Parece que fue ayer cuando "The Mandalorian" volvía a Disney Plus con su segunda temporada. Pero lo cierto es que ha pasado ya un mes de aquel episodio en las arenas de Tatooine luchando contra el dragón Krayt, con Boba Fett y su armadura de por medio. La serie ha llegado esta semana al ecuador de la temporada con un nuevo capítulo, el cuarto, que una vez más logra mantener el alto nivel del que hace gala el proyecto (a excepción del 2x02, que no estuvo a la altura).
En esta ocasión, el 2x04 llevará a Mando (Pedro Pascal) y el Niño (Baby Yoda) a un planeta de sobra conocido por ambos, Nevarro. En él se sucedieron buena parte de los episodios de la primera temporada, por lo que no podían faltar tampoco dos personajes ya plenamente instaurados en el universo de la serie como son Cara Dune (Gina Carano) y Greef Karga (Carl Weathers). Mando acude a ellos con la intención de arreglar su nave, el Razor Crest, ya que la necesita en plena forma para llegar a Ahsoka Tano, la Jedi que debe encargarse de Baby Yoda. A cambio de la ayuda de sus amigos, el protagonista les echará un cable destruyendo una antigua base imperial abandonada. O eso pensaban.
Abrazar el pasado
El capítulo, titulado "El Asedio", nos presenta desde el primer momento un lugar de sobra familiar para los fans de la serie. Así, aunque Nevarro se haya modernizado y estabilizado tras la derrota y expulsión del planeta de Moff Gideon y sus tropas imperiales, la esencia del lugar sigue ahí y se nota. Tras la mencionada fachada de luz y esperanza, Nevarro es un planeta que aún guarda ese ambiente algo deprimido del que continúa saliendo. Ya no hay cazarrecompensas ni soldados imperiales, pero tampoco ha llegado con fuerza la Nueva República. Hay incluso un colegio, pero todavía priman la justicia personal y el individualismo (algo que se plasma en el trato de Cara y Greef al cobarde Mythrol azulado). Y esto es lo que le da una atmósfera tan peculiar y llamativa al lugar.
Y si a este conocido ambiente se le une una nueva cruzada de Mando, Cara y Greef contra el Imperio, es que podría encajar perfectamente como un episodio de la temporada anterior. Esta es una carta que el propio Carl Weathers, encargado de dirigir el capítulo, no esconde en ningún momento. Y es arriesgada, sobre todo viendo la recepción que tuvo el 2x02 dada su falta de avance con respecto a la trama. Por ello, cabría pensar que un episodio con los ingredientes del que nos ocupa pasaría por el mismo proceso de crítica y disgusto por parte de los espectadores. Pero Weathers sale considerablemente airoso de la jugada. Y no solo por lograr un equilibrio mucho más coherente en el uso del humor deBaby Yoda, que tiene dos o tres escenas gloriosas, sino por la propia narrativa del capítulo.
Una mirada hacia adelante
Tras un arranque algo lento al que le cuesta entrar en faena debido a ese retorno excesivo al nuevo Nevarro, Weathers pone en marcha la maquinaria para que sea imposible aburrirse. Los personajes llegan a la mencionada base imperial abandonada y, a partir de ese momento, el episodio mete un giro de 180 grados pisando el acelerador para ya no soltarlo más. Cada minuto es más emocionante y divertido que el anterior. La acción va in-crescendo de forma muy natural hasta que, de repente, te ves envuelto en una nueva lucha contrarreloj evitando estallar junto a la base a la vez que esquivando los blásters de los soldados que aún quedaban en el lugar. Disparos, persecuciones con speeders, explosiones, una espectacular batalla aérea entre el Razor Crest y algunos cazas Tie e incluso una oferta de la Nueva República para que Cara se una a ellos. Y, por si todo esto le sabía a poco a alguien, se nos introduce sin titubeos la trama de Moff Gideon y sus planes de futuro para restablecer el dominio del Imperio en la galaxia.
El malvado villano interpretado por Giancarlo Esposito sigue detrás de Baby Yoda. El adorable ser parece la clave para recomponerse tras la derrota del emperador Palpatine y su segunda Estrella de la Muerte. Y, aunque no se explica directamente el por qué, sí se dandos pistas claramente conectadas. La primera es que en la base que atacan Mando y compañía se encuentran unos tanques de líquido azul que contienen cuerpos, dejando intuir algún sistema de clonación o mutación genética. La segunda pista la da un holograma del Dr. Pershing, que ya apareció en la primera temporada haciendo experimentos con Baby Yoda: necesitan la sangre del Niño, una gran fuente de "M". ¿Midiclorianos quizá? Queda evidenciado así que el Imperio sigue plenamente operativo, probablemente tratando de crear un ejército de soldados sensibles a la Fuerza. Y Mando y Baby Yoda son su objetivo principal.
Todas estas revelaciones son un gran acierto del episodio, que en su segunda mitad decide mirar solo hacia adelante y no guardarse nada. La trama esta vez sí avanza a un gran ritmo y augura una recta final de temporada de lo más vertiginosa. Y es que, a falta de tan solo 4 episodios para terminarla, cada vez son más los interrogantes que hay sobre la mesa: ¿por qué es tan importante que Baby Yoda llegue a Ahsoka Tano? ¿Conseguirán los protagonistas encontrarse con la Jedi antes de que los encuentre el Imperio? ¿Cuál es el objetivo de estos supuestos planes sobre experimentación genética con la Fuerza y los nuevos soldados clon? ¿Qué ocurrirá con Bo-Katan y el resto de mandalorianos en su lucha contra Moff Gideon?
Conclusión
"El Asedio" es un gran episodio de "The Mandalorian" que, sin llegar a la excelencia de algunos de sus predecesores, sí deja un buen sabor de boca. La nostalgia de la primera temporada es la justa y necesaria y no eclipsa la acción -siempre ascendente- ni el avance de la trama principal de la segunda mitad del episodio. Algunas de sus secuencias son impecables y, además, introduce un buen puñado de revelaciones y enigmas que deberán consolidarse en los cuatro episodios restantes. En definitiva, un nuevo éxito para la serie.
"El Asedio" es un gran episodio de "The Mandalorian" que, sin llegar a la excelencia de algunos de sus predecesores, sí deja un buen sabor de boca. La nostalgia de la primera temporada es la justa y necesaria y no eclipsa la acción -siempre ascendente- ni el avance de la trama principal de la segunda mitad del episodio. Algunas de sus secuencias son impecables y, además, introduce un buen puñado de revelaciones y enigmas que deberán consolidarse en los cuatro episodios restantes. En definitiva, un nuevo éxito para la serie.