¡Madre mía! Ni siendo la persona más pesimista del mundo hubiera imaginado que Snake Eyes, el primer spin-off de G.I. Joe, iba a ser un absoluto fracaso en España. Vale, es cierto que yo no esperaba un taquillazo, pero al ser una marca reconocida y al precisar las salas de 'blockbusters' para poder subsistir, Snake Eyes era idónea, y más teniendo en su metraje el debut de Úrsula Corberó en Hollywood tras su exitoso paso por La Casa de Papel.
En el resto del mundo la situación no es mucho mejor: lleva acumulados 35 millones de dólares, de los que 27,2 proceden de Estados Unidos. Es decir, solo ha salvado los muebles en Norteamérica, ya que en los países en los que ya se ha estrenado ha fracasado de forma estrepitosa, pudiendo llegar a pensar que los espectadores no tienen ni idea de quién es Snake Eyes, y que G.I. Joe es cosa del pasado.
Mi teoría es esta: el público no tiene interés en ver nada relacionado con una marca que ya se marchó por la puerta de atrás a pesar de que esta haya sido una película algo más buena que las dos anteriores. Mejor embarcarse en otros proyectos alejados de una IP que Hasbro no supo explotar de forma adecuada.
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