Cuando "Dragon Ball" nació a mediados de los años 80 pocos podían prever en lo que se convertiría la serie. Akira Toriyama concibió una obra pensada desde un inicio para crecer de forma exponencial, y eso es precisamente lo que ha hecho. Como buen shonnen, la historia de Goku se ha ido prolongando de forma progresiva hasta perder de vista el punto base del que partió. Muchos ya se habrán dado cuenta de que la primera temporada de la serie dista mucho, tanto en contenido como en continente de las formas y estilo de las temporadas sucesivas. El tono de humor y los personajes recurrentes desaparecieron junto con las nuevas pretensiones del mangaka, que ya tenía en mente profanar la leyenda de Sun Wu-Kung. Con la llegada a la aparición de Piccolo Daimao, y la posterior llegada de los Saiyajins a la Tierra, Toriyama rompió la concepción con la que había creado su mundo. Las 4 zonas en con las que se construye la esfera que da sentido al universo (reino de los vivos, más allá, infierno, y por adición, el planeta Vegeta) quedaron entremezcladas rompiendo las lógicas de poder que regían en cada una de ellas. Pero "Dragon Ball Super" podría haber ahora encontrado una solución a este problema.
El punto de inflexión tuvo lugar en Namek, durante la famosa pelea entre Goku y Freezer. Desde ese momento Toriyama entró en una carrera de la que le sería muy difícil despegarse. Si la serie quería mostrar algún tipo de progreso en sus personajes (como buen shonnen que es), debía imponerlos, cada vez, metas más complejas. Los villanos debían ser progresivamente más poderosos, y ellos debían alcanzar nuevas cotas de Ki. De esa manera pasaron por nuestros ojos distintas fases del Supersaiyajin, e incluso trascendencias como la de Super Gohan, que provocaron una banalización del poder. El enemigo siempre debía estar ligeramente por encima de los protagonistas, para que estos pudieran alcanzar una nueva transformación. La diferencia de poder quedaba reducida a la nada, y la progresión de los personajes se redujo a determinadas nuevas técnicas.
Con la llegada de "Dragon Ball Super" esto ha pasado a un nuevo nivel al incorporarse los Dioses de la Destrucción. Entra en juego una quinta zona de la gran esfera, que fuerza a Goku a alcanzar el Super Saiyajin Blue. Pero la maldición persiste, y esa teórica progresión se ha vuelto a ver diluida con el Torneo por la Supervivencia del Universo. Toriyama ya empezó a mostrar flaquezas en relación a esto al introducir un villano gemelo a Goku en el anterior arco, y con estos nuevos episodios parece que la situación ha terminado de romperse. No obstante el dibujante parece haber encontrado una nueva solución a la escalada desmedida de poder. En teoría, los participantes del Torneo tienen potenciales nunca vistos hasta ahora, pero de nada les servirá en la competición que se avecina. Muchos se extrañaron al conocer las reglas que los Reyes del Todo impusieron al torneo, pero parece que todo es parte de un plan mucho mayor.
Como hemos podido ver en el recién emitido episodio 83, Goku y compañía ya han comenzado a buscar nuevos luchadores para que se inscriban en el torneo. Todos pensaban que estos candidatos serían buscados en otros planetas del universo, e incluso Kaio-Shin dejó entrever que nunca observaron el resto de la galaxia en base al poder y que podría haber luchadores más fuertes aún por conocer, sin embargo el futuro de "Dragon Ball Super" no seguirá la fiebre del poder. Toriyama ha decidido recupera a antiguos personajes como al Maestro Muten Roshi, Krilin, o a Yamcha, quien ya ha regresado en el último episodio. Y es justo ahí donde se esconde el motivo de las reglas del torneo. El mangaka se ha dado cuenta de que la única forma de recuperar a sus antiguos personajes, y ganarse el respeto de los fans clásicos, era configurar una competición que midiese la habilidad por encima del poder.
Ha sido un recurso muy recurrente a lo largo de toda la serie, y ahora vuelve a ser utilizado. Los torneos de artes marciales permiten imprimir cierta tensión y emoción a unos combates que de otra forma no tendrían sentido. Los poderes de todos los luchadores quedan restringidos a unas reglas que los ponen en igual de condiciones. Esto no quiere decir que no vayamos a ver nuevas transformaciones o habilidades (el propio Krilin posee una nueva), pero sí augura uno de los arcos más emocionantes desde que se estrenara "Dragon Ball Super". Toriyama no se centrará en los poderes de los nuevos personajes, sino que buscará recuperar a sus adalides clásicos para intentar encauzar la serie en un camino más lógico. Los trucos y triquiñuelas están asegurados, y Krilin es especialmente ducho con esas lindes. ¿Conseguirán finalmente vencer en el torneo? Las cosas ahora están realmente en el aire.
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