como precuela, sabe cómo introducir a los individuos más importantes dentro de los sucesos, siempre mantiene el interés del usuario y, en líneas panorámicas, ofrece una epopeya que se siente como tal, como un viaje de sensaciones que varían a cada segundo y que guardan tras cada esquina esbozos de lore que suman en gran medida al apartado global, entorno que permite dar forma a un guion que, en sí, junto a una campaña separada que actúa como prólogo a los acontecimientos principales, ya es interesante de sobra.

La pseudoperfección de la simpleza híbrida

Desde un principio, SpellForce 3 presenta una clara disyuntiva: combina géneros a expensas de no profundizar en alguno. Una dicotomía que rápidamente surge en juegos de esta estirpe es aquélla que sitúa el debate entre decantarse por un género y, por ende, hacer hincapié en todo lo que supone o, por otra parte, expandir el horizonte e involucrar mecánicas de diversas índoles pero sacrificando el énfasis en cada una; en esta ocasión, y de manera inevitable, esa bifurcación de opiniones nuevamente saldrá a la luz, no obstante, en nuestra sindéresis queda más que claro que la simultaneidad de estilos que presenta esta producción ha sido llevada a cabo de forma más que adecuada, mostrando así dos rostros que, incluso sin ser incisivos, logran un equilibrio sumamente agradable.

En tal sentido, cuenta con las bases de las dos castas: en primera instancia, y en términos de su faceta RPG, tendremos la potestad de crear nuestro propio personaje, tanto desde un prisma estético como mecánico. Después de materializar su porte físico, podremos elegir qué clase de protagonista queremos ser, permitiéndonos entonces seleccionar entre las típicas opciones de sus congéneres: Mago -con una variación destinada a la protección y a la curación-, Guerrero y Pícaro, con los respectivos atributos que éstos suelen albergar. De igual forma, cada uno será propietario de su alusivo árbol de habilidades y su ineludible sistema de atribución de puntos, elementos que nos darán la dádiva de moldear nuestro estilo de juego a través de habilidades pasivas, poderes activos y la característica búsqueda de equipamiento adecuado para el que tengamos los stats suficientes.

Asimismo, múltiples decisiones en lo argumental formarán parte del común desarrollo de la campaña pero, desafortunadamente, más allá de ser un buen detalle, no cuentan con el peso que nos gustaría que tuviese, o sea, al nivel de títulos del año actual como Divinity: Original Sin II o Torment: Tides of Numenera. En este aspecto, es en el específico punto en donde más podemos reprochar a SpellForce 3 pues, recordemos, un juego es debidamente marcado dentro del género del rol cuando es capaz de adoptar un papel en un contexto y modificarlo según su accionar, factor en donde esta producción no logra acertar con completo tino. Aun así, este reprochable traspiés logra maquillarse gracias a las resaltantes bondades que, per se, lo argumental ostenta, al igual que unos postulados mecánicos tan sencillos como icónicos en los confines del sector; y es que la sensación de poderío al alcanzar un alto nivelencontrar un botín de ingente rareza, definir la clase de héroe que aspiramos ser, descubrir misiones secundarias a través de la investigación, manejarnos con el sistema económico o lograr aprender esa habilidad que desde un principio queremos obtener son sentimientos muy, muy entrañables, y ésos son dominados a la perfección por el juego.

En segunda instancia, la variante estratégica de la obra también posee su inexorable relevancia ya que, aunque su aparición es más particular que la propiedad detallada con anterioridad, su participación es imponente. Respecto a ello, aunado a las tácticas continuas que implican el manejo de cuatro personajes en paralelo, cada uno con sus habilidades, barras de vida y maná, consumibles, y situaciones en tiempo real diferentes, determinadas misiones involucrarán la más pura semblanza con los 4X: exploración de terrenos, recolección de recursos, delegación de funciones, construcción de edificios y, en último lugar, erradicación de enemigos. Lejos de ser una simetría superficial, Grimlore ha depuesto una cuidada homologación de los planteamientos básicos de Age of Empires, Warcraft y similares, convidándonos entonces a disfrutar lo mejor de ambos mundos.

En palabras más precisas, la idea ya es plenamente conocida: expandir nuestro ejército hasta vencer al rival. Para ello, hemos de construir Serrerías para talar madera, Cabañas de caza para recolectar comida, Barracones para crear soldados de diversas clases, Ayuntamientos para extender nuestro alcance sobre el feudo, Torres de vigilancia para defendernos de los atacantes -así sucesivamente, con diversas escalas por seguir subiendo- y, por consiguiente, luego de asentar nuestro entorno físico, asediar las líneas rivales para ganar terreno hasta lograr asestar el golpe perentorio. Sí, insistimos, no posee la complejidad de Civilization o, sin ir más lejos, cualquier producto que pueda ser catalogado como 4X, pero se adentra lo suficiente en sus ideales como para formar parte temporal de ellos sin parecer un vástago repudiable, y ésa adjetivación, teniendo en consideración la amplia gama de tierras que la obra anhela abarcar, es más que un honor.

Por otra parte, otros cimientos a destacar es la dificultad de la maquinación y el modo multijugador. En relación al primero, cuya definición es anecdótica y no requiere de incisiva descripción, se presenta una serie de escalafones en los que cualquier jugador se sentirá cómodo; desde los que gusten las experiencias tranquilas y dedicadas al argumento y al disfrute sosegado hasta los que se sienten encantados por los desafíos más imponentes y gratificante. En cambio, respecto al siguiente, tenemos que SpellForce 3 presenta la posibilidad de establecer diatribas contra otros jugadores en una dinámica de RTS como cualquier ejemplar de la estirpe y, además, la potestad de culminar la campaña principal tanto en modo local como online, dos ramas que, pese a que tampoco necesiten una quirúrgica conceptualización, agregan en una medida colosal al juicio final que recibe, pues suman mucho tiempo de diversión sin par a un viaje cuya mera campaña ya concede más de 30 horas, cuando menos, de disfrute.

Retratando la belleza de lo medieval

Resulta difícil pensar en un juego de estas características que adolezca de una mala representación visual, y la labor de Grimlore, como contraparte a tal delineación, ofrece una sublime pieza óptica. Magníficos e ingentes imperios, interiores babilónicos tan vistosos como bellos, bosques coloridos, pantanos lúgubres, cuevas atmosféricas, templos perdidos en el tiempo... No, no podemos afirmar que lo que aquí se presencia sea único, mas no serlo no le resta su merecida pertenencia a una idiosincrasia de títulos que, aunque resaltan por muchos detalles, asimismo se caracterizan por embelesar a cualquiera con un diseño de entornos que logra superar toda palabra que intente describirlo, eventualidad que también logran a través de una banda sonora -y un apartado sonoro en general- con la que se compagina en magistral sintonía.

Continuando con esa línea, otros componentes como los enemigos, las armaduras, las armas y demás fácilmente pueden adjudicarse una descripción similar, implicando tanto lo bueno -su belleza y vistosidad- como lo malo -su incapacidad de ir más allá de lo visto a lo largo de estos años-. Es por ello que la siempre bienvenida presencia de ogros, enanos, arañas, dragones, armaduras más ornamentales que prácticas, espadas/mazas/arcos/lanzas quiméricas y excepcionalmente ostentosas, espectáculos de fuego/hielo/trueno/oscuridad/sangre que podrían simbolizar un cuadro de pintura y todos los símiles que puedan considerarse no se sienten nuevos, mas, al mismo tiempo, no se sienten mal; en realidad, cuando de sentidos hablamos, este periplo es una completa fantasía y oda al goce.

Una simbiosis más que recomendable

Es imperativo establecer su máximo detrimento antes de continuar: si esperan un RPG o un RTS clásico y profundo, en cualquier caso, no nos hallamos ante una compra que valga el esfuerzo. Posteriormente, al obviar tal detalle y si se da una oportunidad a que el título pruebe la valía de su fusión, el veredicto no da lugar a dudas: SpellForce 3 es una maravilla, uno de los mejores productos híbridos del año y, yendo más allá, un digno merecedor de la calificación de imprescindible para los propietarios de un ordenador.

Un grandioso apartado argumental, mecánicas de rol satisfactorias en términos mayúsculos, momentos 4X realmente geniales, un diseño artístico que quita el aliento, una composición sonora magistral y, en conjunto, una sinfonía superlativa son los pilares fundamentales del trabajo que Grimlore Games y THQ Nordic han depuesto ante nosotros, cerrando un 2017 en el que, incluso con tantos contrincantes, aun con una cantidad inconmensurable de títulos publicados en PC, esta sólida experiencia logra abrirse paso entre las más completas para situarse en el círculo de la cúspide.

Redactado por:

Politólogo a tiempo completo, economista a tiempo parcial. Asiduo al medio interactivo por su capacidad de hacernos vivir las historias, no contarlas. Joven venezolano amante de Bad Bunny, Itachi y los RPGs que busca cooperar en la evolución de una industria huérfana de horizontes.