Warner se ha puesto las pilas. La compañía ha decidido estrenar durante los años venideros una serie de películas las cuales indiquen que los superhéroes no se circunscriben al mundo de Marvel, y que ellos también saben producir grandes películas protagonizadas por superhéroes. De momento, y como todos sabemos, el éxito más rotundo lo generó la trilogía de Nolan, ya que cada película supuso una inversión victoriosa bajo cualquier augurio. No obstante, el universo de DC no cuenta con tan buenas bazas como Marvel, marca que goza de dos universos prolíferos y expectantes, Los Vengadores y X-Men.
Tras la coalición de Marvel y Disney allá por 2009, estos han atesorado la friolera de 7 mil millones de dólares entre todas sus películas, una cifra aparentemente inalcanzable para DC y Warner. Las promesas de DC siempre han sido confusas y dudosas a causa del nefasto éxito de películas como Green Lantern o la tibia recepción de El Hombre de Acero. Por lo tanto, muchos analistas apuntan que La Liga de la Justicia no es una apuesta muy segura, pero DC sabe que sin riesgo no hay victoria, y su visión optimista orienta su futuro en el mundo del cine.
Uno de los principales provechos de Marvel es Kevin Feige, responsable de las películas de Los Vengadores que tanta gente anhela ver. En DC no queda casi nada positivo, excepto auspicios halagüeños de algún éxito que exalte la marca dentro del universo de los superhéroes de una vez por todas. Un artículo reciente de THR cuestionaba específicamente las películas de Wonder Woman y Aquaman, por el simple hecho de no ser superhéroes tan democratizados como la mayoría de Marvel. Por eso, DC precisa de un detonador, un suceso que avive la reminiscencia de los iconos clásicos de la marca para que la competencia se equilibre y la gente deje de idealizar a Marvel como el heraldo de las mejores películas basadas en superhéroes.
De hecho, DC está tan poco acostumbrado al éxito individual que ya ha decidido converger diferentes personajes en producciones compartidas, como Batman vs Superman o Suicide Squad. No es mala idea, claro está, ya que esto podría ser el desencadenante que encumbra la marca y calle a todos los escépticos. Si una película concentra a diferentes iconos de una marca y el film sale fructífero y exitoso, todos los integrantes de la película habrán atesorado un éxito individualizado y la gente focalizará su atención en ellos aminorando, así, la desconfianza inherente que conlleva pertenecer a una marca algo desmoronada.
¿Qué opináis vosotros, jugones?
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