El cine es ese medio que es capaz de transmitir mil y una sensaciones, de emocionarnos con una simple escena, un único diálogo. Luego está Wonder, una película dramática realmente conmovedora que puedes encontrar en Netflix y que narra una historia que conseguirá hacerte llorar como una magdalena. Lo más sorprendente es que pese al ruido que hizo su estreno en 2017, son muchos todavía los que no habéis visto Wonder, por lo que en Netflix dispones de una oportunidad de oro para descubrir uno de los dramas más emocionantes de los últimos años.
Wonder narra la historia de un niño con una deformidad facial que debe enfrentarse al mundo real por primera vez. La película de Stephen Chobsky se inspira en la novela La lección de August, que escribió Raquel Jaramillo Palacio, pero lo cierto es que detrás de este largometraje y de este libro, hay una historia real que merece ser contada.
La autora del libro explicó en su momento que pese a que los personajes de su historia son ficticios, la novela se inspira en una experiencia que vivió en Nueva York: "estaba esperando delante de una heladería a que mi hijo mayor, Caleb, que entonces tendría unos 11 años, saliera con unas malteadas, cuando una niña con una grave malformación craneofacial vino a sentarse junto a mí y mi hijo menor, Joseph", explica Raquel Jaramillo Palacio en una entrevista con El Periódico.
Raquel confiesa que pensó que su hijo de 3 años empezaría a llorar, así que quiso marcharse para evitar una situación incómoda tanto para ellos como para la niña: "no lo logré. Caleb salió de la heladería y le dije que se pusiera en marcha, pero se le cayeron los helados que compró. Mientras Joseph, como yo había sospechado, empezó a llorar porque había visto a la niña. Oí a la madre de aquella niña decir 'Creo que ha llegado el momento de irse'. Y me sentí fatal. Por querer proteger a mi hijo, había hecho daño a aquella familia... Esa misma noche empecé a escribir 'Wonder'".
El personaje principal de Wonder, el pequeño August, sufre el conocido como síndrome Treacher-Collins, una enfermedad hereditaria en la que no se desarrollan algunos huesos y tejidos de la cara. Hay cientos de casos como el de August en todo el mundo, pero gracias a Wonder, probablemente estas personas se puedan reconciliar consigo mismas.
Wonder es una película conmovedora porque va de un chico que protagoniza una historia de superación, dejando a un lado la sensiblería barata para centrarse en lo que verdaderamente importa: la situación por la que atraviesa esta familia. Y para ello, el director no solo adopta un enfoque dramático; hay momentos de comedia que están perfectamente integrados en el guion, y gracias al trabajo de sus protagonistas (Jacob Tremblay, Julia Roberts y Owen Wilson), el resultado es muy bueno.
Mi consejo es que veáis Wonder con vuestros hijos si es que los tenéis. Es una película que enseña una importante lección de vida, sin ser pretenciosa ni querer adoctrinar. Sus lecciones de compasión y autoaceptación no solo se pueden aplicar a pacientes con el síndrome Treacher-Collins, sino a cualquier persona que haya pasado por una enfermedad y quiera retomar las riendas de su vida.
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