Tras unos años inmersa en la industria del videojuego desde la perspectiva de quien escribe sobre su pasión, se hace chocante el encuentro con una alta dosis de "realidad" (entiéndanse las comillas como separación de la vida personal de todo esto) que te aleja un tiempo de esa vorágine de noticias infinitas (ESPECTACULAR trabajo que hacen mis compañeros que no dejan escapar ni una) y todos esos lanzamientos. Siento como si llevara unos meses en un universo paralelo al que yo vivía. No me conozco la última bocachanclada del gurú de turno ni si hay nueva guerra por la nota puesta a algún título recién salido del horno.
Es curioso como los que estamos tan metidos en todo esto, creemos muchas veces que el resto conocen la misma información, que saben la última declaración de Sony o cuando sale el próximo juego de moda. Creemos que ese mundo nuestro de sobreinformación es también el mismo del resto de jugadores. Por supuesto somos muchísimos los que disfrutamos estando al día, sabiendo qué ha pasado en Twitter, leyendo esas suculentas peleas de twitteros que invitan a coger palomitas e intentar que a uno no le salpique la sangre. Pero estando estos meses fuera de todo eso, he sido más consciente que nunca de que aunque es una industria que crece a pasos gigantes, aún hay un enorme de personas que consumen videojuegos de forma habitual que pasan totalmente de enterarse de qué ocurre en el mundillo o que cualquier juego indie les suene a chino (y hablo de juegos como Braid o The Binding of Isaac, títulos más que conocidos). Yo que antes me sentía con esa obligación moral de decirle al mundo que jugase a Thomas was alone, me cuesta encontrar fuera de redes sociales o gente relacionada con la industria alguien que tan siquiera lo conozca. También he observado el caso de viejos jugadores, de los que devoraban en su adolescencia revistas en papel, que ahora muy ocasionalmente se acercan a un videojuego y que noticias importantes como la cancelación de Silent Hills (por decir un caso entre cientos) ni les importa y ni siquiera saben sobre ello. Ellos mismos se sorprenden al ver mi cara de asombro al darme cuenta de ello, pero es cuando más consciente soy de que vivimos en una especie de burbuja. Y no me malinterpretéis, no lo digo ni mucho menos en sentido negativo. Pero inevitablemente pienso en cómo la gente conoce detalles sobre la farándula que aparece en televisión (aunque no sea ni mucho menos de su gusto) o incluso algún cotilleo sobre futbolistas aunque el deporte esté lo último en su lista de prioridades. ¿Por qué no es así con los videojuegos? ¿Por qué sigue siendo un tema del que no se habla prácticamente? Y no voy a caer en el tópico de que solo se habla de él para demonizarlo, porque aunque muchas veces desgraciadamente sea así, otras ocasiones he podido ver maravillada como hablaban de Rime por ejemplo, que llenaba de preciosas imágenes mi televisor, o del cartel de "entradas agotadas" en una feria de videojuegos. También se dicen cosas buenas, pero claro, entre lo poco que se habla del tema en la prensa más general y que todas esas veces negativas finalmente sí que son las que más llaman la atención, pues sí que me gustaría que fuera algo que poco a poco fuera cambiando, que no hiciera falta solo medios especializados para saber sobre el tema, para llegar a esos jugadores ocasionales o incluso a ese público que desconoce totalmente detalles. Sí se hablara de videojuegos igual que de deporte, cine o literatura, tendería a perder del todo esa connotación negativa que muchos le dan sin motivos.
Otro tema que quería ver desde esa perspectiva fuera de los videojuegos es un tema que me ha tocado de cerca a mí y a muchas jugadoras. Antes de que muchos os echéis las manos a la cabeza y queráis decirme “¿otra vez con eso del machismo?” os diré en primer lugar que sigue siendo un tema del que es necesario hablar y por otro lado, pienso que es otro punto de vista al fin y al cabo este que he visto de gente que está alejada de redes sociales y medios. Y yo sé bien que hay ahí, los periodistas, desarrolladores y jugadores con cabeza que entienden de verdad el feminismo y esa igualdad también necesaria en este mundillo, que no ven a las jugadores ni como personas inferiores en capacidad y conocimientos sobre el tema (tan de patio de colegio) ni piensan que sean unicornios maravillosos. Pero luego también sé bien la cantidad de garrulos (es lo más suave que se me ocurre ante esas mentes cerradas y tan prehistóricas) que siguen insultando a chicas por el simple hecho de ser chicas en su mundo de hombres. Triste el reciente caso de un podcast de dudosa calidad que supuestamente trataba de videojuegos y acababa siendo cuatro o cinco señores hablando en plan corrillo de vecinas sobre jugadoras e insultándolas. Porque sí. Parece que ahora las que han jugado a Dark Souls (que son muchas, muchas mujeres) van a tener que ir con un carnet que lo certifique, puesto que se supone que las que lo hacemos nos lo inventamos. De nuevo, porque sí. Pero dejando atrás casos bochornosos, quería conocer cómo ven todo esto desde “fuera”. Y la conclusión me resultó triste en realidad. “Es lo que hay si juegas cuando la mayoría son tíos”, “¿Qué esperas? Son los típicos frikis gordos que no han visto una tía en su vida”. Esto me hace ver por un lado que las chicas jugadoras nos debemos aguantar por tener una pasión que en su momento sí que parecía más masculina (parecía, remarco) y que por otro lado, la imagen de “típico friki” metida en la mente de tantas cabecillas, sigue estando ahí, cuando yo al mirar a mi alrededor veo que hay de todo: hombres, mujeres, altos, bajos, gordos, delgados, rubios, morenos, simpáticos, imbécil…No hay un tipo de jugador, igual que no hay un tipo de persona aficionada a ver partidos de fútbol o persona que le gusta leer los libros de Harry Potter. Es cierto que con la proliferación de youtubers y jugadores profesionales apareciendo por todos lados como setas, se está viendo que como digo, hay de todo. Odio las generalizaciones y aunque tristemente es cierto que esos personajillos que suelen insultar a jugadoras (los cuales muchas veces nos ha pasado a más de una que nos encontramos en un evento y se convierten en animalillos asustados) muchas veces parecen cortados por el mismo patrón (y no estoy hablando solo de físico, me refiero más a lo que hay en su cabeza), me gustaría que esa visión que la gente tiene de la industria mejorase, que no les pareciera normal que una chica sea insultada por jugar videojuegos o que la imagen tópica del jugador se borrase. Y a pesar de esos estudios de que la mitad de los jugadores son mujeres o que está claro que no hay un perfil único de jugador aún me parece muy, muy lejano.
Todo esto que he observado desde la distancia me ha hecho meditar si aquello de “la ignorancia es la felicidad” es cierto. No conocer la ridícula manera en la que algunos medios buscan clicks. No enfadarme al saber que el contenido interesante de un juego va a llegar en forma de DLC bien cobrado (¡No saber qué es un DLC como he visto en jugadores ocasionales! ¡Bendita ignorancia!). No tener que leer o escuchar a esos machimonguer (adoro ese término tan acertado) pavonearse entre sus iguales.
Pero entonces me doy cuenta que estar alejado de todo eso me ha alejado también de una comunidad que adoro, dónde tenemos más accesibles que nunca a desarrolladores de auténticas joyas, en la que siempre hay un momento para una buena charla con periodistas y blogueros sobre videojuegos, la vida y cómo salvar al mundo si hace falta. Tenemos más cerca que nunca todas las noticias y podemos conocer al detalle cómo va la industria. Incluso gracias a las Game Jams hasta podemos ser parte de la creación de un videojuego gracias al compañerismo y buen hacer de gente y asociaciones como la de Pintxo Developer.
Estar en esa burbuja me ha resultado interesante para ver que hay una gran multitud de jugadores ajenos a noticias, polémicas, que desconocen el mundo de los indies o que no saben que la situación de la mujer en esta industria va cambiando poco pero no nos conformamos con un “es lo que hay” sin más. Algún día me gustaría pensar que la perspectiva que tengo estando dentro de todo el “meollo” coincidirá un poco más con esa visión de gente actualmente más desconocedora, que estará tan normalizado que alguien sepa cuando se estrena la última película del actor de moda como cuando sale cualquier juego. ¿Algún día todos verán los videojuegos como arte, como cultura? Quien sabe. Qué bonito es soñar.
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