Crítica de Watchmen 1x02: ¿quién vigila a los vigilantes?
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Crítica de Watchmen 1x02: ¿quién vigila a los vigilantes?

Damon Lindelof empieza a dibujar una corrupción estructural que recurre a la problemática central de Alan Moore

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  • Fecha de estreno: 20/10/2019
  • Género: Acción / Político / Misterio
  • Productora: DC Comics /HBO
  • Distribuidora: HBO España
  • Director: Damon Lindelof
  • Guionista: Dave Gibbons

"¿Qué es la democracia?". Con esta compleja pregunta Damon Lindelof sigue profundizando en su disección de la sociedad norteamericana. Al menos de la que propone de forma distópica el material de Alan Moore y Dave Gibbons. Tras un inicio repleto de información, guiños a los comiqueros, y todo tipo de promesas, esta semana "Watchmen" apuesta por deshacerse de tanta ambición para abarcar, de la forma más satisfactoria posible, una de las cuestiones centrales de ese enfrentamiento entre la policía justiciera y la Kaballería supremacista y reaccionaria; ¿quiénes son los buenos y quiénes los malos? La clave de esa pregunta la posee el mismo personaje que ya abría la adaptación, y que parece servir de conexión entre el presente y los sucesos de Tulsa que dieron forma al sentimiento de odio y miedo que ahora articula al país.

Consecuencias del pasado

A Lindelof no parece importarle recurrir a siempre las mismas técnicas para hacer avanzar la trama. Los flashbacks, habituales en todas sus producciones, aquí siguen ejerciendo un papel central en desarrollo del guion; de nuevo al pasado. Ahora a la Primera Guerra Mundial, donde un comandante alemán decide enviar una carta abierta a todos los soldados negros del ejercito de Estados Unidos, para cuestionar el apoyo que ofrecen a dicho país. Desde ese mismo donde sufren persecuciones, y al que en esos años ofrecían su vida a cambio de nada. La sorpresa, sin embargo, no es tanto el material del escrito, sino el destinatario que el showrunner decide colocar en pantalla. El mismo hombre que ya vivió la masacre de Tulsa, y que ha terminado llegando a los eventos actuales de la ficción como un viejo decrépito y misterioso, cuyas intenciones se mueven al margen del sistema. Sí, ese que se atribuía el asesinato del jefe de policía Judd Crowdford.

Se llama Will Reeves, y resulta ser la pieza que faltaba para poner en marcha el mecanismo de autodestrucción. Ni pertenece a los supremacistas ni a tampoco a las fuerzas de la ley. Con una simple silla de ruedas, y una dialéctica más que sugerente, este personaje consigue cargar con todo el peso del episodio sobre sus hombros. Para empezar, porque el homicidio del que se responsabiliza, termina de hacer explotar las tensiones entre el sistema y los rebeldes. Y segundo, porque en los últimos compases del capítulo, se revela como nada más y nada menos que el abuelo de Angela Abar. En este sentido, Lindelof se desmarca de "Lost" y "The Leftovers", buscando enfrentar las problemáticas de cara, disponiendo una respuesta tras otra sin perjudicar el ritmo de la producción. Es capaz de hacerlo solo gracias a que el universo de Moore tiene una tela casi infinita de la que cortar. A cada rayo de luz le sigue otra sombra, a cada resoplo le llega otro impacto, convirtiendo estos primeros pasos de la serie en una carrera repleta de sorpresas.

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¿Es todo una mentira? Nadie parece ser quien dice ser, y de esa sombra de sospecha permanente nace el pretendido relativismo que desdibuja bandos y colores. Cierto es que tanto las detenciones de la policía como los atentados de la Kaballería huelen a ideologías extremas y antagonistas, pero dentro de cada grupo no se perfila ninguna homogeneidad. Es revelador cómo Temor Rojo se ve obligado a identificarse como comunista ante las acusaciones de fascista que recibe de aquellos a quienes pretende oprimir. Y a eso mismo quiere referirse una y otra vez Lindelof. No tanto a la continuidad de tramas concretas de las viñetas -también presente-, sino más al absolutismo moral que profesaba Roscharch antes de su fatídico desenlace. A cómo Angela ha aceptado unos dogmas que creía pacíficos y orientados al bien común. La muerte de quien era su referente, desata toda una cascada de revelaciones que tintan su idílica vida con el desengaño más absoluto. Y eso no es lo más preocupante.

No se trata simplemente de que Judd fuera en secreto uno de esos supremacistas a los que perseguía. Lindelof redirige la mirilla hacia algo mucho más estructural. Pese a que por el momento no se ofrece una papilla de conclusiones masticada, ya se comienza a percibir cierta intencionalidad en la trama principal; la policía podría estar causando los propios ataques racistas de la Kaballería, para utilizarlos como hombre de paja frente a este grupo reaccionario. Solo así se explica la sucinta mirada que Angela le regala a su jefe en el flashback que retrata La noche blanca; un asalto armado a 40 hogares de agentes de policía en el que murieron decenas de compañeros. Judd, misteriosamente, conseguía sobrevivir, para a continuación reforzar esa política de ofensiva reaccionaria. La venganza les reportaría así un doble beneficio más que enrevesado. Estarían desatando su ira hacia la población negra, como ya lo hicieran sus antepasados en los años 30, y al mismo tiempo tendrían las espaldas cubiertas por su propio organismo. "Quis custodiet ipsos custodes?", o más conocido como “¿Quién vigila a los vigilantes?” es un leit motiv que Moore insertó en el corazón de su obra, y que Lindelof no ha podido dejar atrás.

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Más y más cabos sueltos

Al tiempo que se cocina la trama principal, "Watchmen" va presentando otras credenciales secundarias sustentadas en el propio asesinato de Judd. Por un lado aparece en escena Topher, el sobrino del jefe de policía, que además de poseer poderes -una suerte de telequinésis-, comparte un importante pasado con Angela. “Yo sé que le pasó a tus padres”, le susurra buscando consolarlo. “Tú sabes qué le pasó a los míos. Tu y yo, Topher, sabemos que no es de color de rosa, porque ese color esconde cómo es el mundo: blanco y negro”. De nuevo aparece ese radicalismo moral que no permite reflexión o grises, y del que el personaje de Regina King parece haberse emborrachado tras años de puro adoctrinamiento. Ahora bien, no es este desvío narrativo el que suscita más dudas y teorías en el segundo episodio de la serie.

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Lo perturbador lo protagoniza Jeremy Irons, y su “misterioso” papel. Ni es un simple terrateniente, ni tampoco se perfila como un noble de carácter déspota (o quizás sí). El regalo más explícito que los fans de los cómics pueden percibir esta semana en la ficción se encuentra en “El hijo del relojero”, la obra de teatro que un maníaco Adrian Veidt recrea en su propio sótano con la ayuda de clones. Y es que, sí, la demencia de este personaje, que hasta el momento solo destilaba cierto aire a prepotencia, llega hasta el nivel de replicar seres humanos para que le proporcionen ocio. En la función, el magnate intenta reconstruir el origen del Doctor Manhattan, con pintura corporal incluida, y una muerte totalmente innecesaria, poniendo el picante. “Es solo el principio”, promete Veidt. Pero ¿de qué exactamente? Pese a que sobrevuela la sombra de Ozymandia, el showrunner podría estar gestando una finta de manual de cara a la llegada de un camuflado y verdadero Jonathan Osterman.

Conclusión

El baile de Lindelof no termina ni siquiera ahí. Entre tanta conspiración y giro narrativo, el director cuela la introducción de otro gran símbolo de las viñetas; Rolf Mueller. La serie cambia de tercio para presentar una escena completa de la famosa "American Hero Story"; concretamente la que muestra al Justiciero Encapuchado deteniendo a un ladrón en una tienda de alimentos. Aquí HBO por fin se desata las manos para poner prueba el elevado presupuesto de la producción, con unas breves secuencias de acción bastante notorias. Pero lo interesante está a nivel narrativo; la introducción a la escena la narra una misteriosa voz que afirma ser el mencionado Justiciero, pero pronto queda claro que no se trata de la misma persona. “Todavía no estoy listo para decirte quién soy realmente. Si lo hiciera no la verías hasta el final”. Por el momento el señuelo está funcionando.


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Analizado en Crítica episodio 1x02

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La muerte de Judd Crowdford desata una cascada de acontecimientos que van poco a poco desmontando el mundo de Angela Abbar. Damon Lindelof sigue apelando al absolutismo moral para encasillar a buenos y malos, pero no aclara quiénes van en cada lado de la balanza. Y la tensión no deja de crecer.

  • El suspense no deja de aumentar con el paso de los minutos
  • La aparición de Will Reeves y su misterioso papel
  • Adrian Veidt regala uno un momento increíblemente perturbador
  • Aparición de más y más pistas que invitan a teorizar
  • Todavía no ha llegado Doctor Manhattan
Duración: 50 min/ep

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Redactado por:

Criado y educado en la escuela de Ghibli. Emborrachado de anime, poco a poco abriéndome a otros sabores y colores.