El segundo capítulo de The Last of Us ya está aquí. De nuevo, la serie se ha mantenido muy fiel al videojuego, mostrando el viaje de Ellie, Joel y Marlene a través de los restos de Boston y su encuentro con algunos de los primeros chasqueadores. Pero además de mostrar lo que les sucede a los protagonistas también hemos podido disfrutar de un segmento introductorio que muestra lo ocurrido con los primeros infectados.
Durante los primeros minutos del segundo capítulo de The Last of Us seguimos a la doctora Ibu Ratna, una profesora de Micología de la Universidad de Indonesia. Tras ser detenida por la policía la llevan a un centro en el cual le muestran una de las primeras víctimas del Cordyceps. Al darse cuenta de que lo que le han contado es cierto, la especialista le dice al oficial que la única solución es bombardear la zona y erradicar por completo la infección. También afirma que no hay posibilidad de desarrollar una medicina o vacuna contra esta pandemia.
Además de lo anterior, hemos de tener en cuenta que, si tratamos con hongos que infectan la piel, como el pie de atleta, no debemos ser tan cuidadosos, ya que el daño que podemos provocar es más pequeño. En cambio, si lidiamos con una infección del estilo de la de The Last of Us, que invade los órganos internos, el proceso para destruirlos sería mucho más complejo. Este problema podría ser aquel al que se refiere el Dr. Neuman en el primer episodio al decir que si el Cordyceps ataca a la humanidad perderíamos.
A pesar de que muchos micólogos han afirmado que los hongos han desarrollado poco a poco más tolerancia a la creciente temperatura de la Tierra, es muy improbable que los eventos de The Last of Us sucedan. En primer lugar, hemos de tener en cuenta que el Cordyceps es un hongo especialista, es decir, que ha evolucionado durante millones de años para infectar insectos específicos.
Sería muy raro que el hongo pudiera saltar de una especie de hormiga a otra, e incluso más aún que pasara de una hormiga a otro insecto. Así, dar el paso de infectar insectos a poder hacer lo mismo con los humanos sería una tarea casi imposible. Las enormes diferencias entre nuestros organismos y los de las hormigas a las que infectan en la actualidad harían que este cambio tardara mucho en llegar. Lo más probable es que, si en algún momento pueden infectarnos de esa manera, ya no estemos aquí para verlo.
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