Detroit: Become Human
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Hace más de una década que Quantic Dream diera su primer gran paso en el mundo de los videojuegos con respecto al drama interactivo. Fahrenheit se convirtió en la primera piedra que acabaría sirviendo para construir un sólido tejado con ciertos altibajos posteriores en torno a Heavy Rain y Beyond: Dos Almas. Con cierta experiencia ya a sus espaldas y una tremenda ambición en forma de guion de más de dos mil páginas, no es descabellado afirmar que Detroit: Become Human supone la culminación de los trabajos mencionados.
Detroit: Become Human se compone de una increíble cantidad de tópicos y perspectivas sobre la realidad que hacen de esta obra una increíblemente profunda, pero más allá de todo lo que rodea la trama existe un mundo que al igual que los personajes que llegamos a controlar, se encuentra en un constante movimiento. La tecnología, así como los conflictos a nivel mundial, transcurren a la par que se desarrolla el mundo originado por el estudio de Quantic Dream, algo que acaba derivando en un contexto que cobra vida por sí mismo.
En este sentido, resulta verdaderamente interesante echar un vistazo a las diferentes lecturas que podemos encontrar por las distintas zonas del juego. Estas no sirven solo de mero adorno, pues nos facilitarán conocer en mayor profundidad todos los cambios que están ocurriendo a nivel social en la propia Detroit y el mundo que rodea a esta. Y es que la Detroit del año 2038, pese a contar con una innovación tecnológica abrumadora, servirá de cuna a muchos pecados históricos que parecen acechar la sombra del ser humano allá a donde se desplace.
Es posible que dada la inmensa variedad de contextos en los que podemos llegar a situarnos en Detroit: Become Human, hablar de una sola narrativa no haga justicia a la densidad de la obra, pero esto es algo que trataremos en mayor profundidad a continuación. Lo cierto es que cuando surgió el dato de que esta obra contaría con un total de 2.000 páginas de guion daba a la posibilidad de que pese a su tamaño, no lograra centrar una línea argumental sólida y a la altura de las expectativas. Pues bien, todo temor que pudiera tenerse al respecto, puede perfectamente dejarse de lado.
Jugar con Kara, Connor y Markus provoca que tengamos tres perspectivas totalmente distintas acerca de un mismo conflicto, lo cual a su vez puede suponer que alguna de las historias no cause tanta conexión como las otras para con los jugadores. Sin embargo, lo cierto es que las tres están plagadas de momentos de gran epicidad, emoción y tensión que acaban provocando que la constante traslación entre una y otra historia genere interés por tal de seguir avanzando en toda y cada una de ellas. Esto no se debe solo a los momentos que viviremos propiamente, sino a cómo Quantic Dream nos invita a vivirlos.
La historia de Detroit: Become Human no supone solo una de liberación e identidad con los androides, sino que a medida que avancemos con nuestros respectivos personajes realizaremos una constante introspección mediante la que no solo se forjará el carácter de los protagonistas, sino que también se sembrarán las dudas en la mente y ética del jugador. Saber si se está haciendo lo 'correcto' será más difícil que nunca con Detroit: Become Human, pues este forzará a los jugadores a medir la solidez de sus convicciones, avivado por la siempre presente idea de "hasta dónde serías capaz de llegar por tal de cumplir con tus objetivos".
Hay ciertos conceptos y recomendaciones que son necesarios tener en cuenta a la hora de jugar a Detroit: Become Human, siendo el principal de estos la gran variedad de posibilidades al alcance de los jugadores. El abultado guion de la obra no se debe, como hemos mencionado, a la duración de un walkthrough, pues estos como ya se indicó en el pasado pueden oscilar entre 8 y 12 horas dependiendo del jugador. Sin embargo, la realidad es que para contar con la experiencia al completo de lo que ofrece el último producto de Quantic Dream posiblemente debamos invertir alrededor de 40 a 50 horas, como mínimo.
El primero de los walkthrough, además, recomendamos que se lleve a cabo sin volver sobre nuestros pasos para cambiar ciertos desenlaces que no hayan sido de agrado. La primera de las experiencias con Detroit: Become Human, pura, facilitará que el jugador sienta un todavía mayor peso sobre sus acciones, pues ciertamente son muchas las situaciones en las que tanto personajes principales como secundarios son susceptibles de perder la vida. Y es que hasta algunas de las más iniciales acciones que llevemos a cabo en el juego pueden acabar contando con un notable impacto en los compases finales o que, simplemente, cambien por completo el resto de la experiencia que nos queda por disfrutar.
Como puede comprobarse en la tabla insertada, cada escena de Detroit: Become Human cuenta con muchos pequeños detalles que los usuarios pueden llevar a cabo, y en la mayoría de ocasiones son precisamente estos los que nos acaban conduciendo hacia uno de los finales posibles. Además, en ciertas escenas contaremos con inicios o finales únicos que vendrán no solo como una consecuencia de lo que hagamos en ese mismo instante, sino que a raíz de situaciones pasadas descubriremos que de haber tomado decisiones diferentes, podríamos haber vivido ese mismo momento desde una perspectiva completamente alternativa o directamente no haber llegado a vivirlo.
Un incentivo añadido, por si la gran variedad de caminos diferentes no fueran suficientes, es que a más opciones exploremos más 'créditos' ganaremos mediante los que luego poder adquirir extras del juego. Ilustraciones, vídeos y modelos de personajes que nos permiten adentrarnos un poco más en el proceso creativo de la obra de Quantic Dream.
Detroit: Become Human no cuenta solo con la capacidad de ofrecer escenarios que, como hemos destacado, alcancen una epicidad de lo más considerable, sino que al mismo tiempo consiguen hacer algo grande de lo pequeño. Una de las muestras más recurrentes de ello se encuentra en Markus, el cual, como actividad secundaria, presenta breves instantes en los que puede tocar el piano como mero pasatiempos. El apartado visual, piezas músicales y capacidad del juego por permitirte interactuar de forma directa pese a que sencilla facilitan poder sentir fuertes emociones derivadas de la combinación de los citados elementos.
Los planos del juego, junto a su asombrosa calidad técnica, consiguen que Quantic Dream haya dado vida a algunas de las secuencias más memorables que muchos recordarán en mucho tiempo en los videojuegos. Con nada que envidiar a algunas de las últimas grandes producciones exclusivas de PlayStation 4 como Horizon Zero Dawn y God of War en lo que a nivel gráfico respecta, Detroit: Become Human logra limar las diferencias entre la jugabilidad de unos y otros potenciando como pocos los puntos cinematográficos que luce con mayor fortaleza.
Si por algo Detroit: Become Human logra precisamente contar con un magnífico guion así como algunas de las escenas con mayor impacto en la historia reciente de la industria, es sin lugar a dudas por su tratamiento de aspectos como la identidad del ser humano y qué hace de alguien una persona real. El debate entre la composición orgánica de las personas y lo que realmente puede definir la condición humana entra en constante conflicto tanto por las acciones de primeros como terceros, siendo posiblemente la historia de Kara aquella que de mejor forma logre mirar a los ojos a esta discusión.
Desde hace meses que se defendió en Quantic Dream el objetivo de contar con un impacto en los jugadores, y la verdad es que presenta las suficientes preguntas como para darse por satisfecho. Además, el hecho de que Detroit: Become Human tenga lugar en los Estados Unidos de América, una nación fuertemente ligada a la historia de la esclavitud así como a la diversidad entre razas, incita inevitablemente a pensar en cómo el ser humano puede chocar en repetidas ocasiones contra un mismo muro.
Antes de extraer las conclusiones finales resaltaremos algunos puntos de Detroit: Become Human que pese a poder ser un tanto más secundarios, cuentan con especial relevancia a nivel jugable. Así pues, en un primer lugar mencionaremos que los textos de los subtítulos cuentan con tres medidas diferentes para gustos de todos los jugadores, y sin llegar a ofrecer ningún tipo de problema para su visión. Por otra parte, destacaremos que el panel táctil presenta una notable variedad de usos que hacen de su presencia un elemento indispensable. En tercer lugar indicar que dado que no queremos chafar ninguna sorpresa no entraremos en detalles, pero el menú principal del juego ofrece un 'extra' muy interesante que facilita formar parte de la revolución de Detroit: Become Human.
Los QTE y el escáner de los androides son seguramente los dos elementos a tener en mayor consideración a la hora de avanzar por los diferentes escenarios. La dificultad de los primeros variará acorde con el reto que tengamos ante nosotros y fracasar en repetidas ocasiones puede acabar por provocar un agrio destino en nuestros personajes. En cuanto al escáner, supone la herramienta básica de todo y cada uno de nuestros protagonistas para determinar qué elementos del escenario pueden permitir una interacción. Utilizarlo con frecuencia es la única opción disponible si queremos asegurarnos de no pasar por alto ningún objeto o pista.
Una conclusión general que puede extraerse sin dudas es que Quantic Dream lo ha conseguido. Ha logrado aprender de lo positivo y negativo en sus anteriores entregas para crear en Detroit: Become Human la aventura interactiva más espectacular de su trayectoria profesional. Marcus, Kara y Connor consiguen que el jugador se sumerja en una historia por la lucha de identidad, los sueños y la superación personal que no hace más que embriagar a medida que avanzan las horas de juego. Todo ello apoyado en una ambientación espectacular que deriva de una banda sonora memorable y un apartado visual de entre los más espléndidos de la generación.
Tanto si se es fan de los trabajos de Quantic Dream como obras similares, o si por el contrario las aventuras narrativas/interactivas no suelen llamar la atención, Detroit: Become Human no dejará indiferente a absolutamente nadie. La fuerza de su argumento, por sí sola, ya cuenta una historia(s) que vale la pena explorar, pero la obra en su totalidad es una buena muestra de la magnificencia que puede llegar a alcanzar la industria de los videojuegos.