Análisis Transference
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ANÁLISIS

Análisis Transference

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Con el paso del tiempo, hay cada vez más desarrolladoras que desean transformar la percepción de lo que es un videojuego. El medio interactivo, sin lugar a dudas, ha trascendido de la mera búsqueda del entretenimiento para pasar a ofrecer experiencias, no sólo diversión desde el punto de vista más ocioso. El género de los walking simulator, por mencionar un ejemplo, es una clara demostración de este alegato, al igual que lo es Transference, el thriller psicológico de SpectreVision y Ubisoft. Y, enmarcados en una aventura que no busca sólo entretenernos, hallamos que el producto de Elijah Wood, si bien posee sombras notorias, se alza como un interesante proyecto que nos ha dejado buenas sensaciones.

Transference

En una fragmentada dimensión paralela

La narración de este viaje nos sitúa en la piel de Raymond Hayes, un científico galardonado con un experimento más que inaudito: lograr la transferencia de las conciencias de su familia para lograr ir más allá de la efímera vida física. Siendo esposo de Katherine Hayes, una reconocida y talentosa artista musical, y padre de Benjamin Hayes, un joven prodigio quien ha sido inspirado por ambas referencias, presenciaremos cómo el experimento no ha culminado como se esperaba, lo que nos sitúa en una dimensión alterna en donde debemos construir el pasado para dar forma al presente y así desvelar el misterio que yace tras esta inhóspita realidad.

Podríamos definir más del argumento de Transference pero, ciertamente, sería restarle la parcial totalidad de la gracia a la aventura. Al ser una creación determinadamente destinada a su argumento, lo más recomendable es experimentarlo de primera mano, pues descubrir los secretos que se esconden detrás de la idílica superficie es un accionar muy atractivo. En sí, el guion del juego resulta de gran interés, mas en especial surge con calidad debido a la construcción del mismo: en lugar de ser una aventura lineal, experimentamos saltos temporales, cambio de perspectivas -detallamos los sucesos en la piel de cada uno de los tres protagonistas- y una enfática narrativa ambiental. Este último apartado amerita una mención especial, pues los más oscuros entresijos sólo son descubiertos a través de la exploración y de la conjunción de todos los elementos de las vivencias, haciendo que la interacción sea aún más inmersiva.

No obstante, asimismo hemos de reconocer que los principales inconveniente en este ámbito, y del juego en general, es tanto su escasa duración como su abrupto final. Respecto al primero de los mencionados, hablamos de una extensión que rondará entre las dos y cuatro horas, dependiendo de las habilidades del jugador para poder descifrar los rompecabezas. Por su parte, el culmen del argumento se desarrolla de forma repentina e inesperada, dejando múltiples preguntas sin responder y, a su vez, con una inevitable sensación de querer jugar más. Aun así, paralela y paradójicamente, es una realidad que contestar tales dudas tan sólo con los conocimientos adquiridos por medio de la información dividida y la producción de teorías personales es entretenido, mas ello es un factor que dependerá de cada usuario que pondere.

Transference 2

Entre caminatas y puzles

Transference, como walking simulator que es, basa su propuesta jugable en dos pilares: la exploración y losrompecabezas. Los hechos se desenvuelven en un pequeño departamento en dos temporalidades, por lo que viajaremos constantemente al pasado para poder dar respuesta al futuro. Poco a poco, la resolución de dichos rompecabezas nos permitirá desbloquear más habitaciones en cada una de las realidades, mas tales elementos sólo pueden obtener respuesta tras una previa indagación por el entorno. Ambas mecánicas, inevitablemente, están atadas entre sí, conformando entonces un apartado lúdico limitado, como cabría esperar dado el género que emula, pero suficiente como para mantenernos exhortados a continuar disfrutando.

Pese a ello, es necesario aclarar que, si bien la exploración está agradablemente llevada a cabalidad, los puzles pecan de básicos y, aunque contradictorio, poco intuitivos. Una vez descubierta la ciencia para resolver cada uno, un detalle que no es sencillo ya que el título falla al momento de darnos indicios de cómo hacerlo, resultan ser muy simples y presentan una falencia clave al no fusionarse mejor con el entorno para lograr una mayor sensación de atmósfera -la cual, independientemente de ello, es fenomenal-. Colocar letras en una pared, tocar las notas de un piano en un orden específico, buscar objetos en lugares escondidos para abrir puertas... Las situaciones, en términos de cantidad, no son muchas precisamente pero, en alusión a las pocas que se manifiestan, existe poca inspiración.

Por otro lado, encontraremos varios vídeos dispersos a lo largo de los salones, en los cuales observamos los problemas que sufrió la familia Hayes debido al experimento de Raymond. Estos, sumados a la mencionada narrativa ambiental y a los propios monólogos que pronuncian los protagonistas al percibir ciertos estímulos, permiten conformar una mejor noción de lo que sucedió y de lo que está aconteciendo, siendo así un sistema de suma calidad. De igual forma, no hay que olvidar que, en su papel de thriller psicológico, experimentaremos una variedad de momentos de tensión y sustos que no sólo esgrimen el jump scare como único medio para lograrlo sino que, de modo más óptimo, lo hacen a través de la construcción del contexto y de hacernos sentir dentro de él.

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La belleza en la distorsión

El apartado donde Transference sobresale sin polución alguna es el gráfico, donde tanto artística como técnicamente presenta un acabado magistral. En primer lugar, lo más agradable al sentido óptico es el diseño de los entornos, los cuales muestran tanto una alternancia de temporalidades con un muy buen contraste como una serie de rupturas visuales que reflejan con excelsa calidad el hecho de que estamos en una emulación, no en la vida real. Asimismo, en lo que al detalle gráfico se refiere, se logra vislumbrar un nivel minuciosamente alcanzado en cada entorno y en los propios protagonistas, al igual que en cada objeto que tomamos, por lo que deambular por la morada de los Hayes acaba por ser tan agobiante como atractivo, una serie de características simultáneas difíciles de materializar.

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A fin de cuentas, un experimento

Es imposible negar que, ante todo, Transference es lo mismo que en su historia se desarrolla: un experimento. Sin embargo, como tal, nos permite vivir una experiencia distinta que, si bien posee sus ineludibles puntos negativos, los cuales sí que podrían suponer la no adquisición del producto -efectivamente, no está hecho para todos los públicos-, se disfruta con interés y logra que apreciemos sus aristas más resaltantes, razón que le adjudica una positiva valoración y su recomendación tan sólo a aquellos que gusten de las epopeyas experimentales y particulares.

Redactado por:

Politólogo a tiempo completo, economista a tiempo parcial. Asiduo al medio interactivo por su capacidad de hacernos vivir las historias, no contarlas. Joven venezolano amante de Bad Bunny, Itachi y los RPGs que busca cooperar en la evolución de una industria huérfana de horizontes.