2020 será un año que nunca olvidaremos todos aquellos que vivimos la pandemia de COVID-19 en primera persona. En el ámbito sanitario, cientos de miles de muertos en todo el mundo por culpa de un virus que atemorizó a la población durante meses. En lo social, meses de encierro en casa y de aislamiento voluntario para intentar frenar la propagación de la enfermedad. Y en lo cultural, cines cerrados a los que les costó volver a abrir con normalidad. Miles de salas echaron para siempre sus persianas y la industria se enfrentó a una de sus peores crisis históricas.
Christopher Nolan, uno de los mejores directores contemporáneos, aprovechó su esperada Tenet para promocionarla como aquella película que salvaría a los cines de una quiebra asegurada. Si bien es cierto que funcionó medianamente bien para el estado en que se encontraban las salas (aforo reducido hasta un 66%, desinfección completa entre sesión y sesión y miedo social), Tenet no fue esa gran triunfadora que su director esperaba. Además, se convirtió en la película más incomprendida de su carrera, y probablemente en la más criticada.
Las expectativas con Tenet eran tan elevadas, que los fans de Christopher Nolan esperaban toparse con un nuevo Origen. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. El éxito de Origen radica en la complejidad de un argumento bien explicado. Sin embargo, Nolan se enfrenta en Tenet a un incomprensible galimatías que requiere de varios visionados para verlo venir. Y aún así, la mayoría de espectadores habrán visto dos o tres veces Tenet sin saber de qué va o cuál es su propósito.
Tenet parte de una estética aparentemente elaborada y de una narrativa presuntamente compleja para enredar al máximo su tejido argumental. Y por el camino, Christopher Nolan se olvida de lo más importante: estar a la altura en cuanto a desarrollo y profundidad de los personajes, hacer que los protagonistas nos interesen lo más mínimo. Sin embargo, aquí todos se enfrentan a situaciones potencialmente mortales sin conocer sus motivaciones ni pensamientos más íntimos.
Volviendo al desarrollo excesivamente complejo de la trama, el gran problema es que el guion de Tenet está muy desordenado. Esto sería un punto fuerte si Christopher Nolan y compañía empleasen, o bien el guion o bien el montaje, para ordenarlo de forma coherente y no exasperar al espectador más incrédulo. Personajes secundarios que van revelando datos esenciales que pueden quedar olvidados a los 30 minutos de metraje, giros que niegan lo que hasta ahora parecía ser cierto y un trabajo de postproducción atropellado son tan solo algunos de esos factores que no ayudan a comprender qué es Tenet.
Pese a todo, Tenet sigue siendo un espectáculo de acción palomitero con algunas de las mejores escenas del género que jamás se hayan rodado. Y esto es más que suficiente para ver una película incomprensible, y para muchos, fallida.
Netflix ha confirmado que Tenet abandonará el catálogo de la plataforma de streaming el próximo 22 de abril de 2024. Ese será el último día para ver la que probablemente sea la película más incomprendida de Christopher Nolan, y para muchos la peor.
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