Hay cosas que te acompañan para el resto de tu vida. Por ejemplo –y esto no tiene nada que ver con videojuegos, la verdad–, hay mucha gente que dice, con mucha razón, que hay una canción de los Beatles para cada momento de tu vida.
Puede sonar exagerado, o que provenga del fanatismo extremo, pero habiéndome encontrado a mí mismo en diferentes etapas, necesitando algo escrito por Lennon y McCartney, creo que, aunque lo intentara, no puedo estar en desacuerdo. Al igual que el cuarteto de Liverpool, hay muchas cosas que se ven reflejadas en ciertos momentos encapsulantes de nuestras vidas, por ejemplo Final Fantasy –ahora sí, esto sí tiene que ver con videojuegos–.
Creo que no sería raro coincidir en que Final Fantasy 7, 6, 9 e incluso el 10, suelen ser considerados de los más memorables y, por lo tanto, de los mejores. A ver, claramente alguien en alguna parte del mundo se quiso sacar los ojos porque no incluí a su favorito, y a eso me refiero; hay un Final Fantasy para todos nosotros, para cada momento de nuestras vidas, para alguno de nosotros ese es Final Fantasy XIII y deberíamos dejar de ocultarlo.
Hay que entender los contextos primigenios de los creadores detrás de una obra como Final Fantasy XIII, una que cargaba con el peso de ser el primer juego de la franquicia en aterrizar en PlayStation 3, una que venía de la glorias pasadas de PlayStation 1 y PlayStation 2, una que debía superar todas nuestras expectativas.
Para que entiendas un poco mejor los antecedentes de Final Fantasy XIII y cómo estos influyeron al producto final, te dejo aquí una lista con diferentes factores que marcaron al contexto del proyecto:
Decía Motomu Toriyama, posterior al lanzamiento del juego, que “las funciones básicas de los RPG son descubrir ciudades, visitar tiendas para preparar las batallas y avanzar por un camino preestablecido”, los que hayan jugado al juego, probablemente estén insólitos porque, es verdad, Final Fantasy XIII no tiene ciudades que descubrir ni tiendas que visitar. Desde ahí nace el enfado y la herejía cometida por Square Enix según muchos, traicionándose y lanzando sus principios a la basura.
Es fácil caer en la noción general de lo pasillero, aburrido y tedioso que fue Final Fantasy XIII. Sí, puede que la injerencia de algún momento de descanso dentro de un pueblo ayudara en temas de ritmo, pero los aciertos del 13 siempre suelen estar eclipsados por la grandilocuencia, aparentemente compartida socialmente, de sus carencias. Las cuales, dentro de muchos otros puntos, pueden definirse entre las siguientes según la opinión popular:
Quizás sea controversial, pero podríamos juzgar a los juegos por lo que intentan y logran, en vez por lo que nos gustaría que fueran. No es motivo de alarma decir que en momentos Final Fantasy XIII tiene momentos de sufridos ritmo, lo sería si esta carencia afectara a su narrativa, a su ambiente, pero sinceramente, no lo hace, de hecho, le quita el peso del camino para engrandecer a sus personajes, sus complejos y las interesantes líneas presentes entre ellos.
Estos “pasillos aburridos” no tienen secundarias ni nada que nos distraiga, es una experiencia directa que busca una lógica reduccionista porque pone el peso de su propuesta en sus dos aciertos más grandes: su historia y su sistema de combate. Partiendo por sus protagonistas, primeramente, la que se te venga a la cabeza es probablemente Lighting, una protagonista carismática que tiene una evolución constante, quizás mucho más profunda de lo que recordamos.
A veces se nos olvida, por los ideales de que un videojuego debe siempre darnos más y justificar su precio, pero lo cierto es que, todos los Final Fantasy siempre han sido lineales. Con más o menos pueblos, alguna que otra secundaria, pero el concepto del 13, sigue siendo el mismo que el de sus predecesores.
Esta linealidad disfrazada aquí no se usa; va al hueso, confía a ese nivel en su narrativa, la cual justifica esta decisión. Lo hace a través del viaje de Hope, la pérdida de Sazh, los sacrificios de Snow y el misterio de Vanille. Si a esto le sumamos que, sin entrar en spoilers, nuestro grupo no tendría por qué entrar en ciudades cuando, por su condición que se explica dentro del juego, son repudiados por la población, creo que podríamos sentarnos a disfrutar del viaje solo un poco.
No sé si seré el único, pero cuando juego a un Final Fantasy clásico, sus sistemas de combates son revolucionarios, pero con la mirada del tiempo, no dejan de ser manipulables hasta lo absurdo para derechamente romper el juego. Te dejo 2 entregas amadas por muchos para que entiendas a lo que me refiero:
Ahora, si volvemos al 13 con esto en mente ¿De verdad un sistema de cambiar formaciones, agregando variedad y quitándole peso al hecho de literalmente romper el juego, es tan perjudicial para una experiencia que se cimentá totalmente bajo este? Sinceramente creo que no, y no deberíamos recordarlo como tal.
El dinamismo de Final Fantasy XIII, por su espectacularidad técnica, va en resaltar su combate como un quiebre, como tener que estar constantemente creando estrategias no porque quieres ser más poderoso, sino que porque quieres seguir conociendo a sus personajes y el cómo se desarrollan cada uno de ellos en el campo de batalla es parte de aquello.
No son estadísticas en pantalla, son un grupo que debe sobrevivir y plantear estrategias para hacerlo, así es como quiere el juego que veas el combate, no creo que tenga nada de malo darle esa oportunidad. Final Fantasy XIII es un juego imperfecto, uno que busca y necesita serlo.
Fácilmente podría conformarse, pero no quiere hacerlo, es por eso que esto le pesa y quizás no contenga la magia de sus predecesores porque, aquellos que disfrutaron los juegos de antaño, para cuando el 13 salió a la venta, quizás su amor por las mismas historias, por los mismos pueblos, se habia convertido en un costumbrismo sagrado, uno que no permitía experimentar en una generación que lo exigía.
La grandeza de Final Fantasy como saga es la misma que las grandes fuentes culturales de la historia, la de que siempre habrá algo para ti, y al mismo tiempo, siempre habrá algo que reconocer en aquello que te parece impropio. Creo que la objetividad no existe y decir que Final Fantasy XIII no fue de los mejores en la franquicia está bien, pero observar sus aportes y lo que propone, es la cuota de justicia que le vendría bien a un título tan especial.
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