Noah Baumbach compone estrofas como la vida le compone a él. Todo ello dibuja su cine; uno marcado por las personas que han crecido cerca suya, por los sueños y su lucha contra la dura realidad. El cineasta que tan gloriosamente ha vuelto a Netflix este 2019, recupera uno de los temas que más halagos le otorgó hace ya 15 largos años. "Historia de un matrimonio" es la evolución más elegante, severa y dramática de aquella "Historia de Brooklyn" con la que retrató de forma pomposa y e intelectual la separación de sus padres; JonathanBaumbach y GeorgiaBrown. Ahora el realizador se deja llevar por tonos más autobiográficos, con un relato que guarda importantes paralelismos temáticos y simbólicos respecto a su propia separación de la actriz Jennifer Jason Leigh.
En este caso no son dos escritores con ínfulas de filósofos los que se separan, sino un director y una actriz de teatro. Un cambio sutil que sin embargo condiciona toda la película. Que baja a nivel de suelo sentimientos y deseos, lógicas y pulsiones. Que rehuye de trucos baratos, y de la habitual manipulación del hijo como agravante de nada. El director dedica casi los 10 primeros minutos de cinta a plasmar el último coletazo de amor entre ella y él. Entre Nicole, una mujer joven, impulsiva e idealista, y Charlie, un hombre exigente, controlador y autoritario. El planteamiento es complejo, y Baumbach intentará durante las casi 2 horas y media de metraje, buscar un equilibrio imposible en una situación en la que todos son culpable y víctimas.
Nada es permanente
“Lo que más me gusta de Nicole; hace que te sientas cómodo con cosas incómodas. Escucha la verdad cuando alguien le habla […]”. “Lo que más me gusta de Charlie; es imperturbable. Ninguna opinión ajena o contratiempo le impide hacer lo que quiere hacer [...]”. Ambos utilizan el afecto para intentar dar sentido al sinsentido. Resulta especialmente curioso cómo Baumbach deja de lado resentimientos y odios, para apegarse al amor incluso en los momentos más peliagudos; ese recuerdo del pasado se mantendrá firme durante todo un proceso de divorcio que el sistema intentará canibalizar siguiendo sus propias lógicas. Existe una barrera insalvable entre ellos dos, y los abogados que contratarán para resolver las rencillas legales. Desde ahí, "Historias de un matrimonio" se comienza a separar del teatrillo sentimentaloide de "Kramer contra Kramer", para buscar un cuadro que no construye dicotomías y permite empatizar con todos los implicados en el proceso.
En el personaje de Johansson el cineasta proyecta su propia vida, la búsqueda de un lugar en el mundo. Ella se debate entre Broadway, donde tenía una familia y unos logros consecuentes, y Hollywood, la tierra hacia la que proyectaba todos sus sueños de joven. Baumbach primero bailó con WesAnderson, para posteriormente seguir las recetas de Woody Allen, perseguía un estilo propio. La búsqueda de una identidad en una sociedad que establece patrones y arquetipos a los que apegarse, es una constante que lleva a Nicole a cuestionar todo cuanto ha conseguido. La reacción de su marido primero es violenta, nacida de la incomprensión y el deseo innato de defender lo propio. Pero poco a poco ambas posturas se van acerando gracias al hijo de ambos. Encuentros y desencuentros, cesiones y condiciones, toda esa burocracia sentimental anhela construir un precepto artificial de familia, con unos integrantes volcados hacia la introspección y el autoaprendizaje.
Juego de suma cero
La premisa no es ni nueva ni sorprendente. Ya en "Secretos de un matrimonio", Bergman jugaba con los mismos elementos para retratar la lucha del corazón y la mente. La hazaña de "Historias de un matrimonio" no radica en el 'qué', sino en el 'cómo'. En la espontaneidad y crudeza con la que Baumbach retrata un proceso injusto pero natural. Con toneladas de diálogos, y unos planos infinitos, el cineasta alcanza una sensación de incomodidad perpetua que sirve de puente directo hacia los demonios de los protagonistas. Esta película es dolorosa, muy dolorosa de ver, y todo ello se condensa en los rostros de dos estrellas en plena catarsis. En una Johansson que regresa al cine de texto demostrando el talento acumulado durante décadas -por fin puede dejar de lado las acrobacias-, y por un Adam Driver que termina de demostrar porqué es el actor de la generación. Solo entre ellos dos se mantiene el armatoste melodramático, y solo gracias a ellos el cineasta puede mantener la tensión sin grandes aspavientos o buscar la lágrima fácil.
Ante tanta pena y tristeza ¿quién o qué sirve de punto de fuga? Si bien el papel de los protagonistas es de sobra merecedor de estatuillas y méritos, no se puede menospreciar el trabajo de soporte que hacen Dern y Ray Liotta; una como abogada pérfida y astuta de Nicole, y otro como perro legal a sueldo de Charlie. Si la cinta no cae en el tedio y la reiteración es precisamente gracias a las secuencias en las que estos dos preparan las defensas de sus clientes, y luchan frente al juez. Baumbach se deja llevar en ciertas ocasiones por la efusividad de los argumentos, por la rabia contenida, dejando notas algo discordantes. Pero las aguas no tardan en volver a su cauce gracias al permanente sentido del amor que mantiene todo unido de forma incomprensible. El "Being Alive" que Driver canta en los últimos minutos de cinta, refleja el proceso de aprendizaje por el que ha pasado, y abre una ventana a la esperanza; el amor no dio lo que se esperaba de él, pero dará otras muchas cosas. “Siempre estaré ahí, tan asustado como tú, para ayudarnos a seguir vivos”.
Conclusión
Comienza como un murmuro casi imperceptible, pero termina convertido en una tormenta de emociones de la que es imposible escapar. "Historia de un matrimonio" es un drama pegajoso, elegante y, sí, contra todo pronóstico, esperanzador. Actuaciones, diálogos, formas y contenidos; todo responde a una misma voz consciente del peso de sus palabras. Baumbach firma el mejor trabajo de su carrera, y le regala a Netflix la película más personal e inolvidable de su escalada hacia la cima de Hollywood.
Noah Baumbach lucha contra el buenismo de Hollywood en un relato increíblemente amargo y trágico del divorcio. Del proceso de madurez, la lucha del individuo contra la vida y contra uno mismo. Adam Driver y Scarlett Johansson soportan una gran carga dramática en los papeles interpretativos más destacados de sus carreras.
Scarlett Johansson vuelve al cine dialogado por todo lo alto
Adam Driver demostrando ser el actor de la generación
Los largos monólogos internos y externos de los protagonistas
Gran realismo y naturalidad en actuaciones y situaciones
Toneladas de trazos filosóficos de gran poso
El proceso de aprendizaje conjunto que cierra el final