Análisis Ghost Recon: Wildlands
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ANÁLISIS

Análisis Ghost Recon: Wildlands

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Ghost Recon ha dado a luz algunos de los shooter más aclamados e influyentes a lo largo de la década pasada, valiéndole una reputación que, aún a día de hoy, atesora. Sin embargo, en estos últimos años la franquicia ha estado en el dique seco, dejando a este shooter táctico un poco de descanso en pos de otros proyectos.

Ahora, a comienzos de 2017 nos llega Ghost Recon: Wildlands, la nueva entrega de la serie que, de nuevo a manos de Ubisoft, cambia de rumbo de una forma bastante radical, dejando de lado el shooter más cerrado para aventurarse en un enorme mundo abierto en el que tenemos absoluta libertad tanto de movimiento como de acción. Pero, ¿qué tal funciona esta nueva receta? Acompañadnos en nuestro análisis para descubrir qué nos espera en las tierras de Bolivia con Ghost Recon: Wildlands.

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Bolivia: un infierno en el paraíso

Como ya os comentamos, Ghost Recon: Wildlands no es una entrega más de la saga, sino que apuesta al máximo por un vasto mundo abierto que dejarnos explorar, y es por ello que al mapeado se les ha dado una importancia muy grande que se hace palpable en el resultado final. Para esta obra, se ha elegido Bolivia como escenario, y la verdad es que desde Ubisoft han acertado de pleno con esta decisión.

Lo primero que nos llamará la atención nada más entrar al juego será el enorme mapa que está a nuestra completa disposición desde un principio. Dividido en zonas, este mapeado representa toda una gran región de Bolivia. Cada una de las diferentes zonas nos deja ver un aspecto diferente de la geografía local; pasando por enormes valles con frondosa vegetación, zonas montañosas más inhóspitas, coloridas salinas e incluso vergeles paradisiacos. Todo ello luce de forma espectacular y no será extraño que, entre tiroteo y tiroteo, nos quedemos embobados mirando algún paisaje.

Y en medio de todo esto nos encontramos nosotros, luchando por nuestra vida mientras tratamos de desarmar a una de las mayores organizaciones criminales del mundo. Ubisoft ha logrado algo genial con el diseño, y es que, por un lado, nos da la sensación de estar caminando por el mismísimo paraíso; pero por otra parte, la crueldad del cártel de la droga que impone sus leyes en la zona se manifiesta en los propios escenarios, en donde nos encontraremos escenas de lo más macabras con viviendas calcinadas, cadáveres esparcidos y cuerpos colgando de los postes de la luz.

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La belleza de los escenarios se pone de manifiesto en cada zona que visitamos

Sin embargo, no todo es positivo con el mapeado y es que, aunque es enorme y luce estupendamente, muchas de estas maravillosas y trabajadas zonas se quedan muy desaprovechadas. Raramente nos saldremos de las carreteras si no es para intentar atajar (cosa que, normalmente, nos hará perder más tiempo que otra cosa), y muchos de los mejores paisajes puede que nos pasen totalmente desapercibidos por este motivo, lo cual es toda una pena.

Plata o plomo

El apartado narrativo de Ghost Recon: Wildlands es uno de los puntos más llamativos de la nueva propuesta de Ubisoft. A igual que ocurre con la popular serie Narcos (con la que el título guarda varias similitudes), el protagonista de la historia no es el héroe, sino el villano. Aún más llamativo es lo que ocurre en el videojuego ya que nosotros encarnamos al héroe, que resulta un personaje plano sin carisma ni evolución ninguna.

La historia del juego como tal es realmente pobre y es que simplemente se nos presenta de forma rápida y superficial cómo un cártel de la droga boliviano conocido como el cártel de Santa Blanca se ha hecho con el poder de dicho territorio, sometiendo bajo su poder incluso al ejército local, conocido como la Unidad. A medida que nuestro equipo de Ghosts va desarmando esta organización poco a poco apenas ocurre nada destacable; no hay sorpresas, nadie se pregunta quién es el bueno y el malo de la historia y, en general, la historia es prácticamente nula.

¿Dónde está la narrativa, entonces? Pues precisamente en la organización y los diferentes cabecillas de Santa Blanca. Esta organización, dominada por el criminal conocido como Sueño, se organiza en varias “divisiones”: producción, distribución, seguridad e influencias. Para poder acceder a el Sueño, debemos acabar con al menos dos divisiones por completo; lo que incluye un jefe, un subjefe y cinco cabecillas. A medida que vamos completando misiones y neutralizando a todos estos enemigos, se nos descubren muchos detalles muy trabajados acerca tanto de la organización y sus disputas internas como de los propios antagonistas, los cuales, al contrario que nuestro protagonista, resultan en general bastante carismáticos y trabajados.

Un Ghost Recon poco tradicional

Entrando en el apartado jugable, que al final es el que decide si nos quedamos jugando durante horas o abandonamos a las primeras de cambio, nos encontramos con cambios muy bruscos respecto a anteriores entregas de la saga. Ubisoft ha hecho de este Ghost Recon: Wildlands un shooter menos “puro”. Es decir, esta obra no se enmarca solamente dentro del género shooter, que también, sino que apuesta por una mezcla de géneros incluyendo rasgos de rol y sandbox, pero siendo capaz de mantener el espíritu de combate táctico presente en la franquicia, con el cual se nos obligará a tener mucho cuidado a la hora de enfrentarnos a los enemigos.

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Un extenso mapa a nuestra entera disposición

A pesar de que, durante la beta que pudimos probar, no quedamos del todo satisfechos con el enlace entre los distintos géneros y lo que cada uno de ellos propone, lo cierto es que en esta versión final, tras dedicarle unas decenas de horas, hemos podido ver que las fronteras se vuelven más borrosas. Los géneros, que por norma general marcan la manera de jugar en cada momento, se difuminan y esto es ciertamente bueno, ya que la mezcla se vuelve homogénea, dando como resultado una experiencia más gratificante.

A lo largo de los cientos de misiones principales y secundarias de Ghost Recon: Wildlands nuestro objetivo final acabará consistiendo en más o menos lo mismo: matar, y a ser posible sin ser detectados. El combate, que resulta el núcleo de la jugabilidad, sí mantiene la esencia de la saga y se enfoca de forma muy táctica, haciendo que tanto nosotros como los enemigos tengamos poca salud y obligándonos a gestionar bien todas nuestras acciones y recursos. El sigilo y la cautela se suele premiar en la mayoría de misiones (en algunas es obligado), resultando mucho más sencillo esto que entrar a lo loco con nuestro pequeño escuadrón contra un auténtico ejército.

Pero que el sigilo sea lo idóneo (y lo es, pues nuestras principales herramientas estarán dedicadas a ello) no implica que sea lo único que podemos hacer, ya que gracias al variado arsenal y al enfoque de mundo abierto de Ghost Recon: Wildlands, podemos preparar los asaltos a las zonas dominadas por los enemigos de la manera que mejor convengamos. En este sentido, nos encontramos algo relativamente similar a Far Cry ya que nosotros tendremos que decidir si desalojamos la zona completamente en sigilo, desactivamos las alarmas o simplemente creamos tal destrucción que acabamos con todos los enemigos antes de que las alarmas se disparen.

El mapa de Ghost Recon: Wildlands es, como os comentamos, un elemento que juega un papel crucial, ya que es precisamente el que nos dota de la libertad que tenemos en el título. Su extenso tamaño hace que recorrerlo sin vehículos sea un suplicio, y es por ello que Ubisoft ha incluido un conjunto amplio de transportes terrestres, marítimos y aéreos para facilitarnos la tarea. Sin embargo, aquí está uno de los puntos más flojos del juego, ya que la conducción de la mayoría de estos vehículos es tosca e imprecisa. Además, a pesar de que el mundo abierto de Wildlands cuenta con un número sorprendentemente bajo de fallos teniendo en cuenta lo amplio del mapa, parece que todos estos bugs se concentran en los vehículos. Desde físicas extrañas en colisiones entre coches hasta helicópteros que explotan sin motivo aparente pasando por lanchas que, por alguna razón, no permiten que nos subamos; todo ello nos hemos encontrado. Este detalle es molesto y, aunque siempre tenemos la opción del viaje rápido entre varias localizaciones, es especialmente frustrante teniendo en cuenta que si este aspecto se hubiera llevado a cabo mejor, viajar entre puntos por el increíble mapa de Bolivia podría ser todo un placer.

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La historia principal cuenta con más de 100 misiones diferentes

Por su parte, las misiones principales que se nos proponen son realmente atractivas y, aunque como os comentábamos más arriba, todas acaban consistiendo en ir de un lado a otro para entrar en campamentos repletos de enemigos con los que acabar, lo cierto es que las diferencias entre unas y otras son suficientes para no llegar a resultar demasiado repetitivas. Además, la “historia sin historia” permite que nosotros decidamos en qué orden queremos hacer las diferentes misiones para acabar con unos u otros jefes. Por supuesto, hay zonas más difíciles que otras, pero esto se nos indica claramente a través del mapa.

Las secundarias, por su lado, sí pueden hacerse más repetitivas; la mayoría son meros encargos rápidos para conseguir recursos necesarios a la hora de mejorar a nuestro personaje. Y es este sistema de progresión pone los toques (muy ligeros) de rol en Ghost Recon: Wildlands. Al subir de nivel conseguiremos puntos que, junto con los recursos conseguidos en misiones secundarias y algunos objetivos, nos permitirá adquirir ciertas mejoras. Estas habilidades se dividen en varias categorías con subcategorías y marcan diferencias considerables, sea cual sea el campo en el que nos enfoquemos. Otra manera de mejorar a nuestro personaje será a través de las armas, las cuales, al igual que sus mejoras, se desbloquean encontrando cajas esparcidas por el mapa y superando misiones.

Como último detalle jugable que nos gustaría remarcar a todos aquellos interesados en Ghost Recon: Wildlands, nos encontramos ante una obra claramente enfocada al cooperativo. Se puede jugar solo y resulta bastante divertido, pero nada comparable a lo que se puede disfrutar cuando planeamos y ejecutamos las diferentes misiones con un grupo de otros tres amigos. Por su lado, la experiencia online con desconocidos no ha sido muy gratificante en nuestro caso, y es que la poca comunicación provoca caos, que cada uno vaya por su parte y que resulte igual que jugar solo, pero sin IA aliada.

Apartado técnico

A la hora de hablar de todo el apartado técnico del juego, es de recibo recordaros que la versión del juego que hemos podido disfrutar es la de PlayStation 4, jugando en la versión normal de esta consola (no PlayStation 4 Pro). En esta plataforma, el rendimiento es bastante bueno y, aunque alguna pantalla de carga puede durar un poquito más de la cuenta, el juego va bastante fluido en todo momento, incluso aunque haya muchos enemigos, objetos y explosiones en pantalla.

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Visitar Bolivia es un placer para los sentidos

La calidad gráfica de Ghost Recon Wildlands, si bien es cierto que puede que no esté a la altura de las mejores obras de PlayStation 4 en este aspecto como pueden ser Uncharted 4 u Horizon: Zero Dawn, cumple con creces. Y es un gran logro que, con las texturas y modelados que encontramos, que por sí mismas no llamarían la atención de nadie, se haya conseguido crear una obra que visualmente es una maravilla. Todo encaja perfectamente en el lugar en el que está, los toques de iluminación y algunos reflejos están muy bien ubicados para llamar la atención y, en general, visitar Bolivia es un placer para los sentidos.

A nivel sonoro nos encontramos con un trabajo muy sutil, pero muy logrado. Precisamente los diferentes efectos de sonido que nos encontramos mientras recorremos el mapa, unido a los efectos visuales de los que os hablábamos antes, consiguen una sensación increíble que permite que nos metamos de lleno en el papel que estamos desempeñando.

Por último, cabe hablar de la IA ya que, si decidimos jugar solos, juega un papel importante en cuanto a nuestros aliados. No es nada fácil realizar una IA aliada para tres compañeros que esté equilibrada, es decir, que no resulten un estorbo en ningún momento, pero tampoco superen las misiones solos por nosotros. En este sentido, en Ubisoft han hecho un gran trabajo y sentiremos que nuestros compañeros son útiles (en parte gracias a todas las órdenes que les podemos dar) pero no conseguirán nada por ellos mismos. En contrapartida con esto, tenemos que pagar el precio de que sean una especie de entes etéreos a los cuales los enemigos no descubren (aunque estén, literalmente, delante de sus narices); la decisión no es mala, ya que sería muy frustrante fracasar en una misión por culpa de la IA, pero lo cierto es que en una situación de seriedad y tensión que propone Ghost Recon Wildlands se hace extraño ver estas cosas y puede sacar un poco del juego.

Los enemigos, por su lado, tienen una IA bastante lograda cuando entran en combate o patrullan, pero que falla en el momento en el que entran en alerta, pudiendo quedarse dando vueltas en círculo o mirando una pared. De nuevo, estos problemas no afectan demasiado a la hora de la jugabilidad, sino que son más bien pequeñas molestias que lastran levemente una experiencia espectacularmente buena.

Uno de los mejores cooperativos que recordamos

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"Ni siquiera le hace falta la perfección técnica para brindar una experiencia maravillosa que nadie debería perderse"

En resumen, Ghost Recon: Wildlands es un título que le da una vuelta de tuerca (o dos) a la saga Ghost Recon. Abandona, con mucho acierto, el shooter más clásico para apostar por una fórmula más basada en la libertad y el mundo abierto, pero conservando los componentes tácticos presentes en todo combate de la franquicia. Todo ello acompañado de uno de los mapas mejor hechos y más bonitos que recordamos.

Es cierto que tal vez no es esto lo que los fans más veteranos de Ghost Recon estuvieran esperando pero, independientemente de las expectativas de cada uno, Ghost Recon Wildlands es diversión en estado puro. Con sus más de 100 misiones principales, multitud de objetivos secundarios, opciones de personalización y contenido poslanzamiento por llegar, dará, sin ninguna duda, decenas de horas de entretenimiento de calidad a casi cualquiera.

Puede que Ghost Recon: Wildlands tenga fallos importantes en algunos aspectos como todo lo relacionado con vehículos o la IA, pero si somos honestos (y de verdad que lo somos) hemos de reconocer que todo esto pasa a un segundo plano a la hora de disfrutar de la Bolivia que Ubisoft ha preparado. Ghost Recon: Wildlands no será una obra maestra, y tal vez tampoco un producto totalmente redondo y pulido, pero es tan buen juego que ni siquiera le hace falta la perfección técnica para brindarnos una experiencia maravillosa que nadie debería perderse; tanto es así que nosotros no dudamos en considerarlo uno de los mejores cooperativos que recordamos.

Redactado por:

Videojuerguista, lector y cinéfilo desde que tengo uso de razón. Hablo de videojuegos, cine, series o lo que me dejen. Incondicional del RPG clásico, lo indie y el wéstern. Me gustan los números y puedes encontrarme con una raqueta en la mano.