Las versiones completas de los videojuegos son el "pan nuestro de cada día", una práctica habitual por parte de las compañías para vender sus productos como si se tratara de una segunda oportunidad; lo mismo está ocurriendo con las remasterizaciones que incluyen, además, todo el contenido adicional lanzado en su versión original; hablamos, por ejemplo, de este Dark Souls Remastered, una versión renovada del clásico de la antigua generación que, aunque no tiene tanto contenido adicional como sus secuelas, sí que aprovecha para englobarlo bajo un prisma nuevo en cuanto a gráficos.
Ya en mayo llegó su versión para PlayStation 4, Xbox One y PC (esta última estuvo rodeada de polémica) y faltaba por lanzarse la de Nintendo Switch, quizás una de las más esperadas gracias a la posibilidad de jugar por primera vez a la saga en formato portátil. ¿Pero ha logrado cumplir las expectativas? En las consolas de sobremesa de actual generación se logró un buen resultado pero no cumplió esas expectativas al estar ante un trabajo de cambio gráfico muy leve: se mejoraron texturas e iluminación pero se quedó lejos de lo que demostraron con la tercera entrega. En Nintendo Switch, sin adelantar mucho los acontecimientos, se han quedado aún más lejos. Aún así, estamos ante una obra maestra que deberíais de disfrutar si no tenéis otra oportunidad o si preferís el formato portátil. Nos adentramos en las hogueras de la muerte.
Gastar mucha tinta en describir qué nos vamos a encontrar es un esfuerzo innecesario porque todos sabemos qué es Dark Souls Remastered: invitamos a leer su análisis de versiones de sobremesa para que conozcáis más detalles concretos; pero sí vamos a hablar un poco del contexto en el que nos llega esta remasterización. Realmente, se trata de un proyecto que buscaba conseguir que los usuarios de la actual generación tuvieran la saga al completo en la misma plataforma, ya que la segunda y tercera entrega estaban disponibles (la segunda en forma de port, la tercera, totalmente nueva); en cambio, a Nintendo Switch llega como la primera incursión de la franquicia en una plataforma de Nintendo.
Tenemos que ser conscientes de que estamos ante un videojuego que inició una franquicia (aunque continuase el legado de Demon's Souls) por lo que la eficacia del combate encontrada en la tercera entrega no se ve aquí como tal: los controles son toscos en el peor y en el mejor sentido de la palabra, hay que ser muy técnico con el escudo y hay que saber esquivar en el momento justo. No estamos tampoco a un combate más rápido como en Bloodborne: en muchas ocasiones, realizaremos un ataque débil, esquivaremos y volveremos para atacar más fuerte. Es lo que caracteriza a los títulos del "maldenominado" género souls (no deja de ser un videojuego de acción y rol más pausado y técnico).
Otro detalle importante es la presencia del multijugador en la saga: adquiere un matiz diferente a otros videojuegos de rol, puesto que se trata del uso de espíritus que nos ayudarán en combate y de mensajes que podemos ir dejando para aconsejar a otros jugadores. No deja de ser una experiencia de un jugador en el que otros participantes ayudan de forma pasiva sin realizar acciones en tiempo real, por lo que la soledad que impregna la propia ambientación de la obra sigue estando patente. Cooperar se hace gracias al sistema de contraseñas implantado con la tercera entrega.
En definitiva, se trata de un juego de rol que requiere mucha habilidad por parte del jugador y en el que moriremos en muchas ocasiones; iremos recogiendo almas (que desaparecen si morimos pero podemos recuperar si regresamos al mismo lugar) que nos permite subir el nivel de diferentes estadísticas y encontrando diferentes armas y armaduras, entre otro equipamiento como escudos, cinturones..., que nos mejorarán los atributos. Estas dos cuestiones (niveles y equipo) son los dos elementos principales del progreso como jugador y en algunos momentos en los que no podamos avanzar será esencial subir de nivel y mejorar el equipamiento para enfrentarnos contra los temibles enemigos finales.
Llegamos al aspecto que más interesará a los lectores que estén leyendo este análisis: bien, sabemos que es un título que podría ser tildado de obra de arte, con una jugabilidad profunda y que, pese a ser tosca, ha envejecido bien pero, ¿cómo se ha trasladado esta aventura a Nintendo Switch? Pues bien, tenemos luces, y bastantes sombras. Las luces, en primer lugar, pertenecen a contenido (que es idéntico al resto de versiones) y a la jugabilidad. Vamos a hablar de los controles.
Al enfrentarnos por primera vez a Dark Souls Remastered en la plataforma híbrida, en su formato portátil, pensábamos que los controles serían más complicados puesto que, por ejemplo, los gatillos o los joysticks tienen menos recorrido; pero no ocurre. Esta sensación desaparece y estamos ante una aventura plenamente disfrutable. Lo mismo ocurre con la cámara: no falla casi nunca y hay un apuntado automático que, en este caso, sí puede provocar algún que otro problema cuando cambiamos sin querer de objetivo moviendo el joystick derecho. Fuera de ello, estamos ante una gran versión en cuanto al traslado de controles, aunque sigue extrañándonos que para aceptar una opción se use el botón B y no el A.
El problema llega con el apartado gráfico, en dos aspectos diferentes: en el modo portátil, la verdad, nos ha sorprendido para bien. El modo sobremesa, en televisión, no tanto. Jugando en el modo portátil tenemos un juego que luce bastante bien, aunque más cerca de la antigua generación que las versiones de sobremesa, y que se mantiene en unos sólidos 30fps con leves caídas esporádicas que no empañan la experiencia. En sobremesa, conectada la consola a nuestra televisión, las caídas aumentan y las texturas se ven peor. Es decir, creemos que se ha apostado por una resolución dinámica que de vez en cuando aumenta los dientes de sierra. Es por ello que recomendamos su juego en formato portátil y no en formato sobremesa. Por último, la iluminación y las texturas lucen mejoradas respecto a Dark Souls en PlayStation 3, por ejemplo, pero el brillo en algunos momentos, incluso al máximo, se nos antoja insuficiente.
Sobre los problemas de audio que se han referido en algunas noticias, no hemos tenido ninguno o, al menos, no lo hemos percibido. Tampoco hemos tenido problemas en una de las ubicaciones más problemáticas en su versión original: la Ciudad Infestada; sobre todo, si comparamos respecto a esa versión original de la antigua generación, luce mejorada en rendimiento aunque es dónde más caídas leves de frames hemos tenido en el televisor. Por último, y esperemos que se solucione en las próximas horas: no hemos podido conectarlos al multijugador en ningún momento "por problemas con la calibración".
No podemos negar que se trata de un port que, con dos meses o tres de trabajo extra, sería perfecto: pero hay problemas de rendimiento sobre todo en el modo sobremesa. Aún así, se hace perfectamente disfrutable y sigue siendo ese juego que todos recordamos: desafiante, divertido y técnico. Esperemos que la saga desembarque en su totalidad en Nintendo Switch y se mejore el trabajo realizado en futuras entregas.