Tras el boom inicial de la burbuja de desarrollo independiente que se género hace unos años, aquellos títulos que se amparan bajo el concepto de no haber sido ideados bajo las condiciones de una gran superproducción comenzaron a sufrir algunos de los males ligados las mismas. Y es que, mientras algunos títulos triple AAA encuentran grandes dificultades para diferenciarse del resto e innovar con respecto a la fórmula establecida, ha surgido en referencia a los indies que nacen bajo un diseño artístico impecable un nuevo desafío: ¿sabrán sus desarrolladores darle la misma relevancia a la jugabilidad que a sus bellos dibujados? Una pregunta que, poco a poco, parece que la industria independiente va superando y, precisamente, Indivisible, lo nuevo de Lab Zero Games y 505 Games, se posiciona como un buen ejemplo de ello.
Nos embarcaremos en las siguientes líneas en el nuevo viaje que nos proponen los creadores del ya notable Skullgirls para sumergirnos en todos y cada uno de sus rincones. Sin embargo, este análisis tomará un formato algo diferente: en lugar de diseccionar cada una de sus partes para terminar viendo qué tal suman en conjunto, haremos un recorrido por la experiencia que el juego nos ha transmitido a lo largo de su aventura (sin entrar en ningún tipo de spoiler, por supuesto). Una decisión basada en la idea de que la sensación que tuvimos al jugar a Indivisible iba adquiriendo diversos matices con el paso de las horas. Por ello, os invitamos a descubrir todo esto y mucho más en las siguientes líneas.
Primera parte: Amor a primera vista
Lo primero que llama la atención de Indivisible es, sin duda alguna, su estilo artístico. Comenzando con una intro épica con secuencias tan fluidas que harían envidiar a cualquier anime que se precie, los trazos de Lab Zero Games se presentan con la intención clara de conquistarnos a través del primer vistazo y, lo que es más importante, el interés que generan en el jugador logra aguantar el tipo sin decaer a lo largo del juego. Principalmente, porque se nota que cada diseño es fruto del ideario y el estilo que tanto caracteriza al estudio, y porque el uso de la paleta de colores concretan el conjunto visual de la obra en parajes que hacen palidecer a los del mundo real; algo que se ve acompañado de forma muy inteligente con una banda sonora que se amolda en cada momento al clima de la aventura y que nos deja con algunos temas que volveré a escuchar más veces de las que jamás admitiré.
El segundo elemento que se presenta desde el principio, y que se mantiene más o menos constante durante la aventura, tiene que ver con su argumento. Uno que rara vez se atreve a salirse de los márgenes en los que se suelen encuadrar en este tipo de obras; de esas cuya historia llega a ser predecible por su sencillez, pero nunca vacía de mensaje. Los pilares del argumento se yerguen sobre una serie de situaciones y personajes que abrirán los brazos al jugador; unos cuyo diseño de guión se sostiene sobre un equilibrio perfecto entre hacer un uso del sentido del humor siempre oportuno y no olvidarse de que estamos ante una aventura de tonos épicos y trascendentales. Un hecho que también ocurre con su protagonista, Ajna, que se embarcará en un viaje de venganza conociendo y compartiendo camino con varias personas de las que no diremos mucho más en términos de trama para no arruinarle la experiencia a nadie.
Habiéndonos quitado ya de encima aquellos dos aspectos del juego que se mantendrán más o menos estables en cuanto a calidad a lo largo de la travesía, es hora de hablar del sistema de combate de Indivisible y de los niveles que recorreremos en el juego. Así, comenzando por la primera parte, es necesario mencionar que lo que inicialmente parecer ser un juego de combate por turnos adquiere un giro de lo más interesante y se muestra como un sistema de ritmos.
La cosa es que, en las peleas, haremos uso de la protagonista y otros tres personajes elegidos de entre todos los que se irán sumando a nuestra causa, estando cada uno de ellos asignado a un botón del mando específico (cuadrado, triángulo, círculo, equis; X,Y,B,A; o Y, X, A, B; en función de la plataforma en la que juguemos) y llevando acabo un ataque concreto cuando pulsemos el comando correspondiente. Y es que, siendo esta una forma de que el jugador sienta un control en tiempo real de todo el equipo, el sistema permite que este vaya encadenando golpes y combos con base en los diferentes ataques que cada personaje tiene. Algo que provoca que, en los primeros compases del juego, el sistema de combate se sienta como un baile más que como un conjunto de movimientos de ajedrez, tal y como explicábamos de forma más extensa en nuestras primeras impresiones del juego.
Retomando el tópico, la esquematización del combate en Indivisible resulta tan fresca y mezcla una serie de componentes que hacen que su fórmula sea tan original que termina devorando al resto de elementos de la propuesta como, por ejemplo, su diseño de niveles. En relación a ello, aunque la obra de Lab Zero Games pueda encuadrarse dentro del género de los metroidvania, al principio sus escenarios son solo una excusa para contar con un suelo en el que hacer aterrizar las peleas. Y, si bien es cierto que, nada más comenzar, ya nos presentan un sistema de mejora de nuestros atributos cuya gasolina es la recogida de una serie de coleccionables, el plataformeo y la oportunidad de acceder a zonas secundarias se presentan como elementos anecdóticos por las escasas posibilidades de movernos con las que contaremos durante sus primeros pasos.
Segunda parte: Las mecánicas en todo su esplendor
Lo que al principio parecía un juego de lucha donde el ritmo cobra especial relevancia sobre el resto de elementos, comienza a transformarse poco a poco en algo mucho más especial. Tras la bofetada inicial que Indivisible nos da al hacernos pensar que sus enfrentamientos no son lo que parecen, nos propina una segunda para volver a colocarnos la mirada hacia lo que presentaba en los tráileres: un combate por turnos extremadamente rápido donde las decisiones se toman en segundos y en el que es posible prever lo que vamos a hacer varios movimientos adelante. Esto se da gracias a que el título va añadiendo numerosos personajes con distintas habilidades a nuestro repertorio de héroes, haciendo que cada combinación entre ellos guarde una gran sinergia y nos permita pensar en qué estrategia es mejor utilizar con cada combinación.
Por otro lado, la forma en la que van a apareciendo y diversificándose los enemigos también impulsa este sistema. Las debilidades y fortalezas de cada uno nos llevará a jugar contra ellos de una manera determinada si queremos sacar hasta la última gota de jugo que trae consigo cada movimiento. Todo ello para que el sistema aparentemente simple al principio se vaya complicando hasta quedar relegado a ser una mera antesala de lo que vendrá después: ese juego de ajedrez sumamente rápido que encuentra sus momentos más álgidos en los momentos más tensos de los combates. Sobre todo porque, aunque el título nos ofrezca un gran margen para equivocarnos a la hora de atacar o defendernos, este se siente más satisfactorio cuanto mejor jugamos, mostrando que lo nuevo de Lab Zero Games es una de esas obras que quiere que el jugador se implique y se muestre a sí mismo de lo que es capaz.
Esta forma que Indivisible muestra de desplegar cada vez más capas de profundidad también se aplica a la exploración de niveles. El título nos asaltará con una cantidad abrumadora de inéditos movimientos que nos permitirán acceder a otras zonas y, lo más importante de todo, permitirá que se generen tramos de plataformeo donde será crucial que hayamos aprendido a usarlos de forma correcta. Sin llegar a ser exigente, existen algunas partes que llegan a ser un pequeño puzle que se resuelve cuando entendemos qué técnicas debemos usar para salir airosos y no acabar ensartados en el típico foso de afilados pinchos.
En este punto, y habiendo recorrido los rincones del juego durante varias horas más, nos damos cuenta de una cosa: no es que las piezas de Indivisible empiecen a encajar un rato después de haberlo empezado, es que esas piezas se convierten en otras con más matices y posibilidades que, a su vez, también encajan a la perfección. Avanzar en la aventura supone conseguir más personajes y movimientos que hacen más complejos sus respectivos apartados jugables; la diversificación de nuestras posibilidades de exploración traen consigo los mencionados coleccionables y, por tanto, mejoras en nuestros luchadores para que protagonicen un desempeño más efectivo en los combates. Todo ello formando una inteligente cadena que demuestra que Indivisible es una obra tan profunda en algunos aspectos que necesita ir desplegándose poco a poco para que el jugador pueda seguirle el ritmo.
Tercera parte: Un diamante con algunas imperfecciones
Las virtudes de Indivisible, lamentablemente, no se mantienen firmes durante toda la epopeya. Y es que el juego de Lab Zero Games no consigue superar un desafío que termina siendo un problema para muchos títulos de este tipo: equilibrar a la perfección el sistema de subida de niveles. De esta manera, y si hemos ido haciendo el mayor número de combates posibles durante el juego, en las últimas horas nuestros atributos estarán tan descompensados que harán que los enfrentamientos pierdan bastante interés. Ergo, el sistema de combate por turnos de Indivisible pasa a ser uno en el que ejecutaremos los comandos sin pensar; principalmente porque ya no hará falta que lo hagamos.
Esto da lugar a una sensación tremendamente amarga, puesto que entra en contraste con lo disfrutable que habían sido las peleas hasta los últimos compases del periplo. En más de una ocasión, prefería saltar por encima de un enemigo para evitar hacerle frente que tener que pasar por la tediosa secuencia de pulsar botones sin prestar atención a lo que hacía. Y esto, en un juego donde el sistema de combate es el principal protagonista, descoloca la perspectiva y la experiencia de cualquiera, sobre todo porque lo que ahora es monotonía antes había sido un festival sumamente satisfactorio de mecánicas profundas y bien diseñadas.
En términos distintos, el diseño de niveles tampoco logra distanciarse de los problemas que presenta la creación en su recta final. Los últimos tramos del juego nos obligarán a recorrer lugares que ya hemos visitado anteriormente; algo que no debería ser un gran problema si tenemos en cuenta que esto es una característica que está arraigada en el esqueleto de los metroidvania. Sin embargo, el hecho de que Indivisible dé mayor profundidad a las peleas que a sus escenarios le acaba pasando factura: la falta en la variedad de coleccionables o de recompensas que podemos encontrar hace que volver a recorrer dichos lugares llegue a ser algo tedioso.
Llegados a este punto en el que estaba recorriendo los niveles a toda velocidad para poder continuar con la historia mientras evitaba los combates, comencé a notar esa cara oculta que Indivisible no muestra. Toda luz proyecta oscuridad o, dicho de forma directa, la obsesión con algunos apartados hace que otros se descuiden. Y esto no termina de solventarse del todo, especialmente cuando llega a tu cabeza la sutil intuición de que el juego está intentando alargar su duración de manera artificial sin entender que ''no siempre más es mejor''.
Conclusión
Obviando el remate más bien agridulce con el que Indivisible concluye el tramo final de su aventura, me resulta muy complicado no pensar en que lo bueno del título ha conseguido ser lo que más ha calado en mí. Su inteligente sistema de combate, la gran variedad de movimientos y personajes y sus bellos parajes acaban predominando sobre unas últimas horas de juego que no terminan de funcionar del todo bien. Es por ello que, sí tenemos esto en cuenta y llegamos a apreciar sus bondades como se merece, entendemos que Indivisible es capaz de ser más que la suma de sus partes o, mejor dicho, más que la montaña rusa de altibajos que atraviesan sus mecánicas.
Al final, me quedo con esos momentos sumamente satisfactorios de planificación a corto plazo de sus enfrentamientos, con aquellos en los que probar a un personaje recién llegado se convertía en toda una aventura, y con aquellos en los que el mensaje principal de Indivisible se transmite al jugador de manera clara y concisa. Lo más importante de todo no es el lugar en el que paras, sino el viaje en sí; son aquellas personas que están ahí fuera las que nos hacen crecer y por las que vale la pena arrojarse sin miedo al mar de la incertidumbre. Es decisión nuestra ahogarnos en las frías aguas de la soledad o encontrar el valor suficiente como para hallar la cálida orilla de la amistad.
Los creadores de Skullgirls vuelven a la carga con un título cuyas mecánicas se van volviendo cada vez más profundas pero que, al mismo tiempo, encuentran una serie de asperezas en su diseño que lo alejan de ser una obra perfecta. A pesar de ello, Indivisible logra convertirse en más que la suma de sus partes, dando la oportunidad al jugador de disfrutar de un viaje difícil de olvidar.
Estilo artístico
Banda sonora
Jugabilidad
Argumento
Posee un diseño artístico impecable
Sus enfrentamientos son más profundos con el paso de las horas
La variedad de personajes y movimientos que encontramos es abrumadora
La exploración de los niveles queda relegada a un segundo plano
Sus mecánicas pierden algo de interés en el tramo final de la aventura
Crecí rodeado de naturaleza y campos de trigo, pero con la cabeza llena de historias sobre dragones y planetas lejanos. Después me hice psicólogo para poder fascinarme con las historias de los demás.