Claro qué sería una de las dianas más grandes y llamativas de la serie. No importaba lo mucho que trabajara Damon Lindelof para cocinar su propio interés, ni la elegancia que destilara la nueva adaptación. El regreso de "Watchmen" a televisión arrastraría consigo el resurgir de una pregunta reiterativa en los últimos años: ¿Dónde está Dr. Manhattan? Tras tres episodios, la respuesta parece estar cada vez más cerca, aunque antes la producción parece querer rendirse a las virtudes del superhéroe.
Si bien es cierto que las referencias a Jonathan Osterman han sido constantes desde el primer episodio, esta semana la declaración de intenciones ha sido más explícita que nunca. Laurie Blake entraba en escena extorsionada por el gobierno de Robert Redford, y la narrativa que la acompañaba era lo más sugerente posible. El personaje de Jean Smart aceptaba investigar el asesinato de Judd Crawdford en Tulsa a cambio de que el senador Keen libere a Daniel (Búho Nocturno).
Lo original está en la forma que encuentra Lindelof para hacer más atractiva su llegada a la trama principal. Blake narra los eventos que están a punto de suceder mientras mantiene una conversación telefónica con el propio Dr. Manhattan. Este, quien se marchó a Marte tres décadas atrás, no interviene en el monólogo en clave metafórica y cómica de quien antaño fuera su amante, pero sí aumenta las sospechas sobre su regreso a la Tierra en algún punto futuro de la adaptación.
Laurie confecciona un relato en el que un albañil y su hija intentan engañar a Dios, pero este termina siempre descubriéndoles. Cada personaje aparecido en la historia representa a uno de los policías implicados en todo el pastiche de conspiraciones y corrupción que se está dando en Oklahoma. Y todos ellos siempre acaban sucumbiendo al poder divino a excepción de aquella niña a quien representa Angela Abar (Regina King). ¿Será esta última capaz de morder la mano que le ha estado dando de comer durante tantos años?
Lejos de aclarar el futuro del nudo que se está enredando con el paso de las semanas, "Watchmen" prefiere seguir idolatrando a la figura de Dr. Manhattan. Es en realidad la propia Laurie quien lo hace. Desde el primer momento se percibe un sentimiento de melancolía en ella por la ausencia de Jonathan, y esa tensión termina explotando en una escena en la que sacar un dildo de color metálico para darse placer pensando en el héroe. Para suerte del agente Petey, es este quien termina en la cama con ella.
Lindelof terminará eventualmente recuperando al personaje más famoso de la obra original, pero por el camino está dejando un reguero de referencias y juegos tanto visuales como verbales que tienen a media audiencia encandilada. Quizás como ya sucediera en "Lost" y "The Leftovers", el deseo sea más efectivo en sí mismo, que complacerlo.
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