Si nos sentásemos delante de una pantalla para contemplar un conjunto de sucesos en el que se nos quiere contar cómo la humanidad ha descubierto una hormona cerebral que permite a las personas agarrar y lanzar cosas al hacer mucha fuerza con las sienes mientras lucha contra seres con formas antilógicas, el grado de interés que nos suscitaría podría ser menor al encontrarnos ante otro más de esos videojuegos que subliman la ciencia ficción con elementos tan característicos como los saltos interdimensionales, la telequinesis como forma de vida y un puñado de conglomerados corporativos que buscan sustituir a Dios con la tecnología. Pero la cosa cambia si hablamos de anime y de Japón; lugares de los que nace Scarlet Nexus.
Bandai Namco parece que lo ha vuelto hacer, o lo volverá a hacer, más bien, el próximo 25 de junio cuando Scarlet Nexus salga a la venta. Recurrir a los generosos límites creativos que ofrece la animación japonesa en cuestión de temas y de elementos narrativos para equilibrarlos con una propuesta jugable clásica.
Hablamos, concretamente, de que las bizarradas de monstruos con tentáculos y muchas más extremidades de las que obviamente necesitan no lo son tanto cuando se convierten en los objetivos que tenemos que moler a palos, o que intentar hacer vida normal e ir a merendar con nuestros amigos en un mundo ultrafuturista y transhumanista no resulta tan chocante cuando esto sirve para obtener nuevas habilidades con las que, de nuevo, moler a palos a decenas de monstruos con tentáculos.
Y es que, habiendo tenido la oportunidad de poder jugar durante un puñado de horas al primer tramo de juego de Scarlet Nexus, estos últimos contrastes donde las japonesadas se entremezclaban con los sistemas jugables de corte tradicional se iban haciendo cada vez más evidentes. Pero, ¿cómo funciona exactamente su sistema de combate y sus elementos RPG? Os invitamos a que nos acompañéis a continuación por la lista de requisitos que Scarlet Nexus cumple uno por uno para, al menos, erguirse como una propuesta de acción digna de los tiempos que corren.
El sistema de combate de Scarlet Nexus se yergue a través de dos movimientos básicos que variarán en función del personaje que escojamos para nuestra aventura, dado que cada uno de ellos dará mayor protagonismo a uno de estos dos movimientos: ataques con la espada cuerpo a cuerpo y embestidas telequinéticas con cualquier objeto que encontremos por el escenario.
Sin embargo, estos últimos pueden llegar a presentarse como un espejismo ante todo aquel que ha visto los tráilers de Scarlet Nexus, pero no se ha lanzado a jugarlo, dado que los ataques con nuestras habilidades de telequinesis se alejan de los sistemas vistos en otros juegos en los que tendremos que apuntar lo que lanzamos a nuestros enemigos para amoldarse de forma sibilina y casi perfecta a un sistema de combos en los que este tipo de ataques se corresponden con otro golpe más.
En este sentido, Bandai Namco se ha valido de ese tipo de diseño jugable que va por capas; uno en el que lo simple se va haciendo cada vez más complejo al ir aprendiendo los nuevos movimientos que pueden llevar a cabo nuestros personajes. En este sentido, por ejemplo, si encadenamos un golpe con espada tras un ataque telequinético nos impulsaremos a toda velocidad hacia el enemigo que tengamos fijado.
Es aquí cuando se entiende a la perfección que Scarlet Nexus pone las habilidades de la telequinesis al servicio del combate y no al revés. Nos encontramos, entonces, ante un título cuya acción prima el encadenamiento de combos y aprovechar las oportunidades que nos brinda el escenario para poder deshacernos de los enemigos de formas espectaculares; tanto como arrancar una farola de cuajo y crear con ella un molinillo de la muerte que golpeará a todo aquel desgraciado que se acerque lo justo a nosotros.
Es aquí donde los ''es'' dejan paso a los ''podría ser'' en Scarlet Nexus, dado que la demo que pudimos probar nos sirvió para constatar que el juego oscila en mayor medida hacia la acción con unos combates acelerados en unos escenarios que se yerguen como conglomerados de pasillos donde el juego explica a gritos que su componente Hack n' Slash es más contundente que sus elementos RPG.
Algo que, por otro lado, no implica que no se encuentren ahí: en nuestra travesía durante la demo, tuvimos la oportunidad de echar un vistazo a unos cuantos sistemas de menús que aportan exactamente eso mismo que pide cualquier título de rol: desde un árbol de pasivas y activas que iremos mejorando gracias a puntos de aptitudes hasta otro de equipamiento con el que podremos mejorar nuestras habilidades con aquellos objetos que nos encontremos convenientemente tirados por ahí.
Es en su sistema de misiones donde Scarlet Nexus hace más evidente que todo está establecido de tal manera que gire alrededor de su sistema de combate. Sobre todo, en aquellos momentos en los que podemos charlar con nuestros aliados en una especie de base en la que podremos llevar a cabo misiones para ellos y fortalecer los lazos que nos unen. ¿Pero por qué querríamos establecer puentes con otros personajes más allá de para poder saber un poco más de sus respectivas historias?
Si habéis vuelto a poner la mirada sobre las mecánicas de combate habréis acertado: Scarlet Nexus cuenta con un sistema de compañeros que nos otorgarán habilidades activas durante las etapas de guantazos a los enemigos que, efectivamente, escalarán en poder cuánto más chateemos con ellos por la red social del juego o cuantas más misiones de su historia superemos.
Una segunda cara de Scarlet Nexus que se antoja como una parte indispensable para que todo funcione mejor aún; sobre todo, porque las habilidades que estos aliados nos otorgan no solo pasan por hacer que nuestra espada quede prendida con el poder de las llamas, sino por otras acciones menos comunes como darnos la posibilidad de volvernos invisibles durante un rato (y asestar un golpe crítico a un rival por la espalda) o ralentizar el tiempo a nuestro antojo.
Si valorásemos Scarlet Nexus como una lista de tareas pendientes que todo buen RPG de acción debe cumplir para, como mínimo, postrarse ante una propuesta digna frente al resto de estandartes del género, podríamos decir que el título de Bandai Namco cumple con creces aquella que se refiere al construir un sistema de combate que genere las dósis de adrenalina que debe y la secuencia de espasmos en los dedos que busca todo aquel que se adentra en este tipo de obras.
Es incertidumbre lo que existe en mi cabeza en relación al resto de apartados no tanto por cómo se presentaron estos en la demo que pude probar, sino porque el tiempo que tuve para jugar a Scarlet Nexus no fue suficiente para que su resto de sistemas se dejasen ver en todo su esplendor como, por ejemplo, sus sistemas de habilidades y progresión o cómo la compañía ha gestionado el lore y la trama que debe servir para hilar de forma coherente el resto de partes de su propuesta.
Aún con esta falta de información entre nuestras manos, podríamos decir que el primer vistazo a Scarlet Nexus ha sido alentador. Y más aún si tenemos en cuenta que se trata de un juego plenamente consciente de que su sistema de combate es la parte que más debe hacer brillar, lo cual quedó patente en las tres horas aproximadas que pasé lanzándole coches a la cabeza a los amorfos seres de otra dimensión que no sabían la que se les venía encima hasta que tuvieron la espada de mi personaje a dos palmos de sus narices.
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