El coronavirus ha puesto en jaque a la industria cinematográfica, sector en el que encontramos a las productoras, a las distribuidoras y a las exhibidoras (sin entrar en este caso en las plataformas de streaming). Aunque las primeras tuvieron que detener las cámaras y los rodajes durante varios meses, han vuelto al trabajo con importantes medidas de seguridad, pero si no deciden estrenar las películas que tenían previstas, las empresas exhibidoras se ahogan y comienzan a tener que cerrar.
El nuevo retraso de Sin tiempo para morir, nueva película del agente 007, ha provocado que varios cines de Reino Unido y Estados Unidos tengan que echar el cierre temporal: Cineworld ha anunciado que bajará las persianas de sus 543 cines con sello Regal en Estados Unidos, y 128 en Reino Unido, tras comprobar cómo el último gran blockbuster del año desaparecía de la cartelera de 2020. Es cierto que no solo Sin tiempo para morir ha sido la culpable de esta decisión, aunque sí la 'gota que ha colmado el vaso'.
Hay unos 5.500 trabajadores en Reino Unido que dependen de esta empresa exhibidora, y bastantes más en Estados Unidos, donde la presencia de la cadena es 5 veces mayor. La crisis del coronavirus, en el plano económico, se empieza a notar ahora con fuerza en el cine debido a los continuos retrasos a los que se ven sometidos los largometrajes por la falta de una audiencia global que rentabilice los abultados presupuestos que se manejan hoy en día en Hollywood.
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