¿Hay alguna saga de videojuegos que te pierda por completo y por la cual has invertido una buena cantidad de dinero? Y no sólo en sus juegos o en contenido digital, sino en merchandising que puedas tener físicamente. Eso me pasa a mí con la franquicia Persona, de la cual tengo ya varias ediciones especiales. Y aunque sea en menor medida, también me gusta mucho The Legend of Zelda, como a muchos de vosotros. Sin ir más lejos, es muy probable que incluso alguno de vosotros tenga una réplica de la Espada Maestra.
Más allá de las figuritas o estatuillas, la propia Espada Maestra que porta Link en todos los juegos de la saga es perfecta para tener una réplica en tu habitación y así rendir homenaje a la tan querida franquicia. Pero si es tu caso, te voy a contar una historia que ha sucedido recientemente y que te puede servir de aviso en caso de que quisieras hacer cosplay de The Legend of Zelda en alguna convención de juegos venidera.
Sin duda, una historia que en el futuro se habrá quedado como anécdota. O no, porque esos antecedentes para Bray se quedan. Así que ya sabes: ten cuidado si vas a hacer cosplay de Link y vas a llevar una réplica de la Espada Maestra por la calle, aunque tan sólo mida 15 centímetros.
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