Tanto los artistas como los estudiosos del arte nos encontramos en algún momento de nuestra vida con un concepto de lo más interesante, profundo y muy abierto a debate; el de “la obra maestra desconocida”. A simple vista parece sencillo, una pieza artística de gran calidad pero de poco renombre es lo que podría considerarse una obra maestra desconocida, sin embargo hay dos modos muy marcados de entender este término. En primer lugar, aquellos que lo rechazan, argumentando que es imposible que exista una obra de estas características que se mantenga en el anonimato, y otro grupo de personas que sí creemos en la existencia de este tipo de piezas de culto. Antes de empezar hemos de dejar claro que lo que estáis a punto de leer es una opinión expresa de su autor y no necesariamente del colectivo de Areajugones.
Aquí hemos venido a hablar de videojuegos, pero permitidme desligarme un momento del foco central de este artículo para aclarar un poco más el concepto con dos ejemplos de pintura. Dos grandísimos artistas, Sandro Botticelli y Vincent van Gogh, supongo que la inmensa mayoría de vosotros conoceréis a estos dos caballeros. Ambos artistas fueron creadores profusos de obras maestras desconocidas. En el primero de los casos el conjunto pictórico de Botticelli (y en general el de todos los artistas del quattrocento) perdió en valor e interés tras su muerte, y permaneció en el olvido como un pintor de nivel inferior hasta que la historia del arte le puso en su lugar, y recuperó su obra en pleno siglo XIX. Por otro lado en cuanto a van Gogh se dice que vendió un solo cuadro en vida de los aproximadamente 900 que pintó, ahora valorados en precios desorbitantes por su indudable personalidad y calidad. Y no os cuento esto por rellenar, os lo digo para reforzar las posturas que antes remarcaba ¿los cuadros de estos autores eran obras corrientes que alcanzaron ese grado de maestría cuando fueron descubiertas, o eran obras maestras desconocidas que consiguieron la fama que merecían?
Ahora sí dejemos discursos artísticos a un lado y centrémonos en el arte que nos interesa, los videojuegos, ya hablamos hace unas semanas sobre si necesitaban ser o no considerados arte; sin embargo hoy, después de las conclusiones a las que llegamos entonces, aplicaremos un término artístico al mundo del videojuego. Podemos transportar sin ningún problema las ideas e ideales del concepto que os he tratado de introducir anteriormente para debatirlo en nuestra área, jugones, hablemos de la obra maestra desconocida, el sleeper, ese juego que tanto te gusta y del que tan poco se habla, o ese otro que merece más reconocimiento del que tiene.
Pocos ejemplos se me ocurren mejor que Rocket League, aprovechando que recientemente ha comenzado su segunda temporada y pronto se estrenará en Xbox One. Y me diréis “pero a Rocket League lo conoce todo el mundo y ha sido uno de los grandes nombres de 2015”, y no os falta razón pero ¿cuántos de los que disfrutamos de Rocket League no sabíamos nada de él hasta el día en el que se puso a la venta y, además, a disposición de todos los usuarios de PlayStation Plus? Creo que la gran mayoría; ¿sería una obra maestra aunque hubiese permanecido en el anonimato o nosotros le hemos otorgado ese grado de calidad?
Rocket League es una obra maestra en el sentido más puro de la palabra juego. Volviendo al artículo en el que debatíamos la naturaleza artística de un videojuego, allí expuse una polémica idea en la que no todo el mundo está de acuerdo, un videojuego no necesita divertir pero Rocket League encuentra en la diversión su razón de ser, y ser tan bueno en eso es lo que le convierte en una obra maestra, pero eso no sería posible sin unas labores de diseño generales sobresalientes:
Rocket League es soberbio en el planteamiento jugable: rápido, fácil de entender, difícil de dominar y entretenido; es fantástico en el diseño de físicas que ayudan a hacer de cada partido y cada movimiento algo único; y es inmejorable en diseño artístico, sí, he dicho artístico; un juego de coches y fútbol que tiene un diseño artístico muy bueno, no porque sea hermoso (que puede serlo o no, ahí no meto), sino por el uso del color. Usa dos colores contrarios en la rueda cromática y así distingue de forma genial A y B, te explica sin contarte nada cómo funciona el asunto con la contraposición de elementos. Es un juego en lo que nada está dejado al azar, y todo está calculado para que tú, el jugador, solo tengas que sentarte y jugar sin pensar en nada más que en pasar un buen rato. Eso es lo que convierte a Rocket League en una obra maestra.
Sin embargo no estamos aquí para hablar de obras maestras, a secas, el tema que articula este texto es la obra maestra desconocida, por eso volvemos atrás unos párrafos para hablar de forma hipotética, con un “y si esto hubiera pasado así”. ¿Hubiese sido Rocket League un juego de tanto renombre si no lo hubiesen regalado en su primer mes de vida? Probablemente no, ¿Sería el mismo juegazo? Indudablemente sí, eso le hubiese convertido en obra maestra desconocida. Y es imposible conocer el alcance que este juego hubiese tenido de no haberse dado las circunstancias que se dieron, os comentaba antes la idea de la imposibilidad de que una obra maestra se mantenga en el anonimato, personalmente rechazo esta concepción, pero también es cierto que las cosas caen por su propio peso y un gran juego obtiene, generalmente, lo que merece. Por suerte hay todo un “género” de obras que cuenta con grandes juegos que pasaron desapercibidos: los sleepers.
Casi gradualmente los usuarios y jugones destacan un par de juegos que han pasado “sin pena ni gloria” por las consolas y ordenadores de los jugadores, algunos de ellos sufren un ¡Boom! posteriormente, otros quedan relegados a ese segundo lugar que sin duda no merecen, pero que ocupan por culpa de otros grandes títulos que están en boca de todos. Vamos a estudiar juegos de ambos casos, comenzando con algunos ejemplos de aquellos que al principio pasaron desapercibidos pero a los que el tiempo les puso en su lugar:
Portal, 2007, algo más que “ese juego de puzles que viene incluido con Half Life 2 y sus episodios en The Orange Box”. Portal pasó desapercibido casi como un juego menor, al lado del titánico Half Life 2 que estrenaba su segundo episodio, no es de extrañar. Sin embargo hay un antes y un después de Portal en los juegos de puzles. Portal puso el nivel en un techo solo superable por su secuela, imitado por otros tantos juegos del género a los que les resulta de inspiración directa. ¿Acaso creéis que es casualidad el gran número de juegos de puzles en primera persona que han dejado los últimos años?
Demon’s Souls, el sleeper de 2010, un juego del que dudaba hasta la propia Sony. Paso muy desapercibido pero gustó a todo amante de los RPG que lo probó por su desafiante apuesta, sus innovadoras ideas en línea o su lore. Puede que este primer título de la saga Souls pasase desapercibido pero es el precursor de todo un estilo desarrollado después en Dark Souls y Bloodborne, que tiene influencias en otros tantos juegos siendo uno de los precursores del multijugador invasivo que ahora tan de moda está y que hemos visto, por citar algunos ejemplos, recientemente en títulos como Watch_Dogs o Metal Gear Solid V: The Phantom Pain.
2012, The Walking Dead. Pocos se fijaban en él al comienzo, pocos eran los que apostaban en esta nueva aventura basada en el universo zombie del cómic creado por Robert Kirkman, y en el buen hacer de la por entonces algo desconocida Telltale Games. Sin embargo episodio tras episodio demostró de qué era capaz, consiguiendo a finales de año alzarse con el premio a mejor juego del año según varias críticas por delante de verdaderos juegazos como Dishonored, Max Payne 3, Far Cry 3 o Spec Ops: The Line (al que luego dedicaremos unas palabras). Además es el principal culpable de revivir la aventura gráfica y reconvertirla con un nuevo estilo, así como de popularizar el formato episódico en los videojuegos.
Un ejemplo más reciente, 2015. Undertale, el gran indie en boca de todos diseñado por Toby Fox. Un fenómeno que a mí, personalmente, me ha recordado mucho al que vimos en 2011 con To The Moon, y un poco es en parte a ese aura de sentimentalismo y personalidad que envuelve a las propuestas independientes, si un juego te llega hablas de él, si hablas de él más gente lo conoce, más gente lo juega, más repercusión tiene en el medio. Son decenas o incluso cientos los juegos que sin mucho marketing acaban suponiendo un punto de inflexión en el mundillo, sin ir mucho más allá podemos hablar de los títulos de Frictional Games y muy especialmente Amnesia: The Dark Descent (2010) que supuso prácticamente un renacimiento para el género del survival-horror, al que aportó novedades que se han dejado ver hasta en grandes lanzamientos triple A del calibre de Alien Isolation (2014); o de Dear Esther (2012) como precursor de los “walking simulator” (ya sabéis, esos juegos en los que se nos hace pasear sin mucho más que hacer y terminan por ser grandísimas experiencias como Gone Home (2013), The Stanley Parable (2013) o el más reciente Everybody’s Gone to the Rapture (2015)); o de Minecraft (2011), el gran impulsor de los juegos de crafteo; copiado, imitado e incluso plagiado en infinidad de ocasiones.
En la otra banda tenemos los grandes títulos que sí que son obras maestras desconocidas, aquellos a los que en ocasiones, incluso denominamos juegos de culto. En primer lugar os voy a pedir disculpas porque van a faltar muchos juegos (especialmente clásicos), es por eso que también os voy a pedir que completéis esta lista en los comentarios con tantos juegos que consideréis que “merecían más de lo que recibieron” como podáis.
Si tengo que empezar por alguna parte he de hacerlo en 2008 con Mirror’s Edge, la fantástica aventura individual de parkour en primera persona de DICE. Vendió poco pero el juego es realmente bueno, pocas obras presentan un estilo tan propio y marcado por el de Mirror’s Edge. Es una obra única, fue pura innovación cuando fue lanzado e incluso hoy en día es difícil encontrarle símil. 2016 viene con su precuela, y uno de mis mayores deseos es que consiga todo el éxito tanto a nivel comercial como de críticas que mereció la obra original.
Metro 2033 también pasó un tanto desapercibido en su estreno en 2010, a pesar de ser uno de los FPS más impactantes y absolutamente sobresalientes de la generación pasada, y gracias a su remasterización también a la actual. El tiempo ha puesto en su lugar a esta obra basada en la novela de Dmitry Glukhovsky en parte porque su secuela, Metro: Last Light (2013), fue una obra mucho más sonada, pionera en términos audiovisuales y con un sistema jugable más pulido, en general una obra más completa y mejor. Por suerte la franquicia Metro es en los videojuegos, ahora mismo, un referente en el campo del shooter en primera persona. Uno de esos juegos que solamente pueden llegar de Europa del este.
Y de Europa del este es también otra de las sagas que actualmente está en boca de todos, pero cuya primera y magnífica entrega parece haberse sepultado y olvidado. Parece que The Witcher empieza con su segunda parte, pero lo cierto es que en 2007 fue lanzada la primera entrega de esta franquicia. Un juego que deberíais jugar aunque por sus mecánicas toscas, y su look anticuado os echen para atrás. Para un servidor el primer The Witcher es uno de los mejores juegos de rol de los últimos años, superior incluso en términos puramente argumentales a su secuela que vio la luz en 2011.
Volviendo de nuevo a 2010 encontramos allí las primeras obras maestras de un estudio reconocidísimo actualmente: Platinum Games. Vanquish y Bayonetta son punteros en sus géneros, dos juegos de los que siempre se hablará menos de lo que merecen. Un shooter en tercera persona y un hack ‘n slash que comparten frenetismo y calidad.
Tan buena como la cosecha de 2010 fue la de 2012, ya hemos hablado de The Walking Dead pero hay otros tantos lanzamientos que pasaron más desapercibidos de lo que merecieron. Catherine es una obra muy singular y de difícil catalogación, dudo volver a jugar algo que ni siquiera se parezca a está alocada y notable aventura de puzles. Por otro lado Dragons Dogma es uno de los RPGs más aclamados de los últimos años por quienes lo disfrutaron habiendo incluso quien afirma que es el mejor juego que ha lanzado Capcom en los últimos años. El último de los juegos, para mí, es el más destacable: Spec Ops The Line es el juego primerizo de un estudio afincado en Alemania que demuestra como el shooter puede ir más allá del disparar por gusto, te cuestiona qué realmente es lo que tienes que hacer y juega contigo, a través de unas mecánicas típicas, sí, pero de una forma sobresaliente.
En los últimos años quizá haya sido Warner Bros la protagonista de los grandes sleepers de grandes compañías, en 2014 Sombras de Mordor y el pasado 2015 con Mad Max. Dos juegos notables, que sorprendieron pero no llegaron a tanta gente como merecían.
Soy consciente de que no estoy dando solución a ningún problema, no estoy dando la solución a ninguna de las preguntas que de forma directa o indirecta he querido plantear durante la redacción de estas líneas, sin embargo hay pocas cosas más difíciles que responder de forma rotunda e inequívoca una cuestión referente al mundo de las artes. Todos las entendemos de forma distinta, y los videojuegos como forma de expresión audiovisual e interactiva perteneciente a este mundo artístico presentan más preguntas que respuestas, por eso sin contestar nada os vuelvo a preguntar la cuestión principal de todo este asunto, para la que sólo cada uno de vosotros tiene una respuesta válida ¿existe la obra maestra desconocida?
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