A mis 38 años he vivido ya unos cuantos de los llamados cambios de generación y, desde mi humilde punto de vista, han habido varios cambios más bonitos, por catalogarlos de algún modo, y otros más pobres en todo tipo de sentido.
Imaginad que sois un niño de 8-9 años como podría ser hoy vuestro hermano, primo, sobrino... y vuestra única información sobre consolas es la revista que podéis comprar en el kiosko un mes sí y dos meses no. Pero llega un momento en el que se anuncia que dos nuevas máquinas van a invadir el mercado y a sustituir a la que te está dando tantas alegrías, que cuenta con una paleta de 48 colores. La que te quita el sueño es la nueva bestia parda de la misma compañía que tienes tú, y que es capaz de reproducir hasta 32.768 colores diferentes. ¡Menuda barbaridad! ¿Existen en realidad tantos colores? Haciendo un cálculo rápido con la calculadora del colegio esto me daba que la Super Nintendo era más de 680 veces más potente que la NES clónica que tenía en casa. Además el mando era bestial, con muchos colores y, sobretodo, ¡muchos más botones! ¿Cómo iba a poder gestionar el jugar con 4 botones más dos gatillos superiores? Además de la cruceta, Start y Select. Eso era una pasada y los juegos ya ni te digo.... Super Mario World, ¡qué bien se veía ese juego!
Esa es un poco la definición del cambio de generación más intenso que viví personalmente, el salto de los 8 a los 16 bits. Es bien cierto que después hubo un gran adelanto con los juegos en CD gracias a la PSX, Saturn y toda la historia que ya debéis conocer, pero eso me pillo casi de adolescente y tenía el mundo de los videojuegos un poco de lado para centrarme en los estudios y en crecer, que es lo que hacen los adolescentes. Poco a poco fui creciendo y retomé mi contacto con las consolas en la época de la PS2, de hecho casi me salté jugablemente hablando la época de la antes mencionada PlayStation 1 para meterme de lleno en su sucesora. Vi el cambio real de sistema cuando accedí a Xbox 360 hace ya casi dos generaciones de consolas y si ha habido un salto generacional (que no una generación) que realmente me ha decepcionado, ha sido el actual.
Llevamos ya desde 2013 con PlayStation 4 y Xbox One en nuestros hogares, pero lejos de los nuevos gráficos algo superiores a lo que ofrecían sus antecesoras, tampoco hubo un cambio demasiado significativo; quizás nos pusieron el listón de las expectativas muy alto, pero en algo menos de 7 años con ambas consolas en mi hogar ya estoy esperando a que lleguen sus sucesoras y nos ofrezcan todo lo nuevo que hay aún que ver; no sin antes esperar como agua de mayo que lleguen por fin The Last of Us Parte II y Cyberpunk 2077.
El próximo salto generacional que vamos a realizar a finales de este 2020 promete ser muy fuerte respecto a todo lo que hemos vivido hasta la fecha, o al menos esto es lo que nos dicen las compañías, y nosotros nos lo tenemos que creer. Y es por eso mismo, porque yo a mi edad me he creído que llegará un salto generacional muy bestia, un cambio de hardware gracias al cual veremos en nuestros televisores o monitores los mundos más bellos y detallados que hayamos visto nunca, sin tiempos de carga gracias a los nuevos discos duros SSD y con nuevas tecnologías como el Ray tracing que van a permitir efectos gráficos nunca vistos hasta ahora en una consola de sobremesa. El cambio de generación que vamos a vivir en pocos meses va a suponer un antes y un después, y es por esto que vuelvo a ser un niño pequeño.
Desde la época de los 16 bits que antes he mencionado con tanta nostalgia, no recuerdo haber jugado a videojuego que no tuviera tediosas y largas pantallas de carga. Y no es solo eso, sino que si dejas tu consola apagada un par de semanas, lo más seguro es que cuando quieras volver a jugar tengas primero que actualizarla, después actualizar el título en cuestión, y esos 45 minutos de los que disponías para realizar tu "partida rápida al FIFA" se ha convertido en 45 minutos de actualizaciones constantes. Reconoced que os ha pasado más de una vez en la actual generación...
A finales de 2013 estaba como loco por conseguir una de las nuevas consolas; y por suerte pude conseguir la Xbox One + Kinect y la PlayStation 4. A medida que pasaba el tiempo me daba cuenta que la One no era la máquina que esperaba, y que la PS4 hacía más ruido que una 360...Por lo tanto mis ganas de jugar fueron menguando y, para colmo, ambas compañías responsables de la fabricación de estas consolas anunciaron dos nuevas máquinas aún más potentes dentro de la misma generación... ¿otro gasto? ¿En medio de la generación? ¿En serio? Pues "tonto de mi" me deshice de las máquinas que tenía en mi poder para comprar las nuevas. Y ahora que hace menos de dos años que tengo la One X y la PS4 Pro estoy deseando que llegue el momento de que salga la nueva generación a la venta para ir a la tienda de videojuegos más cercana, sacar el dinero que cuesten de mi cartera y pagarle al dependiente para irme con las máquinas bajo el brazo con una sonrisa de oreja a oreja como un niño con un código de PaVos de Fortnite.
El motivo que esté tan emocionado con este salto generacional es porque parece ser y, todas las compañías vienen diciendo lo mismo, que ambas consolas venideras superarán con creces nuestras expectativa y yo las tengo bastante altas. Quizás este sea mi problema, que me creo un hype interno de tal magnitud que después me viene el gran bajonazo. Sólo espero que no me pase lo mismo que en el inicio de la generación actual de consolas.
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