Bueno, ahora mismo me voy a meter en un terreno donde hay minas en cualquier esquina. Ya sabéis que muchas veces los medios terminan culpando directamente a los videojuegos si alguien comete un acto horrible. "Es que estaba jugando a Fortnite o a Warzone" suelen ser los argumentos que se dan, en vez de preguntarse qué le pasaba al culpable, cómo era su educación o, demonios, cómo es que tenía un acceso tan fácil a un arma.
Varios estudios ya lo han dejado claro, los videojuegos pueden tener (y tienen) un impacto bastante positivo en los usuarios, y no solo en cuanto a diversión o distracción se refiere. Estos pueden mejorar ciertos aspectos como los reflejos, el conocimiento o la creatividad en los jugadores. Aspectos que son bastante positivos para el desarrollo de la propia persona y para, en definitiva, su felicidad. Pues bien, un nuevo estudio vuelve a confirmar esto, señalando que los videojuegos tienen una gran importancia en la salud mental, pero que la industria podría hacer más por mejorar esta.
No veo esta petición tan descabellada. De hecho, la que más me ha llamado la atención es aquella que señala que se deben abordar las comunidades tóxicas, algo que está a la orden del día. Y si no lo creéis, mirad Valorant. Está claro que estos factores tóxicos, que son negativos para el bienestar personal, proceden realmente de las personas.
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