El universo de J.R.Tolkien ha alimentado la imaginación de varias generaciones y se ha constituido por méritos propios en uno de los estandartes de la fantasía del siglo XX. Nadie podía imaginar que aquel chico apasionado por la poesía, integrante de la T.C.B.S. acabaría dando lugar a un mundo tan original y que serviría de referente para cientos de obras posteriores. Tolkien no concibió su obra desde un principio con un esquema de en lo que se convertiría años después, y quizás sea precisamente ese el secreto de su atractivo. Cuando los lectores de medio mundo comenzaron a conocer su trabajo fue a partir de la publicación de "El Hobbit" en 1937, momento en el que una mujer llamada Susan Dagnall instó para que fuera publicado en la editorial George Allen & Unwin. Es curioso pensar que su reconocimiento partiese de una historia que había escrito para sus hijos años atrás, y no con el incipiente universo que estaba volcando sobre cientos de páginas esos años.
Como en la saga de George Lucas, podríamos catalogar como punto de referencia, el inicio de las aventuras de Frodo y compañía, sin embargo estaríamos obviando los cimientos que sustentaban esa propia historia. "El Señor de los Anillos" fue la saga literaria que rescató su nombre en el nuevo siglo gracias a las adaptaciones, pero muchos conocen su verdadero secreto: Eso que por aquellos años aún estaba cogiendo forma, y que acabó conociéndose como "El Silmarillion".
Es difícil imaginar el universo de la Tierra Media sin todas las leyendas, y pasado que esconden ese continente. Durante los últimos 20 años hemos visto adaptarse cada uno de los libros que conforman la historia del Anillo Único, pero a muchos no se les escapó que algo fallaba en esa mágica ecuación. Tanto los diálogos de Frodo en "El Señor de los Anillos", como los del propio Gandalf en "El Hobbit" estaban repletos de referencias al pasado. La Tierra Media es solo el vestigio de la verdadera esencia y misión que Ilúvatar tenía para su creación. Tolkien fue labrando durante toda su vida las reglas que debían regir en ese mundo, así como su propia mitología y leyendas. Sin embargo no vivió para contarlo. Su obra era tan grande que incluso sobrepasó a un genio como él. Es a Cristopher Tolkien, su hijo, a quien debemos las gracias por poder contar a día de hoy, con la Biblia de la fantasía, el manual que todo escritor debe leer si quiere emprender la misión de crear magia. "El Silmarillion" no es una historia al uso, es la esencia de la propia fantasía, y difícilmente podría ser traducida al lenguaje cinematográfico. ¿O si?
La cantidad de lecciones y moralejas que se pueden extraer de la obra de J.R.R Tolkien son infinitas. Tanto de las propias historias que conforman su universo, como de la influencia de la fantasía una vez hubo sobrepasado los límites de las páginas. Es difícil hablar de "El Silmarillion" como una novela predefinida, ya que su definición se ajustaría más al de un compendio. A lo largo de su interesante vida, Tolkien fue escribiendo diferentes historias que debían imprimir una lógica a los acontecimientos que iban sucediendo sobre las distintas criaturas del mundo. Por eso es difícil recomendar a alguien que se sumerja en "El Silmarillion", si antes no tiene ciertos conocimientos sobre lo que tiene entre manos. A día de hoy es posible realizar una lectura continuada de la cronología de los Días Antiguos gracias a la recopilación que hizo Cristopher sobre las distintas historias de su padre. Esa es quizás la principal razón por la que Fëanor y sus descendientes aún no se han paseado por las salas de cine.
Tanto "El Hobbit" como "El Señor de los Anillos" tenían el atractivo de poseer una estructura narrativa clásica. Tanto Bilbo como Frodo partían de La Comarca para vivir aventuras y posteriormente acababan regresando a su punto de origen. Es la historia clásica del héroe que va madurando gracias a los peligros y retos que tiene que ir afrontando. Sin embargo, "El Silmarillion" no tiene un personaje, sino cientos. No hay una ciudad principal; tanto Doriath, Nargothrond como Gondolin son igual de importante para el fatal devenir de Melkor. Ese sea quizás el principal impedimento para adaptar la obra al cine. De llevarse a cabo, debería escogerse solo una de las muchas leyendas e historias que pueblan el vasto mundo de Eä.
El problema aquí no parte de la dificultad que pueda suscitar recrear algunas de las localizaciones presentes en la historia maldita de los Noldor. "El Silmarillion" es el nombre que recibió el conjunto de cuentos que conforman la historia y cronología de los Días Antiguos, pero su estructura es mucho más compleja. Todo comienza con "Ainulindalë", donde se nos narra la creación de Eä gracias a la música de los Ainur y la mediación de Ilúvatar. Posteriormente tendríamos el "Valaquenta", donde se describen a las divinidades que dan sentido a la cosmología de Tolkien; los Valar y los Maiar. Este segundo fragmento, que no se puede considerar historia, sino relatario de las características de los espíritus, tiene un papel crucial al servir de puente para la introducción del verdadero núcleo de "El Silmarillion".
Es el "Quenya Silmarillion" donde se narra la historia de estas preciosas joyas creadas por Fëanor y que tantas desgracias les trajo a sus descendientes. Este cuento es el de mayor extensión de toda la obra, y donde se concentran todos los acontecimientos importantes que darán sentido mucho después a las leyendas que corren detrás de los Eldar. De adaptarse algo, sería este fragmento el que más posibilidades tendría de ser escogido, tanto por su épica como por sus característicos personajes. Los héroes más grandes y recordados de toda la historia llevaron a cabo sus hazañas durante los Días Antiguos que se relatan aquí. Si bien es cierto que "Akallabêth" podría servir como preludio a la historia de la Tierra Media, el potencial comercial que suscitan los Noldor y sus aventuras por Arda durante las primeras Edades del Sol, es infinitamente superior.
Tanto la historia de "Los hijos de Húrin", el hombre más grande jamás conocido, como la pasional aventura de Beren y Luthien, contienen todos los elementos que necesita cualquier película para convertirse en un gran éxito. Incluso la caída de Gondolin o la leyenda de Eärendil allende los mares, podrían llegar a las salas de cine. No obstante Peter Jackson ha sufrido un traspiés a ojos de los fans después de fraccionar y exprimir demasiado "El Hobbit". Las sensaciones que dejó la trilogía de "El Señor de los Anillos" le llevó a cegarse demasiado y olvidar qué es lo que realmente le llevó al éxito años atrás. La esencia de la aventura del héroe se perdió en una red de personajes sin carisma y una escasa fidelidad a la obra original que avergonzaría al propio Tolkien.
"El Silmarillion" es una de las obras más deseadas por los seguidores del escritor. La magia que dejó Frodo en sus corazones después de sobrevivir a la codicia de los hombres será difícil de igualar, pero la fantasía es algo que permite volar, y de eso sabe mucho Tolkien. Quién sabe si algún día volveremos a tocar la fantasía de Ilúvatar con nuestros dedos, pero lo cierto es que siempre permanecerá en nuestros corazones.
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