Avatar es una película que hizo historia, pero como tal, generó cierta polarizaciónen el sector más cinéfilo. Están aquellos que la consideran una versión actualizada del clásico Pocahontas, y aquellos otros que supieron ver la última creación de James Cameron como la evolución tecnológica del cine de ciencia ficción y aventuras. En mi caso, pertenezco al segundo grupo, además de saber valorar Avatar como un filme fundamental para el avance del 3D en la gran pantalla. Ahora bien, tenía miedo con su secuela. Avatar: El sentido del agua ha tardado 13 años en llegar a los cines, tiempo en el que se han anunciado varios retrasos importantes y modificaciones sustanciales en los planes del cineasta. ¿Improvisación? ¿O ambición desmedida?
Avatar: El sentido del agua es todo lo que esperarás de una secuela más grande (y emocional)
Me gustaría recuperar un ejemplo de película reciente cuya duración jugó en su contra: Black Panther Wakanda Forever duraba 160 minutos, de los cuales 90 podrían haberse condensado en 40. La primera mitad de la película de Marvel tiene problemas de ritmo por una duración alargada de forma artificial, y era mi mayor miedo al saber queAvatar: El sentido del agua iba a durar 190 minutos. Para mi sorpresa, más de 3 horas de película se me han hecho cortas.
Es cierto que la primera mitad de Avatar: El sentido del agua no se caracteriza por grandes dosis de acción: al fin y al cabo, James Cameron se toma su tiempo para presentarnos en qué situación se encuentran los Na'vi, quiénes son los ¿nuevos? villanos y cuál es la relación entre Jack Sully, Neytiri y la familia que han formado durante los últimos años. Pero esto no es necesariamente malo: esta secuela trata sobre la familia, y desde el principio hasta el final descubriremos dinámicas padre-hijo que afectarán de lleno al devenir de los acontecimientos.
Cameron, no obstante, es un director emocional tal y cómo ha demostrado siempre en su cine: Aliens El regreso es la única película de la franquicia en transformar a Ripley en una especie de madre a la fuerza; en Titanic, el amor entre Jack y Rose es la columna vertebral y no el hundimiento del barco. Y en Avatar: El sentido del agua, la familia de Jake y Neytiri son los auténticos protagonistas: no es tanto una lucha de clanes (aunque la haya), como sí un viaje de autodescubrimiento de cada personaje. Porque ser padres, hijos y hermanos es complicado, y más aún cuando lo eres en un mundo diferente al tuyo.
Este viaje emocional es lo mejor de Avatar: El sentido del agua y lo más diferenciador respecto a la primera entrega. Al fin y al cabo, el segundo acto de esta secuela es bastante más convencional: acción a raudales, algún que otro guiño a Titanic y una última hora y media repleta de adrenalina.
Un guion menos acelerado y algunos regresos aplaudidos
Temía lo peor cuando se confirmó que Stephen Lang y Sigourney Weaver formarían parte del reparto de Avatar: El sentido del agua. Sus regresos eran bastante complicados por su destino en el final de la primera entrega, pero James Cameron y compañía se las han ingeniado para convertir al Coronel Miles Quaritch y a la Doctora Grace Augustine en personajes importantes en la secuela. Ahora bien, no puedo negar que Sigourney Weaver funciona más como cameo con su papel original. Eso sí, hay una sorpresa en el reparto que prefiero no comentar y está relacionada con la actriz, por mucho que en el aparato promocional se haya hablado de ella. En cuanto a los nuevos personajes, me han convencido y ninguno de ellos me sobra, lo cual es sorprendente en una secuela de una cinta tan exitosa.
Más allá de las espectaculares secuencias de acción, algunas de las cuales son de lo más bestia que se ha rodado jamás (te recomiendo verlas en 3D), si tu miedo era que el guion de Avatar: El sentido del agua fuese tan vacío y acelerado como el de la primera entrega, te vuelvo a decir lo mismo: esta segunda entrega, con las bases ya asentadas de Pandora (que luce más bonito que nunca), se toma su tiempo en crear dinámicas y relaciones entre sus personajes. Y sin duda alguna, es lo mejor que le podía pasar a un proyecto que de lo contrario, habría muerto por las altas expectativas depositadas en él.
No he parado de sentir cosas con Avatar: El sentido del agua
No quiero terminar esta crítica de Avatar: El sentido del agua sin aclarar que no he parado de sentir cosas con esta nueva película de James Cameron. Han sido varias las escenas que me han emocionado y muchísimos los momentos en los que me he vuelto a enamorar de Pandora y los Na'vi, una sigue que sigue conectada a la naturaleza y que lucha por su propia existencia. Estás a punto de ver la mejor película del año, una súper producción tan ambiciosa que te costará analizar una vez salgas del cine. Una cinta por la que merece la pena pagar 10 euros de entrada. Un filme evento de esos que ya no se hacen.
Aunque tengas las expectativas disparadas, James Cameron las cumplirá con creces. El director se ha vuelto a superar multiplicando a la enésima potencia la fórmula Avatar y aportando una capa mucho más emocional que la presente en la primera entrega
Pandora es aún más precioso si cabe
La capa emotiva: la familia lo impregna todo sin caer en el sentimentalismo
La última hora y media es lo mejor que ha dado el género de la acción
Una experiencia para verse en 3D
Si no te gustó el guion de Avatar, el de su secuela es bastante mejor
Netflix, HBO Max, Prime Video, Disney Plus y Filmin, mis plataformas de streaming favoritas. Harry Potter, Marvel, DC, James Bond y Fast & Furious, mis películas comerciales preferidas. La vida es bella, mi película favorita. Así soy yo, y así seguiré.