Análisis Diner Bros
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ANÁLISIS

Análisis Diner Bros

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Hace seis años que Restaurant City, uno de los videojuegos más reconocidos dentro del ecosistema Facebook, nos dejó. La creación de Playfish, junto a otras insignias del estudio como Pet Society, se convirtió en un verdadero fenómeno de masas. Tras tres años, el restaurante cerró sus puertas y, hasta ahora, nadie ha tomado su testigo. Sin embargo, JAYFLGAMES ha publicado este mismo mes Diner Bros, una obra con una temática similar a la de la obra previamente resaltada que no sólo recuerda nostálgica y loablemente a su homólogo de relativo antaño, sino que, además, ofrece ciertas apuestas que hacen de su composición un resultado tan sencillo como agradable y eficiente.

Diner Bros 3

Un trabajo divertido

La opera prima del estudio es descrita de manera simple pero adecuada: un juego de cocina y gestión de restaurante. Desde dicha premisa, precisar la propuesta de la desarrolladora resulta igual de natural, pues nos encontramos ante un producto en el que, en el rol de dueño de un establecimiento de comida, nos encargaremos tanto de atender a los comensales como de cocinar los platillos que soliciten y expandir los confines de la empresa. En sí, cada actividad a cumplir carece de complejidad en su comprensión, sin embargo, es en lo que a su ejecución y planificación respecta en donde encontramos el atractivo estratégico de la producción.

Siendo más precisos, el título cotiza los días en segundos -aumentando el tiempo disponible en cada jornada de manera progresiva- y, durante tales momentos, hemos de atender a los clientes. Poco a poco, iremos ganando dinero para reinvertir en nuevos productos, lo que nos permitirá extender nuestro menú y, por ende, atraer personas con deseos más complejos de satisfacer que una simple hamburguesa de pan y carne. En estos términos, Diner Bros maneja muy bien el tempo y la sensación de progresión, dándonos la oportunidad de adecuarnos a los sistemas sin nunca agobiarnos con quehaceres, pero, a su vez, siempre manteniéndonos atentos para aprender a realizar nuevas tareas.

Sin embargo, los comensales serán exigentes y, en caso de no llevarles la comida en un tiempo determinado o entregarles un platillo sin los precisos ingredientes que solicitaron, no nos pagarán y, por el contrario, se calificará como un cliente perdido. Esta clase de situaciones, al igual que los clientes satisfechos, son registradas día a día, y de tales variables depende el crecimiento del restaurante porque, a su vez, de allí parten los ingresos que percibimos. No obstante, dicho capital no únicamente estará destinado a la compra de ingredientes para crear nuevos platillos –los cuales, paso a paso, han de ser cocinados por nosotros, es imperativo enfatizar- sino que, de forma simultánea, lo podremos utilizar para adquirir mejoras como más espacio, más mesas, contratar personal, y otras inversiones que amplían la experiencia de una forma excelente.

Una maravilla cooperativa

Aun así, es en su cooperativo donde más diversión es posible hallar. Al jugar en solitario, menesteres como limpiar las mesas o tomar los pedidos se hacen de forma automática, por lo que sólo debemos preocuparnos en cocinar y servir. Cuando estamos con un compañero –el máximo de jugadores es de cuatro-, por el contrario, la situación cambia, pues en ese instante hay que distribuir los papeles que cada uno cumplirá dentro del restaurante. Así, todo lo previamente mencionado, gracias a la pulcritud con que ha sido desarrollado, se vuelve muchísimo más entretenido, tanto por el hecho de que hay una mayor sensación de estar experimentando una cadena de labores como por una realidad inexorable: con amigos, la obra gana calidad en medidas asombrosas.

Ponerse de acuerdo en quién hará qué, colisionar en la cocina por la falta de organización, lograr hacer un día perfecto –es decir, cinco estrellas- en el que todos los clientes salieron satisfechos –destacando que hay compradores especiales como críticos de cocina-, entre otros sucesos, son tan sólo algunas de las realidades que se pueden vivir cuando la creación es gozada junto a amigos. Es diversión en su exponente más puro, sin complejos sistemas ni premisas pretenciosas, simple y llanamente ocio que apela a los estímulos más básicos del videojuego, pero que lo hace con una efectividad ciertamente innegable.

Logrando con creces lo que se propone

Diner Bros, hacemos hincapié, no representa una propuesta de grandes dimensiones. Es un juego sencillo, sin pretensiones, que logra divertir de la manera más llana posible. Aunque en solitario sí es cierto que no genera, ni cercanamente, el atractivo que produce en cooperativo, también es verdad que, en sí, es un producto bien realizado, sin fallos notorios ni traspiés destacable más allá del mero hecho de que no es un videojuego para todos los públicos. Aun así, JAYFLGAMES nos deja buenos recuerdos con una obra que, como Restaurant City hizo en su momento, ofrece momentos solaces, los cuales no trascenderán ni marcarán la diferencia pero que, cumpliendo lo que se propone, causan el paso de los minutos de manera imperceptible.

Redactado por:

Politólogo a tiempo completo, economista a tiempo parcial. Asiduo al medio interactivo por su capacidad de hacernos vivir las historias, no contarlas. Joven venezolano amante de Bad Bunny, Itachi y los RPGs que busca cooperar en la evolución de una industria huérfana de horizontes.