Cuando uno escucha que uno de los nombres más reconocibles de la industria del videojuego se embarca en una nueva aventura alejada del sector triple AAA para, esencialmente, dar vida a un proyecto que aúne sus ganas de dar voz de nuevo a la creatividad y, al mismo tiempo, se sostenga sobre los múltiples años de experiencia que este lleva trabajando en el medio, es inevitable que una parte de mi atención quede destinada a observar los pasos que va dando su obra. Algo así me ocurre con Disintegration, el título con la que debutará V1 Interactive, estudio comandado por Marcus Lehto, cocreador de la franquicia de Halo.
Hace poco más de una semana tuvimos la oportunidad de llevar a cabo un viaje hacia las entrañas del estudio a través de los senderos de internet para asistir en exclusiva a una presentación online de V1 Interactive que estaba centrada, sobre todo, en el modo campaña de Disintegration y cuya celebración pretendía transmitir un mensaje claro y conciso: el modo para un jugador de la propuesta será tan o más relevante que sus virtudes multijugador.
Y es justo ahí, donde el recorrido hacia la ciudad Múnich (en la que había sido programado inicialmente el evento) que pudimos hacer desde nuestra propia casa a causa de la crisis sanitaria internacional no solo se transformó en un viaje virtual hacia la presentación, sino en un viaje personal que llevó mi concepción de lo que era Disintegration hacia nuevos y sorprendentes lugares.
Una de las principales declaraciones de Marcus Lehto que eliminaron toda duda posible de la ecuación en cuanto a cómo de importante sería el modo campaña de Disintegration consiste, principalmente, en que esta modalidad fue concebida durante las primeras etapas de desarrollo del proyecto; llegando incluso a erguirse como el aspecto principal en torno al que giraría todo lo demás.
Es por ello que era esperable que V1 Interactive buscara crear un nuevo universo con Disintegration que estuviera lleno de matices, repleto de lore y desbordante de intenciones de traer a la industria nuevas historias y distopías. Para ello, Marcus Lehto y su equipo han recurrido a uno de esos tropos de la ciencia ficción que más consecuencias existencialistas posee para narrar la confrontación épica que tendrá lugar en la trama y, sobre todo, para construir la base argumental sobre la que se erguirá su universo: la fusión del ser humano con la máquina.
El punto inicial de la historia que se contará en Disintegration tendrá lugar dentro de 150 años, en un futuro distópico en el que la humanidad ha ido sucumbiendo ante las calamidades que se derivan de forma esperable de nuestro comportamiento actual: el cambio climático, la superpoblación y el consumo imparable de los recursos limitados del planeta. No obstante, nuestra especie encontrará en la trama alternativa de Disintegration una de esas soluciones que compensan los problemas resueltos con otros que la misma solución genera y que consiste, esencialmente, en que la humanidad ha descubierto la forma de trasplantar la mente de un individuo en una entidad mecánica.
Esta premisa argumental que se sirve de uno concepto que apunta al devenir de la tecnología se empleará para dar vida a una de las confrontaciones más primitivas de nuestra especie: el bien contra el mal o, en este caso, aquellos que siguen sintiéndose humanos contra los que quieren dejarse absorver completamente por su parte robótica. Esto último (a falta de comprobar cómo se irán desenvolviendo los acontecimientos que se narren en Disintegration) sirve para dar pie a debates que llevan preocupando a nuestra especie desde hace siglos: ¿qué es lo que nos hace humanos? ¿cuánta vida hay dentro de una inteligencia artificial?; y, por otra parte, debates que tienen que ver con el proyecto mismo del estudio: ¿sabrá V1 Interactive aprovechar todas las bondades argumentales de dichas corrientes existencialistas como para ofrecer una trama que mantenga nuestro interés incluso cuando apaguemos nuestra consola u ordenador?
La jugabilidad de Disintegration es especialmente llamativa por ser capaz de mezclar dos géneros aparentemente incompatibles dentro de una experiencia que los unirá de manera simultánea. De esta manera, la primera mitad de Disintegration se correspondería con los first person shooter desde la perspectiva del protagonista al que controlaremos; sobre todo porque este será uno de los humanos fusionados que emplea una nave con cañones para desplazarse de forma aérea por los escenarios del modo campaña.
La segunda mitad, estaría destinada a aquel grupo de humanos que nos acompañarán durante las misiones y que siempre recorrerán los niveles con los pies atados al suelo. Así, el rol de soldado que ejerceremos desde la nave al disparar se complementará con el de comandante al dar órdenes a los NPCs que están sitúados en el mismo frente terrestre de guerra (con ralentizaciones de tiempo opcionales para elaborar varias secuencias de movimientos que den lugar a diversas tácticas). Y, si decimos esto, es porque la jugabilidad de Disintegration nos permitirá elaborar estrategias a raíz de las habilidades de nuestroc ompañeros con un fin concreto: lograr que todos ellos terminen la misión sanas y salvas.
Este último deseo se desprende de la idea de que la sinergia que existirá entre el plano aéreo y el terrestre en Disintegraton no solo se verá impulsado por el contraste que se manifiesta entre sus dos mitades jugables, sino al vínculo emocional que se establecerá entre lo que ocurre arriba y lo que ocurre abajo. Sobre todo porque V1 Interactive quiere que nos impliquemos con aquellos soldados que nos siguen durante las misiones al otorgarle a cada uno un background específico, así como una evolución a lo largo de la trama que se verá reflejada en sus propios deseos e intereses.
Además de una serie de modos diferentes de dificultad que nos permitirá ajustar la exigencia del desafío que ofrece la campaña de Disintegration a nuestras capacidades, el juego cuenta con otros sistemas a la hora de estructurarse y lograr que la sensación de progresión a lo largo de la aventura se mantenga siempre estable en el tiempo.
Hablamos, concretamente, de que entre las misiones de Disintegration habrá una zona en la que podremos mejorar tanto nuestra nave como a nuestras unidades con aquellos recursos que recojamos durante los niveles como tal. Y es justo aquí donde V1 Interactive introduce una mecánica ya vista en otras propuestas que, además, nos será útil a la hora de orientarnos por los escenarios: un escáner con el que podremos ver con más claridad las unidades que se están liando a tiros en el suelo y los recursos de mejora que podremos otbener en las misiones.
A pesar de que las virtudes que se nos mostraron de la campaña de Disintegration parecían suficientes como para que la experiencia del juego se sostenga por si misma, resulta inevitable que en los tiempos que corren también prestáramos una parte de nuestra atención a los planes que V1 Interactive tiene con respecto al recorrido que seguirá el juego tras su propio lanzamiento. De esta manera, la información con la que Marcus Lehto y su equipo contestaron a nuestras preguntas apuntaron hacia tres puntos bien diferenciados:
Los nuevos datos que hemos podido conocer sobre Disintegration han logrado, como mínimo, que su existencia se afiance aún más en nuestro rádar de posibles sorpresas futuras. Ya no solo porque nos encontremos ante un proyecto creado por un equipo que está conformado por gente cuyo trabajo se defiende a través del legado que han dejado en la industria, sino porque estamos ante un estudio que se ha atrevido a abandonar las confortables tierras ya conocidas de las grandes superproducciones en busca de nuevos terrenos que explorar; y más aún en una industria que se empeña en negar las promesas del futuro a través de la retromanía y el consumo obsesivo de experiencias que ya hemos vivido.
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