A más complejidad, más probabilidad de error, pero también de éxito. La segunda temporada de "Westworld" no tardó en dejar claro que sus creadores habían dado un paso más respecto a los primeros episodios, lanzándose de lleno a las tramas cruzadas, los saltos temporales, y unos diálogos increíblemente crípticos. El inicio de la debacle del parque desvelaba el juego real en el que había estado trabajando Ford, y ponía a todos sus jugadores al borde de la muerte. Cosa que Lisa Joy y Jonathan Nolan no han dudado en aprovechar esta semana con el que es por el momento el mejor episodio de la segunda temporada, y uno de los más sorprendentes de toda la serie de HBO.
Esta crítica contiene spoilers. Te recomendamos ver el episodio antes de continuar leyendo.
El episodio número 5 ya hacía presagiar algún que otro giro con su propio título. "El acertijo de la esfinge" sigue siendo un acertijo, pero ha permitido revelar algunos puntos cruciales para entender qué es lo que realmente está sucediendo. El pasado se mezcla con el presente, con el menos presente, y con el menos pasado. Todo un batiburrillo de líneas temporales que buscan mostrar antes las consecuencias que las causas, y termina desembocando en situaciones del todo desconcertantes. En esta ocasión todas ellas encuentran su punto de confluencia y origen en Jim Delos. El padre de la compañía responsable del parque ya se mostró en el último episodio resaltando su presencia y liderazgo, pero aquí queda reducido a poco menos que una marioneta. No era él quien manejaba los hilos, sino William, un personaje que poco a poco se va perfilando como alguien crucial en el porvenir de la serie.
La escena que mantienen los dos durante repetidas ocasiones en el episodio, resulta ser lo más original y a la vez nostálgico que nos había regalado "Westworld" hasta el momento. Y es que la revelación de que Jim en realidad no es ni huésped ni anfitrión, permite crear un contexto totalmente inesperado. Aquí William comienza a mostrar su lado mas humano -algo ausente hasta este punto- e intenta lograr que el trasplante de la mente de Delos encaje en su nuevo cuerpo artificial. Poco ha tardado en aparecer un concepto tan importante para el género como es la inmortalidad. Sin embargo, esto tiene un precio, y Jim lo paga viviendo de manera inconsciente un calvario durante décadas. Mientras su mujer moría por un derrame cerebral, su hija Juliete se suicidaba, y Logan perdía la batalla contra las drogas, él luchaba por continuar una existencia que había dejado de tener un propósito.
¿Qué papel tiene William en todo esto? El Hombre de Negro parece haberse vito avocado al propio juego que creía manejar, y por eso ahora intenta encontrar una salida, una puerta -llámalo Gloria, o como se quiera-. La diferencia respecto a su exjefe, es que él sí tiene un propósito, una misión que por el momento se mantiene en secreto, pero que va perfilando a una persona curtida por un doloroso pasado. Ahora intenta lavar su moral ayudando sorprendentemente a los demás, pero sin perder de vista su objetivo real. El suicidio de su mujer le atormenta, y cree poder encontrar la redención en el final del juego. Algo que queda reflejado en el fuego que incinera repetidamente la sala de Jim Delos, y en la posterior lluvia que limpia su alma tras rescatar a la familia de Lawrence. Cosa que por cierto no pudo hacer con la suya propia, y que terminará pagando.
A este sorprendente giro que ya eleva de por sí la cota de calidad del episodio, se une la reaparición de Elsie Hughes, una de las trabajadoras clave del parque que desapareció -presuntamente muerta a manos de Bernard- al final de la primera temporada. Su reintroducción, y encuentro de nuevo con Bernard permite generar una dinámica muy interesante entre alguien que no alcanza a comprender los límites de lo que conoce, y alguien que ha estado ausente mientras sucedían los hechos más importantes. Elsie pronto entiende que necesita a Bernard, y por eso lo mantiene con vida. Una decisión que le lleva a descubrir uno de los grandes secretos de Westworld. Y es que dentro de la propia cueva donde se despierta, encuentran gracias a las borrosas memorias del anfitrión, una entrada a un laboratorio secreto.
El parque tenía una doble cara, la que vendían al público como Jardín del Edén, y la que buscaba perpetuar la existencia del ser humano. Mientras las máquinas lideradas por Ford intentan escapar en busca de su libertad, los artífices de Delos buscaban la inmortalidad creando unas extrañas esferas. El primer valiente en probar esto fue el propio Jim Delos, quien tras su muerte decidió revivir en un cuerpo de anfitrión para perpetuar su existencia. Esto no salió bien, y quedó atrapado en loop infinito supervisado por William, y avocado finalmente al abandono. Bernard y Elsie se encuentran esta realidad y deciden ponerle fin de la manera más rápida. "Dijeron que había dos padres", susurra Jim antes de morir. "Uno arriba y otro abajo. Mintieron, solo existía el diablo". ¿Se refiere a William?
Lo cierto es que todo el pasado del Hombre de Negro revierte en el presente. Aunque intenta ganar el juego que ha creado Ford, continúa intentando comulgar con sus pecados. Su pasado le persigue, y no solo no entiende las consecuencias de lo que está haciendo, sino que tampoco ha saldado las cuentas que dejó pendientes. "Sigues sin jugar al juego real", le dice la hija de Lawrence tras salvarla. "Si miras hacia adelante te equivocas". Y qué cierto, pocos instantes después, tras reiniciar la marcha, William se reencuentra con su pasado. Emily aparece frente a él, revelándose como la huésped que en el anterior episodio escapó de The Raj atravesando un lago. Ha vuelto para que su padre pague por el suicido de su madre, en un giro tan sorprendente como grato. Esto es "Westworld", ahora es el turno de las teorías.
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