“Xenoblade Chronicles” está a punto de estrenar su tercera entrega numerada (cuarto juego). Son muchos los seguidores y seguidoras de la saga que lo esperan con ganas, aunque no os voy a decir todavía si yo estoy entre ellos.
La razón de esta ambigüedad es que hoy quiero contaros mi historia con “Xenoblade Chronicles”. Esta tiene tanto momentos buenos como malos, por lo que durante la lectura descubriréis cuáles me pesan más a la hora de esperar esta nueva entrega. ¡Vamos al lío!
El primer “Xenoblade Chronicles” salió para WII en el año 2010. Por aquel entonces no me interesé por la franquicia, y no sería hasta años después cuando compraría el juego. El motivo fue que llegó a la eShop de WII U, creo recordar que a un precio bastante reducido (10 – 20 €), y fue ahí cuando me lancé.
En el mundo de Bionis y Mekonis, descubrí una historia absolutamente maravillosa que me atrapó completamente. Por momentos, recuerdo pensar que posiblemente era la mejor trama de la que había disfrutado hasta la fecha en un videojuego. Me convertí en uno más del grupo de Shulk, Melia, Riki y compañía.
No obstante, no todo en aquel Xenobalde me pareció tan increíble. Hay algo que se me atravesó: el sistema de combate. Si os soy sincero, no lo entendía bien. En muchas ocasiones no sabía exactamente lo que estaba haciendo, y las batallas se presentaban más de una vez como una molestia que me impedía avanzar en la historia. Seguramente la culpa fue mia por no repasar más los tutoriales, pero me reconoceréis que sencillo no era.
Esta falta de habilidad para el combate me llevó a una situación un tanto triste. Os pongo en contexto. Estamos en verano del 2014, conmigo preparando la Selectividad (lo que entonces era la PAU y hoy es la EvAU). Esto me dejaba solo una media hora para jugar a videojuegos al día, que yo dedicaba por entero al Xenoblade.
El problema es que estaba atascado. No conseguía derrotar a una telethia, creo recordar que en el estómago de Bionis. Aquella lucha imposible hacía que mis 30 minutos de juego diarios fueran más frustrantes que divertidos, por lo que pasó lo que seguro os estáis imaginando: dejé de lado el juego. Adiós a Shulk y sus amigos.
Soy de la opinión de que los videojuegos son ocio y no tienes la obligación de pasártelos si no te apetece, pero lo cierto es que esto me dolió. Sentía que había fallado a los personajes a los que tanto cariño había cogido, que les había dejado tirados en su lucha.
Tras abandonar el mundo de Xenoblade, llegaron unos años bastante convulsos en mi vida. Entré en una Ingeniería Informática, y me apliqué tanto que hasta sacaba las notas en código binario: 0,1,0,0,1... Bromas aparte, tras este fracaso y terminar desencantado, acabé en la carrera de Periodismo.
En este nuevo grado me fue muy bien académicamente, pero fueron años muy duros a nivel personal por problemas de ansiedad y falta de confianza, por explicarlo brevemente. Durante todo este tiempo, disfruté de videojuegos fantásticos que fueron un salvavidas para mi, aunque no me sacaba la espinita de haber abandonado Xenoblade.
Saltamos ahora al 2019, unos 5 años después de abandonar a Shulk y compañía, con la carrera prácticamente terminada y una situación mental que mejoraría considerablemente durante dicho año. Ese fue el momento en el que... ¡retomé Xenoblade Chronicles!
Me armé de valor, subí un par de niveles y me lancé a por aquella telethia que se me había resistido 5 años atrás. El resultado fue sorprendente: ¡gané a la primera! Aún a día de hoy, no sé si sería por la experiencia ganada en videojuegos durante esos años o porque me rendí cuando estaba cerca de vencer (bonita metáfora de la vida para cualquiera de las dos opciones).
El caso es que, aunque pude seguir adelante, esos 5 años habían pesado. No recordaba con total precisión la trama, y tampoco conseguí dominar nunca el sistema de combate. Esto provocó que estuviera un poco desubicado con la historia, y jugara con el miedo de volver a atascarme y abandonar de nuevo.
Al final, pude terminar Xenoblade Chronicles, e, irónicamente, lo conseguí el día de mi cumpleaños de ese 2019. Grité de alegría. Fue una experiencia de lo más satisfactoria, y me había sacado la espina.
Sufrí bastante para derrotar a los tres jefes finales de forma consecutiva (jamás entenderé que no nos dejaran guardar entre ellos), pero al final lo logré. No obstante, no creo que os extrañe si os digo que no me quedaron excesivas ganas de volver al mundo de Xenoblade.
Cuando terminé el primer Xenoblade, el segundo ya estaba a la venta. Era un juego que tenía ahí pendiente, pero que nunca me decidía a comprar por la experiencia agridulce que me supuso el primero. Y del “Xenoblade Chronicles X” ni hablamos, pues ya tenía la WII U totalmente guardada en un cajón poco después de finalizar el primero.
No obstante, se juntaron un par de factores que hicieron que me lanzara a la piscina. El primero fue el anuncio de Xenoblade Chronicles 3, que hizo que volviera a picarme el gusanillo. El segundo, una buena oferta en la eShop de Switch: Xenoblade 2 y su DLC por 60 €. Comprado a principios de este 2022. Me hacía ilusión jugarlo, aunque también sentía algo de miedo por si no me gustaba. Para prepararme, le pedí a un amigo su "Definitive Edition" del primer juego, para poder conocer la historia extra (que me pareció algo meh).
Antes de darme cuenta, estaba ya en Alrest acompañando a Rex, Pyra, Nia y demás personajes en su aventura. Tras más de 100 horas de partida, puedo decir alto y claro que el juego me ha fascinado, y no le he encontrado ninguna de las grandes pegas que tenía el primero.
En cuanto a la historia, diría que me gustó más la del Xenoblade 1 (aunque, como ya he dicho, no la recuerdo bien). No obstante, la trama de este segundo también me mantuvo de lo más enganchado. Especialmente el tema de los Blades, cuya aportación a nivel argumental me parece incluso superior a la que hacen a nivel de batallas.
Ahora que lo menciono, es hora de hablar del sistema de combate, el punto del juego que más miedo me daba. Tras aprenderlo en las primeras horas, al final pude pillarle el tranquillo. El único problema que tuve fue que, para no repetir los errores que cometí con el primer juego, tuve que repasar el tema de las cadenas de especiales con un vídeo de YouTube.
Tras superar ese pequeño escollo, no solo es que los combates no me hicieran sufrir, es que disfrutaba una barbaridad de las luchas. Poder cambiar de Blade durante el combate, y, en consecuencia, de ataques, me parece toda una gozada.
Creo que este cambio brutal en la experiencia que supusieron los combates del segundo juego con respecto al primero se debe a dos factores. El primero es mi mayor experiencia, sobre todo después de un 2021 en el que jugué muchos JRPG. El segundo, que creo que Xenoblade 2 presenta un sistema de combates mucho más pulido y disfrutable.
Otro punto que me daba pavor de la historia de Rex era su nivel de dificultad, que tanto me hizo sufrir en determinados tramos del primer juego. Al final, es otro elemento que no me ha generado ninguna frustración. Dicha dificultad a nivel Normal me pareció de lo más adecuada. El viaje no ha sido un paseo, pero tampoco imposible.
Al final de la historia, mientras Rex y sus amigos contemplan el cielo de Alrest, me emocioné pensando en lo contento que estaba por haber vuelto al mundo de Xenoblade. Tenía la sensación de haber jugado a un videojuego de esos que no se olvidan nunca, y estaba seguro de que vendrían más en el futuro.
Tras terminar el juego, me lancé a por su DLC. No sabía exactamente de qué iba (aunque el nombre daba pistas) y pensaba que sería un pequeño añadido a la historia. Me equivocaba.
Ya de entrada, el Pase de Expansión me ganó. Me llevó a una parte de la historia que no sabía que necesitaba jugar, y lo disfruté muchísimo. Además, me sorprendió que, pese a tratarse de un DLC, el sistema de combate había sufrido bastantes cambios. Estos me parecieron de lo más acertados, sobre todo poder luchar directamente con los Blades, e hicieron que disfrutara incluso más de los combates de lo que lo hice con los del juego principal.
Hay una anécdota que quiero contar. Cuando empecé a jugar “Torna – The Golden Country”, mi idea era centrarme en la historia y dejar de lado las misiones secundarias. Por eso, lo que menos me gustó de la expansión es que en ciertos puntos de la historia nos obliguen a completar varias. No obstante, en la ciudad de Auresco conocí a Freja, una niña enferma que parecía destinada a morir.
Triste por este hecho aparentemente inevitable, decidí mirar en internet si había algún remedio para el problema, y, para mi alegría, descubrí que sí. La pequeña tenía una misión secundaria que permitía curarla. El problema es que, para desbloquearla, había que hacer precisamente lo que yo pretendía evitar: completar todas las misiones secundarias del juego. Tras pensar unos segundos, dije: “sujétame el cubata” y me lancé a hacerlo.
Finalmente, pude ayudar a curar a Freja, lo cual fue muy satisfactorio y me hace guardar un gran recuerdo de todo aquello, aunque en realidad pasó solo hace unos meses. Tras conseguirlo, se desbloquean algunas misiones secundarias más, y, ya con inercia y enamorado del juego, las completé. Solo me quedó una por hacer, que requería derrotar a enemigos de niveles muy altos.
Aunque soy fan de los juegos grandes, creo que también me ayudó a completarlo todo que este Pase de Expansión nos mostrara un mundo más "recogido" y abarcable. Finalmente, me he quedado con la impresión de que “Torna – The Golden Country” es el mejor DLC que jamás he jugado.
Resolviendo la duda que planteaba al inicio del artículo, SÍ, estoy deseando jugar a “Xenoblade Chronicles 3”. No obstante, al tener el segundo tan reciente, no creo que compre el juego de lanzamiento. Esperaré un poco, y, seguramente en 2023, sea el momento de volver al mundo de Xenoblade. Ese que al principio no me terminó de gustar, pero que actualmente me enamora.
Y hasta aquí llega este artículo en el que cuento mi experiencia con “Xenoblade Chronicles”. Ya solo me queda daros las gracias por haber llegado hasta aquí, que soy consciente de que quizás es mucho texto, pero no quería omitir detalles. Ahora, es mi turno de escucharos yo a vosotros. Para ello, os dejo una pequeña encuesta para que opinéis sobre Xenoblade.
También tenéis los comentarios, en los que podemos hablar más en profundidad de los aspectos de Xenoblade que queráis. ¡Os leo! Si os ha gustado este artículo, podéis leer otro similar de mi historia con “Fire Emblem”. También el de Pokémon, que tenéis enlazado encima de este párrafo.
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