Quizás haya sido por el boca a boca, o quizás haya sido por la libertad derivada de no tener que ser la imagen comercial de ninguna plataforma, pero lo cierto es que Crash Bandicoot está viviendo su segunda juventud. Con la explosión de nostalgia que comenzó a inundar el mercado hace unos pocos años, a nadie le extrañó que PlayStation decidiera recuperar a quien antaño fuera su famosa mascota. Un personaje que a pesar de ser ya increíblemente popular durante su etapa en activo, no había dejado de revalorizarse gracias a la publicidad la primera generación de jugadores de la compañía había hecho de él.
Y así aparecía en el mercado los tan pedidos remake de la trilogía principal. Un pack de juegos que no tardaba en sobrepasar todas las expectativas, y que ahora sí, tendía el puente perfecto para poder sacar de nuevo los coches a la calle. En el TGA de 2018 saltaba la noticia; Los canadienses de Beenox volverían a trabajar para una consola tras firmar parte del desarrollo de Black Ops 3, y lo harían con el proyecto más esperado por toda la comunidad de Sony. Desde entonces los avances y las noticias de Crash Team Racing Nitro-Fueled han sido casi constantes, y la expectación no ha dejado de aumentar. Pero una pregunta ha quedado sin resolver sobre la mesa. Una cuestión que determinará el éxito o fracaso del nuevo título. ¿Estaría a la altura del original?
La única forma posible de enfrentarse a esta cuestión era, claro, poner las manos sobre el volante, y visitar el nuevo y lustroso mundo de carreras dispuesto para PlayStation 4, Nintendo Switch y Xbox One. El lanzamiento, previsto para el próximo 21 de junio todavía se antoja algo lejano, pero siguiendo la estela de los afortunados asistentes a la PAX de Estados Unidos, recientemente Activision nos ha permitido dar el esperado paseo sobre ruedas por el título.
Antes de arrancar el kart, hay que dejar claro que nos encontramos ante una build específica para prensa. ¿Qué significa esto? No se trata ni de una demo, ni tan siquiera de una versión preliminar del juego. El Crash Team Racing Nitro-Fueled que hemos podido probar no contaba ni con su menú definitivo, ni con otra cosa que no fuera el acceso al modo clásico de 1 vs. 1. Beenox ya ha confirmado que la versión final del juego contará con un repertorio de 31 pistas -conformado por circuitos de CTR y CNK-, pero nosotros solo pudimos probar cuatro de ellas; Papu’s Pyramid y Sewer Speedway del título original, y Clockwork Wumpa y Electron Avenue de la secuela lanzada en 2003.
Una situación que también se traslada al plantel de personajes. Mientras que el título contará de salida con los 15 corredores originales más el extra de Nitros Oxide –no jugable en la versión original-, en nuestra prueba de juego solo manejamos a 11 de ellos, contando a héroes, pero también a villanos; Crash Bandicoot, Coco Bandicoot, Dr. Neo Cortex, Tiny Tiger, Dr. N. Gin, Dingodile, Polar, Pura, Ripper Roo, Papu Papu, Komodo Joe y Pinstripe Potoroo. Datos y más datos, pero ¿qué hay de las sensaciones?
Uno de los temas más recurrentes que manejó la comunidad tras la salida de Crash Bandicoot N. Sane Trilogy fue el ligero cambio de controles y la diferencia de tamaño de las boxes. Pequeños detalles -casi imperceptibles a la vista- que trastocaban casi por completo la jugabilidad del título. En este caso los chicos de Beenox han optado por mantener toda la fidelidad posible respecto a la base dejada por Naughty Dog. Se podía haber optado por modificaciones lógicas de los controles en favor de la tendencia actual del género, pero en lugar de eso nos topamos con el manual de juego clásico.
Sí, nada de acelerar con los gatillos. Crash Team Racing Nitro-Fueled es una revisión, no un nuevo título, y eso ha supuesto mantener todo tal cual se encontraba en el juego original. Para neófitos puede sentirse algo antediluviano tener que acelerar con el botón 'X', pero para los más veteranos supondrá sin duda alguna un bofetón de nostalgia. Y lo mismo se traslada al resto de comandos. En este sentido el remake transmite las mismas vibraciones tanto sobre el papel como sobre la pista. Algo que sin duda habla muy bien del trabajo realizado en 1999, pero que podría suponer cierta barrera para algunos jugadores.
Y no nos referimos tanto a las mecánicas de utilización de objetos, de giro, o del propio frenado, sino al derrape. La saga Mario Kart ha colocado a esta mecánica en lo más alto de la pirámide, convirtiéndola en la base fundamental a dominar para poder optar al mundo competitivo. En el caso de la mascota anaranjada de Sony la premisa es la misma.; Los derrapes siguen siendo tan importantes como ya lo eran hace dos décadas. Tanto para reducir la desventaja posible entre karts con distintas especificaciones, como para alcanzar los tan famosos atajos.
Es quizás en este apartado donde más hemos notado la barrera del tiempo. No porque el título distara de lo ya visto en las anteriores versiones, sino porque el fontanero de Nintendo ha establecido unos estándares más amables. Aquí el derrape viene a funcionar igual; nos permite tomar las curvas con más recorrido, y además contamos con hasta tres turbos aplicables con el 'L1' mientras mantengamos el deslizamiento. Todo ello sigue siendo tan satisfactorio como siempre, y sigue marcando la línea divisoria entre el jugador experimentado y el novato. Sin embargo, es en su ejecución donde las sensaciones varían ligeramente. ¿Por qué?
Mientas en Mario Kart debemos cerrarnos un poco para calcular el desplazamiento inicial del vehículo hacia el lado del derrape, en Crash Team Racing Nitro-Fueled debemos hacer justo lo contrario. Para tomar bien la curva derrapando antes deberemos abrirnos ligeramente hacia fuera. Se trata de un simple detalle al que no cuesta más de una carrera acostumbrarse, pero que pone de manifiesto los años que han pasado por el género desde el primer título.
Lo que no ha cambiado es la diversión que transmiten las carreras, ahora más variada e impactante que nunca.
Al hablar de gráficos se suele caer en discursos banales sobre potencia y estética por encima de jugabilidad, pero en el caso de este remake es de obligado. Y es que no es casualidad que la promoción del juego esté poniendo tanto énfasis en el apartado visual. No estamos ante un portento gráfico, pero sí ante una revolución artística respecto a las dos primeras entregas. Beenox recupera los modelos empleados en N.Sane Trilogy, y extiende ese trabajo a unos circuitos que aunque conocidos, solo preservan el nombre y la trazada. El estudio canadiense logra justificar el desarrollo del título tan solo por el salto gráfico; Una evolución descomunal que pone de relevancia todo ese lore eclipsado por los polígonos de PSX.
Papu’s Pyramid ha pasado de un simple paseo por una pirámide con un fondo selvático acartonado, a convertirse en un recorrido exuberante por un paisaje tropical lleno de referencias culturales. Lo mismo sucede con Clockwork Wumpa -ahora reconvertido en un trazado casi navideño- y con las otras dos pistas probadas. Pero no nos confundamos. Los circuitos siguen siendo los mismos de siempre, con sus turbos colocados en los puntos originales, y los atajos accesibles mediante las mismas triquiñuelas. Lo que viene a aportar Crash Team Racing Nitro-Fueled es un plus artístico que traslada la experiencia de antaño a la actualidad con el mejor envoltorio posible.
Acercarse solo al núcleo duro de este remake es más que suficiente para saber que el clásico ha vuelto con más fuerza que nunca. Sí, todavía falta por conocer mucho, por probar los distintos modos de juego, y por comprobar si el modo aventura funcionará a día de hoy. Pero el olor del neumático nos indica que el mundo de los karts ha recuperado en toda su magnificencia a uno de sus iconos más respetados. Ahora solo queda escuchar los cuatro pitidos y pisar a fondo el pedal de la nostalgia.
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