El quinto episodio de "Watchmen" orbita durante su casi 60 minutos de duración en torno a un solo evento. La masacre del 2 de noviembre de 1985 marcó a todo Estados Unidos, y cambió a la sociedad para siempre. Justo y como pretendía Ozymandias. Así se pudo evitar el inicio de una guerra nuclear, y así se sacrificaron tanto 3 millones de personas (de forma involuntaria), como todos los superhéroes. Dr. Manhattan se exilió a Marte, y el resto de justicieros fueron prohibidos por las instituciones. Y sí, todo ello tiene conexión con el misterioso Séptimo de Caballería que Damon Lindeloff está empleando como principal antagonista en su adaptación.
Si bien las formas invitaban a pensar en el maniqueísmo propio del género, ni el material ni el director respondían a esos esquemas. Lindelof es un apasionado de lo complejo, de lo ambiguo, y de las libres interpretaciones. El cómic de Alan Moore es el gran referente deconstructivo del género de superhéroes. Pese a que ese grupo supremacista blanco clamaba una y otra vez ser etiquetado como villano, la realidad ha terminado siendo tan compleja como ya venía intuyéndose en las últimas semanas.
Que el jefe de policía Judd Crowdford tuviera un traje perteneciente al Ku Klux Klan ya abría las puertas a la revelación del quinto episodio. Con Wade Tillman como protagonista, el director va tejiendo un relato de dolor bañado en consecuencialismo que termina conduciendo hacia la gran respuesta buscada por todos. ¿Quiénes son el Séptimo de Caballería? ¿Qué pretenden? Sus máscaras de Roscharch indicaban que defendían su causa, claro, pero eso no es más que la punta del iceberg.
Dirigiendo una de las reuniones para afectados psicológicos por la masacre de Nueva York, el propio Tillman se topa con una mujer llamada Renee (Paula Malcomson). Esta consigue camelarlo, y se lo lleva a un bar para mantener lo que parece ser una cita convencional. Sin embargo al salir, el policía descubre que no era más que una trampa del grupo terrorista. La camioneta con lechugas les delata, y sirve como hilo al que seguir para llegar a lo que parece ser la base de operaciones de la célula. Ahora bien, lo que allí se encuentra Looking Glass no es precisamente a un puñado de extremistas.
Su miedo a las dimensiones paralelas instalado en su cabeza desde que apareció el pulpo gigante en Nueva York, se hace realidad con la presencia de un portal intedimensional. ¿Por qué están experimentando con algo así? Esta Renee le confiesa que todo ha sido una treta para llevarlo hasta allí, y descubrirle la verdad que pondrá fin a la pesadilla que ha vivido desde aquel 2 de noviembre. A partir de ese punto da comienzo la traca de artillería pesada de Lindelof.
Quien se hace llamar jefe del Séptimo de Caballería resulta ser el senador Keene; ese mismo que en anteriores episodios extorsionaba a Laurie para que se dirigiera hacia Tulsa a investigar. Keene le explica que no hay maldad alguna en ese grupo de supuestos supremacistas malvados. Su grupo debía mantener el equilibrio de terror instaurado desde la masacre, mientras la policía, capitaneada por Crowdford debía poner el contrapeso. Y el origen de todo ello lo tiene el plan maestro de Adrian Veidt.
Ozymandias confabuló un día antes de llevar a cabo el sacrificio de 3 millones de personas, para colocar a Robert Redford en la presidencia de Estados Unidos. Le grabó una cinta que debía escuchar en 1993, en la que detalla sus intenciones y lo que debe hacer para mantener en pie la sociedad idealizada con la que tanto tiempo soñó. "Yo, Redford, soy tu arquitecto". ¿Sobre que se sustenta todo? Veidt había comprobado con sus propios ojos cómo el miedo moldeó el país durante el punto más caliente de la Guerra Fría, y quería canalizar ese sentimiento a su favor.
El llamado "trauma genético" al que hace mención uno de los participantes en el grupo de recuperación no es más que el resultado de ese plan; controlar a la población a través del terror y la incertidumbre hacia lo desconocido. De ahí el pulpo que apareció sobre Nueva York, y los distintos sucesos paranormales que muchos asociaban a las plagas bíblicas. Todo ello no había sido más que un engaño para hacer creer al mundo que existía una dimensión paralela repleta de criaturas peligrosas. La arbitrariedad de la naturaleza era en realidad la perversión de un solo hombre.
¿Y ahora qué? La paz virtual que dibujó Veidt se está viendo amenazada por Angela Abar. El senador Keene le ordena a Wade que se la quite de en medio para evitar que la realidad vuelva a sembrar la tristeza en el país. ¿Mejor vivir engañados? Sobre eso se sostiene todo el teatrillo del que Lindelof quiere hacer su principal juguete narrativo. "Watchmen" promete más y más.
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