Las películas de acción son uno de los principales reclamos del cine comercial. Aunque la concepción popular sobre el género tache a este estilo de películas como fastuosas y acicaladas, algunas mantienen un aire innovador sin mermar su característica principal: el espectáculo visual. Aprovechándonos del reciente lanzamiento de Los Vengadores 2, la saga magna de Marvel, hemos querido recopilar algunas de las películas de acción más influyentes o atrayentes, ya sea por su espectacularidad, su orientación posterior, su innovación o, simplemente, por la excesiva violencia.
No nos hemos centrado específicamente en iconos clásicos del género, ya que estos los tenemos muy trillados. Ni Rambo, ni Los Mercenarios, ni Transporter, ni La Jungla de Cristal. Dejemos, de momento, descansar a Bruce Willis, Jason Statham y compañía y centrémonos en otro tipo de películas, bastante conocidas, que innovan dentro del género. Aquí os dejamos con el TOP 6: Mejores películas de acción.
Las invasiones alienígenas siempre le han servido de base a las películas de ficción para producir grandes obras. Aunque la premisa clásica de este tipo de films esté algo sobreexplotada, siempre surgen directores que apuestan por la innovación en un terreno saturado, y este es el caso de Al Filo del Mañana, película basada en la novela All You Need Is Kill de Hiroshi Sakurazaka.
El mundo, como de costumbre, ha sido invadido por una estirpe alienígena invencible. Los recursos militares escasean y la dominancia extraterrestre condena la humanidad. Un oficial sin experiencia llamado William "Bill" Cage, interpretado por Tom Cruise, se verá forzado a participar en la batalla a causa de los escasos efectivos. Durante su primer contacto con los enemigos, el pobre oficial se impregna de la sangre de un alienígena que lo conducirá a una extraña situación. En las entrañas de la batalla, muere y, de repente, se despierta de nuevo dentro del cerco donde le habían coaccionado para participar en la guerra, recordando, detalladamente, todo el catastrófico panorama. Y aquí radica la enjundia de la película. El oficial se ve atrapado en un bucle temporal, resucitando cada vez que muere pero manteniendo el hipocampo intacto, por lo que sus recuerdos permanecen ilesos.
Partiendo de esta curiosa base, la trama se complica por los dilemas que propone. El protagonista progresa durante sus encuentros con los alienígenas en el campo de batalla y se vuelve más letal y devastador. En un principio nadie confía en sus "delirios", que son justificados como un medio de abandono, pero, poco a poco, va ganando adeptos y urdiendo estrategias para diezmar los enemigos y salvar la humanidad.
La trama de la película resulta adictiva y emocionante. Por un lado, se aleja de la tipificación de supremacía de la raza humana, ya que está al borde de la extinción. Por otro lado, el argumento juega con los bucles temporales desde un prisma bélico, lo que se refleja mediante las ventajas tácticas. Y por último, la jerarquización de los enemigos es original, partiendo de la base sináptica. Primero, están los enemigos rasos, simples, mortales, que representarían las neuronas. Los segundos serían una gama superior, y podrían concebirse como impulsos nerviosos. Finalmente, el jerarca representa el cerebro y, su destrucción, es la única vía de salvar la especie. Más allá de eso, el film propone otros valores como el amor imposible o el desasosiego de saber que la humanidad depende de tu próximo paso. En definitiva, una gran película pletórica de acción pero original y sugerente.
Esta película no podía faltar en un top centrado en la acción. Si que es cierto que Origen no se excede en este aspecto, ya que sus pretensiones se acotan a la desconcertación del público, a dejar nuestros cerebros abrumados y sobrecargados. Pero para alcanzar esa meta hace falta un artífice que orqueste las pautas para llegar a ese estado de confusión. Y para ello no hay nadie mejor que el adulado Christopher Nolan, director y guionista del film. Pero, para saber interpretar sus delirios se precisan buenos actores, y aquí entra Leonardo DiCaprio como papel protagonista, así como Joseph Gordon-Levitt, Ellen Page y muchísimos otros artistas de calidad.
Ya sabemos que las películas de Nolan siguen una trayectoria coherente hasta que empiezan a desvariar y nos sumen en un estado de suspicacia extrema cuya finalidad consiste en encontrar el desajuste narrativo que ha turbado la película, pero de una manera muy bien hilada. En cuanto al comienzo "normal" de la película, el universo de Origen nos propone una invención innovadora que permite inmiscuirse en el subconsciente de la gente para sustraerles ideas. Dom Cobb, la sublime interpretación de DiCaprio, es de los pioneros en este tipo de espionaje extremo, por lo que es un hombre querido y odiado a partes iguales. Para poder enmendar su vida de fugitivo, tendrá que meterse en el subconsciente de un objetivo y, por primera vez en su vida, implantarle una idea en vez de arrebatársela. Para ejecutar la tarea, necesitará los mejores especialistas, por lo que el reclutamiento será crucial para el progreso de la misión. A partir de este momento, nos sumiremos en un universo apasionante, con un balance de acción moderado, una trama inspiradora y un amasijo de entresijos cautivador.
La película explora los limites oníricos exhibiendo la clásica fórmula freudiana. La concepción del iceberg ejemplificando las tres partes de la mente, mediante la aplicación psicoanalista, es uno de los principales sustentos de la obra. La vorágine de pequeños detalles, aparentemente inconexos, y su perfecta maquinación consiguiente dotan al film de un desarrollo adictivo y emocionante. La película expone diferentes pensamientos filosóficos, como el mito de la caverna de Platón y, sobre todo, el clásico dilema cartesiano: ¿el posible distinguir la realidad de los sueños? Si escrutamos bien todas las peculiaridades, doctrinas y secretos que esconde la película, seremos testigos de una profundidad narrativa apabullante, un valor cultural pasmoso y una inyección de acción dosificada y bien recreada.
La saga Fast and Furious es todo un caso de adaptarse o morir. Como todos sabemos ya, la primera entrega comenzó siendo una obra independiente, con un presupuesto relativamente escaso y siendo sinceros, recordaba demasiado a Le llaman Bodhi (aquella película de surferos ladrones). Aunque todo parecía indicar que la saga moriría con la tercera entrega, un inteligente Justin Lin consiguió cual ave fénix elevar la saga al siguiente nivel, creando un universo totalmente diferente a lo que se planteó en los inicios, y dando a cada una de las entregas posteriores a la cuarta un aire diferente, casi más cercano al mundo de los superhéroes que a la realidad de las calles y el tuning.
Catorce años después llegó a nuestras pantallas la que, de primeras, sería la película más emotiva de toda la saga, debido a trágico incidente donde Paul Walker perdia la vida en 2013, aun encontrándose en el rodaje de la séptima entrega, provocando un despliegue de medios tecnológicos nunca visto antes en la saga para que las escenas de Walker pudieran completarse. Lo que nadie auguraba es que además sería el blockbuster más completo del primer tercio de 2015.
Acción a raudales, chistes fáciles pero muy eficaces, situaciones totalmente inverosímiles que en más de una ocasión nos harán decir un “¡venga ya!” pero que aún así nos meterán de lleno en la última aventura de la familia de Toretto, casi recodándonos más a 007 o Misión Imposible que a lo que un día fue Fast and Furious. Pero… ¿no es esa la magia del cine de acción? Un género que últimamente se encuentra en un momento complicado, ya que los superhéroes y la ciencia ficción le han comido casi todo su terreno, una obra de entretenimiento puro y duro como es Fast and Furious 7 necesita ser vista y disfrutada en una pantalla gigante, con un litro de refresco y unas palomitas calientes, como toda la vida.
Porque no es una película para romperse el coco, no tiene una trama compleja, las leyes de la física parece que se tomaron unos días de descanso y algunos combates serían dignos de aparecer en cualquier película de Marvel, pero nos gustan los coches, las explosiones, las chicas con poca ropa, los chicos cachas y calvos y porque muchos nos hemos criado con esta saga que ya supera la década. Aunque más importante que todo esto, porque Paul se merecía un homenaje, se merecía este homenaje.
La estábamos esperando desde hace meses. La tensión esta semana esperando el inminente estreno de Los Vengadores: La Era de Ultrón se podía cortar con un cuchillo. No en vano, la segunda entrega del grupo vendió más entradas en precompra que todas las demás películas de Marvel juntas, augurando así una recaudación en taquilla de otro mundo. ¿Cómo superar una película que reventó la taquilla, así como ganándose las mejores críticas desde todas las partes del mundo? Esto, para el genio de la acción Joss Whedon, tiene fácil respuesta: “si algo no está roto, no lo arregles”.
La segunda entrega de los Vengadores repite la misma fórmula de éxito que vimos en la primera parte. Un colectivo de superhéroes de lo más variopintos juntos contra un mal mayor, donde todo gira alrededor del mismo personaje, Tony Stark, el cual es el culpable de la aparición de Ultrón, interpretado genialmente por James Spader, que nos recordará en ocasiones a Loki, aunque este ser robótico es más un niño cabreado con su padre por quitarle sus juguetes, solo que con la capacidad para destruir el mundo. Ultrón demuestra ser un carismático villano, aunque quizás si es cierto que La Era de Ultrón sirve más como transición entre los problemas con los Chitauri y todo lo que está por llegar, y esto es el verdadero plato fuerte de la película, las pistas.
Whedon escuchó atentamente las quejas de los fans en la anterior entrega, por lo que La Era de Ultrón comienza directamente con el ataque a la última fortaleza de HYDRA (presuntamente) donde vemos una obra maestra del cine de acción en cuanto al rodaje, dejando el final de Los Vengadores superado con la primera secuencia de su secuela. Todo un acierto por parte de Joss Whedon, que se ha alzado como genio en el rodaje de acción, dando secuencias realmente rápidas pero en las que en ningún momento te pierdes nada. En general, el nivel de entretenimiento es superior en esta entrega, ya que al no tener que presentar a nadie todo se hace mucho más fácil y, como me gusta decir, “las explosiones llegan antes”.
Mención aparte merecen los incontables gags y chistes que veremos, en especial por parte de Thor que en esta entrega se vuelve el gracioso del grupo, junto a alguna pequeña intervención de Capitán América, sobre todo para corregir o increpar a Tony Stark, con quien tiene una relación cada vez más convulsa. Sin spoilear nada, el “momento martillo” que vemos al final de la película es sencillamente sublime. El guion ha mejorado y ha dado una cierta evolución a los personajes, especialmente a Viuda Negra y Ojo de Halcón, haciendo de este último el cabecilla del grupo en algunas ocasiones, cosa que se agradece para conocer más al personaje tan maltratado en la primera entrega.
Los Vengadores: La Era de Ultrón mejorará el universo Marvel mucho más de lo que creemos, sirviendo de conexión entre los incidentes de la primera entrega y todo lo que hemos visto hasta la fecha, además de abrir las puertas a la Guerra Civil, al futuro de Hulk y de los Vengadores en sí mismos, y de enseñarnos una escena final intracréditos realmente importante si entendemos que quiere decir y, especialmente, la ubicamos en su momento histórico concreto. Joss Whedon, lo has vuelto a hacer.
En 2006 se estrenó “Casino Royale”, la nueva película basada en el agente más famoso del MI6, James Bond. La cinta no solo tenía la misión de introducir a un nuevo Bond, algo que ya había hecho en numerosas ocasiones (aunque esta vez con una polémica alrededor del actor en cuestión), sino que además venía a ser una especie de reinicio para un personaje que llevaba viviendo en el cine desde principios de los 60 y con el que no se había partido de cero desde entonces.
Daniel Craig era el elegido para recoger el testigo de Bond, y pese al ya mencionado escepticismo alrededor de su elección, “Casino Royale” consiguió trasladar a un personaje creado hacía medio siglo a tiempos modernos, y además de buena manera. Cogiendo lo mejor de la mitología de la saga (grandes escenas de acción, villanos con características destacables, espionaje, etc) y adaptándolo al cine de acción del momento, que poco a poco se volvía más exigente.
La película dirigida por Martin Campbell consiguió ser un producto tan entretenido como sólido en todos sus aspectos, conjugando a la perfección las vertiginosas escenas de acción con una historia al más puro estilo Bond, así como un trasfondo nunca antes explorado en el personaje. Por si fuera poco, la película puede presumir de contar con algunos actores realmente buenos, como el grandísimo Mads Mikkelsen (“Hannibal”, “Jagten”) en el papel de villano, o la siempre excepcional Eva Green (“The Dreamers”, “Penny Dreadful”), que ayudó a generar esa historia tan profunda para un James Bond más vulnerable de lo que lo habíamos visto nunca a la vez que más duro y brutal que en cualquiera de las otras películas.
Sin duda, tanto si eres seguidor de James Bond como si no, si te gusta el género de acción, “Casino Royale” es una película de visionado obligatorio. Por citar una prueba de peso, podemos mencionar una de las escenas de acción iniciales, que combina persecución con parkour de por medio, coreografías de lucha, tiroteos y explosiones. ¿Qué más se puede pedir?
¿Quién dijo que el buen cine y el cine de acción no podían ir de la mano? Siempre dispuesto a romper las reglas, el genial y popular Quentin Tarantino estrenó en 2003 la primera parte de “Kill Bill” (estrenaría la segunda y última parte por el momento al año siguiente), que como decimos, puso de manifiesto que existía un cine de acción más allá de las películas palomiteras o blockbusters.
Tarantino convirtió a la Uma Thurman de “Pulp Fiction” en la Novia, protagonista de esta historia de venganza, y que no deja de ser un claro homenaje a las películas de artes marciales asiáticas y las cintas de samuráis japoneses. Todo esto envuelto con la particular forma de rodar de Tarantino (partes en anima incluidas), una música tan variada como atípica, el humor negro digno del cineasta, una narrativa muy característica y una violencia en ocasiones surrealista.
De los dos volúmenes que conforman la historia (inicialmente concebida como una única película pero dividida en dos por su larga duración), el primero es el que más acción tiene, y nos deja con varias coreografías de lucha para enmarcar. Todas son disfrutables como poco, pero si hay una que destaca es la batalla final entre el personaje de Thurman y el escuadrón de los Crazy 88. Simplemente brutal.
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