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Análisis Black Mirror

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Black Mirror nunca ha sido la típica saga a la que todo el mundo recurre cuando habla del género de las aventuras gráficas. Si bien no eran títulos ni mucho menos deplorables en las tres entregas que tuvo, nunca consiguió traspasar el límite que separa entre ser un juego bueno, pero poco recordado y aquel que dicta los juegos que pasan a ser leyenda.

Puede ser que este motivo fuera uno de los grandes culpables para iniciar un reboot de la franquicia, y es que, en disimiles ocasiones nos topamos con reboots que son culpables de llevar a la fama a aquellos títulos que no lograron el éxito esperado. Este puede ser el caso de Black Mirror que, con su nueva entrega, quiere atraer a los amantes de las aventuras gráficas y sumergirles en un mundo donde el terror, el misterio, lo gótico y lo sobrenatural, se dan la mano constantemente. 

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Bebiendo de la literatura gótica

Desarrollado por KING Art Games, Black Mirror se presenta como un videojuego hecho para aquellos que disfruten del terror gótico, dejando claro en su carta de presentación que, como no podía ser de otro modo, el misterio y lo sobrenatural estarán a la orden del día desde que nos pongamos a disfrutar del título.

Tras el suicidio de su padre, encarnaremos a David Gordon que visitará el hogar de sus ancestros por primera vez en su vida. En un lugar vasto de Escocia, se halla la mansión Black Mirror, que continúa en pie desde su construcción. Amenazado por el oscuro halo de misterio que recubre la casa, por las historias de fantasmas que se cuentan, por la locura que invadió a muchos de los familiares, David teme que pueda acabar como muchos de sus ancestros y deberá luchar a capa y espada por defender su vida y lograr desenterrar el oscuro y terrorífico misterio que guarda su familia.

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No se puede negar una vez se comienza la historia y empezamos a explorar la mansión, conocer los personajes y algún que otro detalle, que Black Mirror se fija en dos grandes exponentes de la literatura gótica para crear un ambiente terrorífico apropiado. Edgar Allan Poe y Howard Phillips Lovecraft no solo forman parte de la extensa colección de libros de la familia de Gordon, también rezuma el aroma de la inspiración a la hora de crear la historia de esta nueva entrega. Desde la locura y el foco que se centra en los problemas mentales del protagonista o los miembros de la familia, podemos comprender esa inspiración que, a decir verdad, queda retratada de forma excelente. No es ya solo que el título triunfe ofreciendo una buena historia y un buen trasfondo sobre el desconocimiento de nuestra propia familia o los misterios que se puedan ocultar en ella, va más allá de eso. Black Mirror cuenta el terror en lo narrativo, en lo sonoro y en sus múltiples detalles donde no falta ni el más mínimo ápice para aterrorizar o llenar de congoja al jugador. Las conversaciones con los integrantes de la historia y ver más allá de sus palabras, el crujir de las maderas al subir una escalera, las apariciones que también se manifiestan a lo largo de nuestra aventura o escuchar tan solo nuestra respiración en una habitación ligeramente iluminada, hacen que Black Mirror pase con nota este aspecto.

Por si fuera poco, su guion absorbe al jugador y crea esas sensaciones de pensar en qué vendrá después o de hacer nuestras propias cábalas una vez haber dejado nuestra partida para otro momento. Estos aspectos son los que conforman una buena excusa para, como mínimo, poder animarse a probar aquello que nos tiene que ofrecer Black Mirror. Pero claro, no solo de narrativa y ambientación vive el jugador de las aventuras gráficas, que también busca un mínimo de dificultad en sus puzles y, como popularmente se dice, comerse el coco en buscar una solución al conflicto que se nos presente.

En este aspecto, el título tiene altibajos que termina por hacer una dificultad que en momentos se vuelve dificultosa y en otros, por el contrario, demasiado simple. Se repiten mecánicas empleadas en otros títulos y características de los juegos de este género; mecanismos que se abren a través de una contraseña, búsqueda de objetos, etcétera. Más allá de lograr acertarlos o no, habrá situaciones en las que se nos presenten más de un conflicto a la vez y, si no se pone maña y memoria, es probable que entremos en una elipsis donde definitivamente acabemos por perder el norte y no sepamos cuál debe ser nuestro siguiente paso. En este aspecto ayuda mucho el tener un apartado en el menú donde podremos mirar los objetivos para no entrar en pánico antes de tiempo.

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Si bien en lo narrativo el juego resulta ser una auténtica gozada y todo lo relativo a este parámetro está muy bien medido, en los puzles, como comentaba, no termina de brillar con toda la fuerza que debiera. Hace falta medir correctamente la dificultad en las aventuras gráficas y no limitarse a los dos extremos que son lo fácil y lo laborioso. Si se hubiera cuidado un poco mejor este aspecto, estaríamos ante un título que podría ser redondo en las tres partes que conforman lo brillante de una aventura gráfica: la narrativa, los puzles y, como no, su doblaje, del que hablaré más adelante.

En lo que sí baja mucho la calidad de Black Mirror es en su rendimiento. Si bien en la jugabilidad la cámara nos puede jugar alguna trastada que tampoco termina de ser del todo grave, es en sus frames donde disponemos de un mayor problema. Es un hecho visible desde el minuto uno que, en la versión de PlayStation 4, el rendimiento da unos bajones de frames por debajo de los 30 FPS, algo impensable teniendo en cuenta que la consola debería hacer fluir el juego como poco a esos 30 que comentaba hace un instante. Hay otros títulos del mismo género que, por el contrario, sí han logrado tener una estabilidad en este aspecto, pero, por alguna razón, Black Mirror no lo logra y es algo que termina por molestar. No es tanto que a la hora de avanzar por un escenario se nos ralentice, el problema llega cuando queremos cambiar a otro escenario diferente y, entre la bajada de frames y alguna carga de pantalla de larga duración, corta incluso algunas escenas con cargas narrativas importantes relativas a un misterio descubierto o cualquier otra situación. Por fortuna, es probable que esto pueda solucionarse a corto plazo con el nuevo parche en el que trabaja el estudio.

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Sonido y doblaje

En lo relativo al sonido, Black Mirror se alza como un juego que cumple en el doblaje y lo hace de forma excelente con los efectos de sonido. Al comienzo de este artículo hacía hincapié en los distintos detalles que nos encontramos y es que, muchos o la gran mayoría de ellos, están acompañados por estos efectos de sonido. El silencio sepulcral interrumpido por el crujir de unas escaleras, nuestros pasos, nuestra respiración o los distintos relojes esparcidos por toda la mansión, dan pie a crear una atmósfera en la que se respira en todo momento inquietud.

Si ya centramos el foco en el doblaje del título, hay momentos en los que no termina de brillar y se queda simplemente en ir a por la victoria en lugar de a por la goleada. Existen voces que acompañan a los personajes que no terminan de convencer, pero en cambio otros brillan con luz propia; el caso de uno de los personajes invidentes de la casa, misterioso como el que más, es uno de los que, con la voz de su actor de doblaje, cosecha puntos extra.

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Por otro lado, estas voces las disfrutaremos en inglés con subtítulos a nuestro idioma, por lo que será accesible para todo tipo de públicos.

Conclusiones

No nos podemos engañar: Black Mirror es un título que como aventura gráfica es más que satisfactorio. Sí, es cierto que tiene errores y que algunos de ellos nos pueden cortar incluso el ritmo de juego, pero su historia y todo lo que rodea a la misma es tan apasionante que una vez que se inicie la partida, el jugador querrá más y más a pesar de estas pequeñas taras.

Es una vuelta de tuerca a una saga que podría tener en pleno 2017 la oportunidad de resucitar y brillar con luz propia. No negaré que espero que se haga así, pues necesitamos de historias de este tipo y de juegos que ofrezcan una aventura más allá de recorrer un mapa de punta a punta sin hacer apenas acciones.

Redactado por:

Amante de la música en todos sus formatos, un enfermo de esos que dicen en la televisión de los videojuegos y devorador de cacahuetes.