Nintendo ha anunciado por sorpresa el que será su gran lanzamiento para finales de año. Se trata de Hyrule Warriors: La era del cataclismo. Este juego será una precuela de The Legend of Zelda: Breath of the Wild y nos contará con todo detalle en qué consistió el gran Cataclismo que tanto se menciona en el juego, y que tuvo lugar 100 años atrás.
En este nuevo título de Zelda, y segundo Hyrule Warriors, tendremos que hacer frente a las tropas de Ganon y luchar por Hyrule. Para ello, manejaremos a varios de los héroes y heroínas que conocimos en Breath of the Wild. ¿Os acordáis de ellos? A continuación, os ofrecemos un resumen de todo lo que pasó en Hyrule antes y durante el Gran Cataclismo. Os avisamos de que encontraréis algunos SPOILERS de The Legend of Zelda: Breath of the Wild, y, seguramente, también del propio Hyrule Warriors: La era del Cataclismo.
El reino de Hyrule es un lugar pacífico (sin contar pequeñas disputas) en el que conviven en armonía seres de distintas especies. Entre ellas, además de humanos, hay pueblos que habitan las aguas, y otros que pueden volar y viven en los cielos. Estos son los pueblos Zora y Orni, respectivamente. También tenemos a los Goron, que viven en las montañas, y a las Gerudo, una tribu de mujeres que viven en una ciudad del desierto.
No obstante, este reino vive bajo una especie de maldición. Desde tiempos inmemoriales, cada cierto tiempo despierta un cataclismo en Hyrule, conocido como Ganon. Parece ser que se acerca la hora de que este mal vuelva a la vida, pues la mayor presencia de monstruos en el reino y la erupción de volcanes que estaban inactivos así parecen indicarlo.
La clave para detener este ataque se encuentra en la Familia Real de Hyrule. Esta hereda un poder capaz de detener el Cataclismo, que puede ser despertado en la persona correspondiente mediante plegarias a la Diosa Hylia en las fuentes del reino. Esta persona es la Princesa Zelda, hija del Rey Rhoam. Su madre, ya fallecida, tenía un gran poder, y su abuela, que también ha muerto, podía incluso hablar con los espíritus. Ahora es el turno de Zelda, que debe despertar este poder.
Consciente de la enorme responsabilidad que tiene, Zelda reza a la diosa desde que tiene uso de razón. Lo hace en las fuentes del Poder y del Valor, lugares en los que se puede conectar más fácilmente con la diosa. Estas están dedicadas a Din, la diosa del Poder, y a Farore, la diosa del Valor.
Hay una tercera fuente en Hyrule: la de la Sabiduría. No obstante, Zelda no puede rezar allí, pues se encuentra en el Monte Lanayru, al que no se puede acceder hasta los 17 años por lo peligroso que es. Hacerlo sería una falta de respeto a Nayru, diosa de la Sabiduría.
Tras 10 años rezando, la Princesa Zelda aún no ha conseguido despertar sus poderes. Esto le hace sentirse triste. Cree que ha fallado a su familia, pues no está consiguiendo cumplir lo que debería ser su destino. El enorme sentido de la responsabilidad que tiene Zelda le hace no darse por vencida. Si no puede despertar sus poderes, está decidida a ayudar a Hyrule de otra forma.
Pronto, la Princesa encuentra la forma de ayudar: investigar las reliquias que dejaron los antepasados. Estos son los Santuarios repartidos por todo Hyrule, las 4 Bestias Divinas, la misteriosa Piedra Sheikah y los Guardianes. La función y la manera de usar estos aparatos se ha perdido con el paso de los años.
La Piedra Sheikah es muy poderosa, aunque sus capacidades exactas son un misterio que Zelda está tratando de desentrañar. En principio, cree que sirve para entrar en los igualmente misteriosos Santuarios, que están repartidos por todo Hyrule. En cuanto a los Guardianes, son uno artefactos perfectos para la guerra. Se desplazan con sus patas y disparan un poderoso rayo de energía.
Zelda también debe aprender a pilotar las 4 Bestias Divinas: Vah Ruta, Vah Medoh, Vah Rudania y Vah Naboris. Estos son poderosos carros de combate que pueden ser fundamentales en la lucha contra Ganon. Además, Zelda debe encontrar cuatro pilotos, uno para cada Bestia Divina.
Así pues, la Princesa parte en un viaje para pedir a cuatro personas que ha seleccionado que desempeñen esta importante tarea. También aprovecha para intentar entrar en los Santuarios repartidos por todo Hyrule usando la Piedra Sheikah. No obstante, no viajará sola. Le acompaña en todo momento su protector: Link.
Link es un joven que ingresó en los Caballeros de Hyrule para seguir los pasos de su padre, ya fallecido. No tardó en destacar en el manejo de la espada, y pronto consiguió ser considerado el mejor espadachín de Hyrule.
Link también consiguió ser elegido por la Espada destructora del Mal, y se convirtió en su portador. Esta espada es un poderoso artefacto, que, según cuenta la leyenda, tiene un poder que resulta fundamental para acabar con Ganon y parar el Cataclismo. Si el portador la domina, puede incluso escuchar la voz de la espada, que sale de su hoja.
Tras conseguir la Espada destructora del mal y ser nombrado como el Elegido, a Link se le encomienda una tarea muy importante: ser el Protector de la Princesa Zelda. Por ello, parte con ella en sus viajes para encontrar a los pilotos de las 4 Bestias Divinas e investigar los Santuarios.
A Zelda no le gusta nada que Link le acompañe. El hecho de que haya logrado que la Espada destructora del Mal le elija le hace sentirse inferior, pues compara este gran logro con su fracaso por no conseguir despertar sus poderes.
Un día, durante su viaje, unos miembros del malvado Clan Yiga atacan a la Princesa. Link consigue pararles los pies y hace que huyan, salvando así la vida de Zelda. Tras este suceso, la Princesa comienza a confiar más en él. La confianza llega a tal punto que Zelda comienza a compartir con Link sus temores y sentimientos de culpa. Los dos se han convertido ya en grandes amigos, y pasan incluso momentos divertidos durante sus viajes.
Zelda y Link inician su viaje. Algunas cosas no van bien, pues la Princesa no consigue entrar en los Santuarios con la Piedra Sheikah. Sin embargo, sí que tiene más éxito con los cuatro pilotos que ha elegido para las bestias divinas, pues todos aceptan este cometido.
Una de los elegidos es Mipha, la tímida Princesa de los Zora e hija del Rey Dorphan. Esta suele usar como arma el Tridente de Escamas. Pilotará a la bestia divina Vah Ruta. Antes de que comience el Cataclismo, está enseñando todo lo posible a su hermano pequeño, Sidon, para que pudiera reinar si ella muere en la lucha.
Además, Mipha conoce a Link desde que era un niño, y está enamorada de él. Asimismo, le curaba las heridas cuando era pequeño, y lo sigue haciendo ahora, gracias al poder especial de sanación que posee. Un día, durante una de sus curaciones, Mipha le promete a Link que le protegerá a él y a todos sus aliados durante el ataque de Ganon.
Otro de los elegidos es Revali, un guerrero Orni que tiene gran habilidad con el arco. Su arma característica es el Arco del Águila, y pilotará a la bestia divina Vah Medoh en la lucha. Además, tiene el poder de crear corrientes de aire ascendentes, que le permiten alzar el vuelo con gran rapidez.
Revali es bastante egocéntrico y no le cae bien Link. Considera una injusticia tener que ayudarle, pues él se cree más hábil y considera que tendría que ser Link el que lo ayudara a él. También piensa que lo único que tiene Link de especial es que puede portar la Espada destructora del Mal, algo que palidece ante las habilidades como guerrero de este Orni. Antes de servir al propósito que le encomendó la princesa Zelda, Revali entrenó para mejorar sus habilidades con el arco dentro de tornados.
La tercera piloto es Urbosa, matriarca de las Gerudo. Dicha tribu es enemiga del Clan Yiga, que son aliados de Ganon. El arma característica de Urbosa es la Cimitarra de la Ira. Además, la matriarca gerudo tiene el poder de provocar rayos con un solo chasquido de dedos. Pilotará a Vah Naboris durante el Cataclismo. Urbosa era muy amiga de la madre de Zelda, que falleció hace 10 años. Para la matriarca fue muy duro ver cómo Zelda tenía que asumir al mismo tiempo la muerte de su madre y sus responsabilidades como heredera al trono de Hyrule. Por ello, Urbosa es muy protectora con ella.
El último de los cuatro pilotos es Daruk, un Goron. Su arma característica es el Macharrocas, con el que puede aplastar a sus enemigos. Pilotará a Vah Rudania durante la lucha. Además, tiene el poder de protegerse de los ataques creando un escudo alrededor de su cuerpo. Daruk es alegre, fuerte y valiente. Está deseando ayudar a la Familia Real de Hyrule, aunque tiene una gran preocupación: que Ganon adquiera forma de perro. Esto se debe a que a Daruk le causa pavor este simpático animal.
Zelda está realizando una gran labor con las Bestias Divinas, los Guardianes y los demás artefactos antiguos. No obstante, su padre, el Rey Rhoam, no ve bien que les dedique tiempo a esos menesteres. Cree que es una pérdida de tiempo y una excusa para huir de su verdadera responsabilidad: rezar para despertar sus poderes.
El pueblo de Hyrule piensa igual, pues, a espaldas de la Princesa, dicen cosas como que es una irresponsable y que no es una digna heredera. El Rey Rhoam ordena a Zelda que se dedique únicamente a rezar, para así despertar sus poderes y demostrar al pueblo que se equivoca con ella.
Poco tiempo después de esta reprimenda por parte de su padre, Zelda cumple 17 años. Esto le permite subir al Monte Lanayru y rezar en la Fuente de la Sabiduría. Esta parece ser la última opción de la Princesa para despertar sus poderes, pues recordemos que ya ha estado en las otras dos fuentes del Reino y no lo ha conseguido. Así pues, Zelda parte con Link hasta esta última fuente.
Tras rezar en la fuente, Zelda no ha conseguido despertar sus poderes, y baja del monte visiblemente afectada, junto a Link. A los pies de la montaña les están esperando los cuatro pilotos de las Bestias Divinas (Mipha, Urbosa, Daruk y Revali), que tratan de consolar a la Princesa. Justo entonces se escucha un fuerte estruendo a lo lejos, acompañado de un pequeño terremoto. El Cataclismo ya está aquí: Ganon ha despertado, y está en el Castillo de Hyrule.
Así pues, todos se ponen en marcha para defender Hyrule. Los cuatro pilotos van a sus bestias, y Link al castillo para desafiar a Ganon con la Espada destructora del Mal. La idea es que, mientras Link lucha contra Ganon, reciba apoyo con un ataque combinado de las cuatro Bestias Divinas. Zelda se niega a ir a esconderse, y acompaña a Link en su marcha hacia el Castillo de Hyrule.
Aunque el plan está bastante claro, Ganon se guarda un as bajo la manga. Este malvado consigue hacerse con el control de las cuatro Bestias Divinas y los Guardianes, lo que supone un golpe demasiado duro para el bando de Hyrule.
Tras este inesperado y crítico suceso, el Rey Rhoam muere, y Mipha, Revali, Urbosa y Daruk quedan atrapados dentro de las Bestias Divinas y también fallecen. Zelda está destrozada. Si ya consideraba que el hecho de no poder despertar sus poderes era imperdonable, ahora tiene que cargar también con la muerte de su padre y sus amigos, además de con el hecho de que Ganon se haya hecho con el fruto de su enorme trabajo. Zelda está muy triste, y se considera a sí misma un fracaso.
Una noche, en medio de esta enorme tristeza y bajo una intensa lluvia, una horda de Guardianes ataca a Link y Zelda. La Princesa le pide a su protector que huya y se salve él, pero Link no le hace caso y lucha con todas sus fuerzas. A pesar de esto, apenas consigue causar bajas en las filas enemigas. Link está agotado, y consigue a duras penas mantenerse en pie. En ese momento, aparece uno de los Guardianes y apunta a Link, dispuesto a darle el golpe definitivo. Zelda no piensa permitirlo, y se interpone entre ambos. Justo en ese momento, la Princesa consigue despertar sus poderes, desactivando a toda la horda de Guardianes.
Aunque el peligro ha pasado, Link cae al suelo exhausto y pierde el conocimiento. Tiene graves heridas, y parece que acabará muriendo. Zelda, con el rostro llego de lágrimas, intenta despertarle, pero no lo consigue. Justo en ese momento, la Espada destructora del Mal habla con Zelda y le da instrucciones. La Princesa manda a dos de sus seguidores, que acaban de llegar al lugar para socorrerla, que lleven a Link al Santuario de la Vida. Allí, el Elegido deberá dormir durante mucho tiempo para sanar sus heridas, aunque seguramente haya perdido sus recuerdos al despertar.
Mientras, Zelda le lleva la Espada destructora del Mal al Gran Árbol Deku, para que la custodie hasta que Link vuelva a por ella. La Princesa quiere dejarle al Gran Árbol Deku un mensaje para Link, aunque este le insta a que, si es algo importante, se lo dé ella misma, idea que gusta a la Princesa.
De esta forma, Zelda parte hacia el Castillo de Hyrule para detener a Ganon. Con sus poderes, consigue contener la amenaza. La idea es mantener a Ganon sellado hasta que Link despierte, recupere la Espada destructora del Mal y acuda al Castillo a poner fin al Cataclismo. El problema es que, para contener a Ganon, Zelda también se ve obligada a mantenerse en letargo, quedando su vida en pausa hasta la llegada de Link.
Va pasando el tiempo y estos sucesos quedan en el pasado. 100 años después, Link despierta de su letargo en el Santuario de la Vida. Aquí comienzan los sucesos que pudimos vivir en The Legend of Zelda: Breath of the Wild, el juego de Nintendo Switch y WII U.
Y hasta aquí la historia del Cataclismo que asoló Hyrule. Ahora, podremos vivir estos acontecimientos y conocer nuevas historias sobre el suceso en Hyrule Warriors: la era del Cataclismo. Os recordamos que saldrá a la venta el próximo 20 de noviembre. Además, también está en el horizonte la secuela de The Legend of Zelda: Breath of the Wild. Todavía no sabemos cuándo se lanzará el juego, pero los rumores apuntan a que podría llegar en 2021. Sin duda alguna, Hyrule Warriors será una forma estupenda de pasar el tiempo hasta el lanzamiento.
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