Es probable que cuando alguien te recomiende una serie turca, huyas en una dirección contraria. No es para menos, ya que la industria de televisión turca se ha quedado estancada en estereotipos y tópicos propios de finales del siglo XX, aderezados de la cultura islámica en la que viven. Sin embargo, nosotros mismos debemos ser capaces de superar estos miedos y adentrarnos en la industria audiovisual de Turquía para encontrarnos con series tan adictivas como 'Las alas de la ambición', una telenovela turca de mayor calidad que la media, más cercana a un thriller convencional y que acaba de estrenar en Netflix su tercera temporada. ¿Por qué deberías engancharte a ella si te gusta el género de la intriga?
La historia de 'Las alas de la ambición' se ubica en una redacción de informativos en la que trabaja una veterana y reconocida presentadora. Cuando una joven becaria entra a formar parte del equipo, empieza a descubrir que debe enfrentarse al lado oscuro de la ambición, la envidia y el deseo de ser vista por todos.
Birce Akalay, Ibrahim Celikkol e Irem Sak son tan solo algunos de los protagonistas de esta serie turca creada y dirigida por Deniz Yorulmazer, con guion de Meriç Acemi.
Ni en narrativa, ni en estética ni en interpretaciones 'Las alas de la ambición' parece una telenovela turca más. No es ni un drama romántico del montón, ni un thriller extremadamente complejo, pero sí que tiene toques de melodrama típicos en los culebrones y giros que aportan intrigan a la historia. Obviando la existencia de una voz en off que me ha sacado de mi contexto a lo largo de las dos temporadas que ya he visto, 'Las alas de la ambición' funciona como entretenimiento, y en eso destaca sobre todo.
Sin embargo, me gustaría aplaudir la valentía del equipo de emitir una mirada crítica hacia la industria de los medios de comunicación y a muchos de los que trabajan en ellos. Personas con ganas de poder y que serían capaces a todos con capaz de pisotear. Con valores e intereses claros desde el primer capítulo, es la protagonista becaria la que debe enfrentarse al status quo: a una presentadora establecida y reconocida y a una dirección a la que le importa poco que la reina de los informativos sea en realidad una persona de todo, menos bondadosa.
También se realiza un interesante acercamiento al tratamiento de la noticia en pleno siglo XXI, en el que lo que importa es la inmediatez y el 'ahora'. Una lectura secundaria a una trama en la que prima sobre todo las maldades y el drama, por encima de cualquier otro elemento.
En resumen, si siguen rodando temporadas de 'Las alas de la ambición' es porque el tema del que trata parece no tener fin. Nunca se agota y en la segunda temporada me enganché más rápido que en la primera. ¿Habrá mejorado aún más la tercera temporada de 'Las alas de la ambición', disponible desde el 11 de abril en Netflix?
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